Sun

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Daegu, 16 de noviembre del 1998.

Querida alma gemela:

Hoy fue el funeral de Sun. Yo estaba allí.

El día estuvo hermoso. El sol abrazaba nuestros cuerpos fríos debido a la brisa que se tornaba invernal como si supiera que hoy se llevaría a cabo la preciosa ceremonia para despedir a Sun.

Había un montón de gente rodeando un cajón donde se supone yacía su cuerpo. Tú ni siquiera llorabas, te habías transformado en piedra.

Desde mi posición bajo un árbol a un par de metros pude ver a la señora Jeon acariciando tu espalda como si quisiera dejar salir las lágrimas que tenías amontonadas dentro de ti, pero nada. No hubo caso. No lloraste.

- ¡Mi hija preciosa! – sollozó la madre aferrada a su esposo – ¡Regresa a mí, querida Sun!

No lloraste, pero sentías un dolor inmenso.

Lo sé. Yo también lo sentía. Recuerda que puedo sentir tu dolor todo el tiempo, pero esta vez no estaba seguro de poder soportarlo.

Abracé mi cuerpo y me dejé caer en el césped. Lloré por ti todo lo que no lloraste en el funeral. Lloré y lloré hasta que mis ojos no pudieron más.

¡El dolor era inmenso! Le pedí a Papá que por favor alejara ese dolor de mí, pero no pasó nada. Allí seguía todo el tiempo comiéndome de a poco como los gusanos comenzarían a hacer con el cuerpo de Sun.

Fue tanto el dolor que incluso pensé en matarme.

Mi mente de humano estaba comenzando a traicionarme. Yo no era así, ni siquiera me reconozco cuando me miro al espejo.

Quería olvidarte y es lo que me propuse para acabar con mi sufrimiento.

Tengo que dejarte ir, tengo que olvidarte.

Jimin.

QUERIDA ALMA GEMELA | YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora