El accidente

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Daegu, 14 de noviembre del 1998.

Querida alma gemela:

El otoño crujiente y refrescante está llegando a su fin para dar paso al invierno. Parte de mí quiere experimentarlo como un humano normal, pero mi cabeza no deja de repetirme que cuando llegue, mi vida acabará.

Ayer por la noche comencé a escribir cuentos para niños por mí mismo. Si no podía leerlos, entonces los inventaría para mí y así podría leerlos las veces que quisiera.

¿No soy muy listo? Casi lo acabo.

Experimenté una sensación nueva anoche cuando escribía. Fue extraño, sentí que no podía parar de escribir y es por eso que casi no dormí y ahora mis ojos se cierran de a poco, aunque me obligue a mantenerlos abiertos.

Es una molestia que mi cuerpo no responda las instrucciones que mi cerebro dicta, pero supongo que es lo normal dentro del mundo de los humanos.

Hoy por la mañana le pedí permiso a la señora Kim para ausentarme un momento. Tenía que ir a la iglesia del padre Hyun para comentarle un poco a mi Padre lo que estaba pasando aquí abajo.

Realmente es triste sentirse sólo. Ni siquiera tengo un techo donde vivir, una cama donde dormir, ni una mesa donde comer mi comida.

¡Ni siquiera tengo comida!

Acepto muy agradecido los restos que me da la señora Kim aunque ya no pueda dárselas a las palomas. No puedo permitirme morir de hambre, así que me alimento para poder seguir viviendo.

Comer para vivir, ¿y vivir para qué?

¿Es así como pensabas en el pasado?

Siempre he sido fiel a la idea de que la vida no tiene sentido sin un propósito. Mi propósito eras tú, ¿y ahora qué hago?

Le comenté a mi padre que la misión estaba siendo un fiasco. Yo era un fiasco como persona humana.

- Buenos días, padre Hyun – saludé al hombre que acababa de entrar por las enormes puertas.

- Hola hijo mío – me saludó dando pasos lentos por el pasillo. Yo estaba sentado en las largas bancas de madera que se dirigían hasta el pedestal de Jesucristo – Nunca te había visto por acá.

- Soy nuevo en la ciudad – comuniqué poniéndome de pie – Este santuario es inmenso.

- Es la casa de Dios.

La casa de Papá está en todos los corazones bondadosos, quise decirle, pero preferí omitir comentario.

- Tu rostro me suena conocido – dijo observando mi cara – ¿Nos hemos visto antes?

- Como dije, soy nuevo en la ciudad – repetí.

- Oh, pero realmente me suenas conocido de algún lado – el hombre se cruzó de brazos y me miró con dulzura – ¿Cuál es tu nombre?

- Jimin.

El hombre guardó silencio un par de segundos que parecieron infinitos. Luego una fina luz comenzó a pegarle en el rostro a través de la ventana que tenía atrás.

Era el cristal con mi retrato.

¿Qué haces, Papá? ¿Quieres delatarme?

- Jimin – repitió con voz neutra – Es un nombre muy bello.

- Algo que me parecen bellos son aquellos lirios blancos – dije señalando el montón de flores al costado de unas figurillas de yeso – Siempre me han parecido espléndidos.

QUERIDA ALMA GEMELA | YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora