Lirios

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Daegu, 15 de diciembre del 1997.

Querida alma gemela:

La visita de tu amigo ayer por la noche te dejó muy decaído, sin embargo esta mañana te levantaste muy temprano por la mañana a pesar de que tu medicación te mantiene dormido la mayoría del tiempo, y saliste de casa cargando una carpeta azul.

No sé qué ocurrió en tu sueño nocturno, pero en cuanto despertaste algo en ti cambió. Me alegra en cierta parte verte así.

- Por favor que todo salga bien - suspiraste antes de abrir la puerta. Llevabas un abrigo negro y una gorra de lana gastada de color gris. No sabía dónde irías, así que me sentí ansioso todo el tiempo.

Casi a eso de las nueve cerraste la puerta a tus espaldas. Del apuro no lo hiciste bien y la dejaste media abierta, pero no te preocupes, me encargué de hacerlo por ti. Ya sabía que estabas con prisas y algo como eso podría pasar.

Rato después cogiste un autobús y ambos subimos. Era mi primera vez andando en autobús y déjame decirte que fue asombroso. No sabía que tantas personas podrían caber dentro de un trozo de metal con ruedas.

Tomaste asiento al fondo, justo allí donde no había nadie y era el lugar perfecto para permanecer alejado de las personas. Te encogiste en un asiento del rincón, abrazaste tu carpeta y cerraste los ojos reposado en la ventanilla.

Una niña me veía desde los asientos delanteros, me sonreía y me saludaba con la mano de vez en cuando. En una ocasión su madre lo notó y te miró de reojo de mala forma, pero al ver que estabas dormido volvió a sus asuntos. Rápidamente olvidaste que estabas en un autobús y te dormiste como si estuvieras en casa, ¿cómo iba a despertarte si no sabía dónde ibas? Afortunadamente un bache hizo que diéramos un brinco y tú abriste los ojos asustado.

Bajamos frente a un edificio enorme de ventanales relucientes. Era inmenso. Tanto tú como yo quedamos impresionados. Luego tu atención paso a una tierna ancianilla que barría la entrada y te saludó con cortesía. Tú le devolviste el saludo y te adentraste en el edificio dejándome atrás.

Tardé en ir contigo porque me quedé unos segundos leyendo a la mujer. No pude evitar besar su frente y desear que de algún modo esa fea enfermedad que la atormentaba se alejara de su cuerpo y le permitiera seguir viviendo unos cuantos meses más. Pude leerla, pude ver la fecha en que tendría que venir por ella y también pude intrusear en su intimidad familiar. De ella dependen dos niños que seguramente quedarán destrozados por su partida dentro de poco.

La vida es difícil, pero las personas por muy jodidas que estén siguen esforzándose un poco más para intentar sobrellevarla, y supongo que es lo que estabas haciendo tú en ese lugar ¿no?

Me mantuve el resto de la tarde acompañándote en silencio. Recorrimos toda la ciudad, escuché tus quejas acerca de que tus pies dolían, y estuviste a punto de devolverte a casa si no fuera porque una rápida llamada del chico de ayer volvió a recordarte que debías conseguir un empleo. Fue así como sin saberlo me diste un tour por tu ciudad natal. Ha cambiado muchísimo con el paso de los años ¿no crees? Todavía recuerdo cuando ni siquiera existían calles por este sitio.

- Esto no va a resultar - resoplaste mirando los automóviles cruzar por la calle. Para entonces ya estabas sentado dentro de una cafetería esperando tu bebida caliente - Esto es un asco.

Posaste una mano en tu mejilla y tu mirada se perdió en el otro lado de la ventana. Estaba comenzando a llover, tu abrigo seguramente absorbería toda el agua que caería del cielo cuando volvieras a casa, y todavía no habías conseguido un trabajo.

QUERIDA ALMA GEMELA | YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora