Capítulo VI

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¡Nuevo separador!

Espero que les guste. No soy experta en esto, pero me agradó el resultado.

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El clima no daba tregua tras la ventana. La torrencial lluvia se desato en cuestión de minutos y sorprendió a los transeúntes, obligándolos a esconderse en los locales más cercanos.

Itachi observaba las gotas de lluvia impactar tras la ventana, mientras trataba de mantener sus instintos a raya cada vez que inhalaba el embriagador olor a café dulce. La oficina de Itachi siempre emanaba ese ambiente tan profesional que la caracterizaba, algo de lo que el Uchiha siempre estuvo orgulloso y se jactaba por ello. Pero esta vez, sentía algo distinto en ella.

Aun estando de espaldas podía sentir los suaves movimientos del omega, o tal vez solo era demasiado consiente de su presencia en la habitación pero era inevitable.

Ese omega era su destinado.

Estaba totalmente convencido de ello y aunque la idea le pareciera absurda e incomprensible, a esas alturas era imposible evitar lo que su destino le tenía preparado.

Siempre renegó sobre la idea de tener que cargar con un destino ya establecido, pensar que una fuerza inexplicable lo obligara a estar atado a una persona por el resto de su vida sin conocerla y depender emocionalmente de ella para sobrevivir era algo que no estaba dispuesto a aceptar.

Sin embargo, el destino jugaba por caminos pecaminosos e inestables que daban vuelta hasta la mínima gota de racionabilidad en el cuerpo del Uchiha.

Porque el omega era precioso.

Estaba seguro de que hasta un ciego podía percibir la infinita belleza que rodeaba el aura del omega. Su olor era algo maravilloso, elegante y tranquilo, le recordaba a ese agradable café que lo acompañaba cada mañana y le daba sosiego a sus tardes tormentosas. Era adicto a ese perfume.

Ahora se debatía interiormente entre la razón y el instinto. Por un lado se mantenía firme a sus convicciones, tenía la certeza de que un omega en su vida traerá más tragedias que triunfos, Itachi llevaba una vida planeada minuciosamente desde su infancia y no deseaba tirarlo por la borda de esa manera, mucho menos por un omega.

Pero su lado animal le exigía a gritos acercarse al omega y llenarlo con su aroma, quería descubrir el olor que formaban sus perfumes juntos y besar cada parte de su piel. Casi suelta un leve gruñido por lo bajo ante el pensamiento.

Mío.

"¡Basta!" Exclamó la risueña voz de Deidara. Itachi lo observo a través del reflejo del cristal, asustado de que haya escuchado sus pensamientos. Por ilógico que suene. "¡No puedo quedarme más tiempo! Pero prometo consentirte la próxima vez que nos veamos"

"Entonces iré todos los días" Aseguró Inojin. "No faltare nunca"

La dulce risa que resonó en el despacho después, desarmo por completo a cierto pelinegro en la habitación.

Un Papá Soltero (ItaDei)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora