Tu y yo es nosotros

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Sandra
 
Siempre he sido muy dormilona los fines de semana, porque me cuesta mucho conciliar el sueño; pero ese día en particular abrí los ojos con los primeros rayos de luz de entraban por la ventana. Retiré con mucho cuidado el brazo de Manu que rodeaba mi cintura, abrazándome por la espalda e incorporándome me dediqué a observar como dormía.
Mi hermano nunca ha sido de levantarse más tarde que yo, pero creo que la sensación de dormir juntos por primera vez en tanto tiempo, le hizo pasar una de las noches más placidas de su vida. Estaba guapísimo, con sus ojazos cerrados y una media sonrisa en la cara, que mostraba ese lado canalla suyo que me volvía loca. Me acerqué muy despacio y lo besé en los labios sin que se despertara; sólo hizo un gracioso gesto frotándose la nariz al notar el roce.
Seguía pensando que habíamos hecho nada malo; simplemente éramos dos hermanos que habían dormido juntos. Intentaba justificar mi comportamiento dándole un razonamiento al hecho de que, la noche anterior al volver a casa, sintiera la imperiosa necesidad de sentir el calor del cuerpo de Manu.
Salí de su habitación, tras echar de nuevo una vista al cuerpo semidesnudo de mi hermano. Llegué a mi habitación, donde deshice la cama, por si entraba mi madre; porque no se iba a creer que yo me hubiera levantado y hubiera hecho la cama enseguida, cuando siempre la hacía a mediodía. Cogí ropa interior limpia para darme una ducha, sin poder quitarse una tonta sonrisa de la cara; pensaba una y otra vez en la maravillosa noche que había pasado con él. No recordaba desde cuando no pasaba una noche así con Germán… Quizás nunca.
Me dirigí a la ducha y le dí al agua fría mientras me desnudaba parsimoniosamente. Me miraba desnuda en el espejo del baño y pensando que daría mi hermano por verme así, porque yo ya lo había visto desnudo más de una vez. Sentí un cosquilleo al recordar la presión que su dura polla pegada a mi culo mientras me acariciaba la espalda. Después sentí celos al recordar las escenas del polvo que Manu había echado con Sofi delante de mis ojos. Y unos segundos después, sonreí de nuevo al recordar como mi hermano pequeño salió en mi defensa ante Germán… Eso era mi cabeza, un lío de sentimientos pero que desembocaban todos en un elemento en común: mi hermano Manu.
Antes de entrar en la ducha, una loca idea pasó por mi cabeza y, dirigiéndome a la puerta, la dejé entreabierta por si mi hermano se despertaba… Un gesto premeditado pero que pudiera parecer un descuido. ¡Un momento! pensé ¿Y si mi hermano hubiera hecho lo mismo aquel día que lo pillé masturbándose? Descarté la idea, por absurda; veía esa situación más típica de lo despistado que era mi hermano, que de una planificación.
De todas formas, me metí en la ducha dejando la puerta entre abierta; me enjaboné despacio y disfrutando de la ducha, imaginando que mi hermano me estaría mirando desde detrás de la puerta. Me estaba excitando muchísimo pero no m e atrevía a masturbarme, precisamente por el corte de que estuviera mirando… Daba igual, porque el espectáculo que le di, si de verdad estaba detrás de aquella puerta, era digno de una película erótica de alto standing… Me enjaboné los pechos con mesura y con la ducha en mi coñito, aclarando la espuma que había entre mis muslos; me agaché un par de veces  poniendo mi culito en pompa,  como por descuido, para entretenerme más de la cuenta en frotar con la esponja de baño en mis pies.
Corté el agua de la ducha y salí totalmente desnuda para liarme en la pequeña toalla que tan  bien conocía mi hermano. No pude evitar sonreír ante la sensación de un trabajo bien hecho… Estaba excitada solo de pensar que mi hermano podía haberme visto.
Me peiné, sin secarme el pelo, con un cepillo frente al espejo… La toalla, anudada justo sobre mis pechos, dejaba el final de mis cachetes al aire. Una vez seca, me retiré la toalla, que cayó al suelo, y me puse las braguitas limpias que había traído de mi habitación. El escueto sujetador de encaje subía más aún mis, ya de por sí, tiesas tetas. Seguía jugando a ese juego en el que, sin hacer nada explicito, provocaba a mi hermano; no le hacíamos daño a nadie así, ¿no?
Justo en el momento en el que acababa de abrocharme el cierre del sujetador, mi hermano entró en el baño, cuando yo ya me disponía a  salir para mi habitación. Me miró sorprendido de encontrarme en ropa interior. En ningún momento, hice gesto de querer taparme ante él, para no romper la confianza que se había creado entre nosotros.
-                            Buenos días, hermanita…- dijo al cruzarse conmigo justo en la puerta, agarrando mi cabeza para darme un beso en la mejilla que duró varios segundos.
-                            Buenos días, guapo- contesté sonriendo a la vez que tocaba uno de sus fuertes brazos.
Salí del baño, y eché un vistazo atrás justo cuando mi hermano se estaba quitando el boxer, de espaldas, con la puerta aún abierta, mostrando un culito marcado y durito que hizo que me mordiera el labio inferior. Giró su cabeza, para sonreír antes de cerrar la puerta del baño… Estaba jugando al juego de la provocación con un maestro de este juego.
Me vestí con un pantalón corto y una camiseta ancha para bajar al salón a desayunar; mi madre se sorprendió al verme bajar tan temprano a  la cocina porque no eran ni las diez de la mañana.
-                            Vaya… ¿Y este madrugón?- dijo con una sonrisa mientras retiraba la cafetera de la vitrocerámica.
-                            Supongo que he descansado más de lo normal…- dije mientras daba buena cuenta de un croissant que había sobre la mesa.
-                            ¿Llegasteis juntos?- dijo mi madre dándome la espalda.
-                            No, yo llegué un poco más tarde, aunque estuvimos juntos casi toda la noche.
-                            ¿Sabes una cosa, nena? Me alegra mucho que te ocupes de tu hermano; que salga contigo, y no se quede encerrado en su habitación.
Me sentí fatal por pensar que mi madre no sabía las verdaderas razones por las que me “ocupaba” de Manu pero, por supuesto, era imposible que se enterara.
-                            ¿Tienes algún plan para hoy? ¿Cómo va todo con Raúl?- pregunté a a mi madre interesándome por su vida sentimental con su nueva pareja.
-                            Esa es otra cosa que os tengo que agradecer; me hacéis sentir bien con Raúl.
-                            ¡No seas tonta, mamá!- protesté dándome un manotazo en el brazo.
-                            Nena, sólo es que os estáis portando muy bien con él, aunque Manu siempre ha sido un poco más cerrado…
-                            Mira Raúl es un buen tío… Se porta como un novio, no como un padre; sabes que papá tiene buena relación con Manu y él siempre comparara al uno con el otro. Pero Raúl no está intentando ocupar el sitio de nadie… Eso es importante para nosotros.
-                            ¡Por Dios, Sandra! A veces, me sorprendo de cómo razonas las cosas… Si para todo fueras igual…
-                            Sería un autentico coñazo…- dijo Manu que acababa de entrar en la cocina, sin darme cuenta, y dándome un azote en el culo.
Mi madre se tomó el gesto como algo natural entre hermanos pero a mí, que sabía el sentido real de aquella caricia, casi se me cae la taza de café. Manu iba vestido ya como si fuera a salir a la calle, con un vaquero y una camiseta deportiva.
-                            Buenas días, gorda…- le dijo besando en la mejilla a mi madre, a la que llamaba irónicamente gorda, por lo delgada que estaba.
-                            Buenos días… ¿Qué os pasa hoy, que estáis muy cariñosos?
-                            Supongo que he dormido mejor que nunca…- soltó Manu, mirándome disimuladamente.
No pude evitar soltar una sonrisa nerviosa mientras mordía mi croissant; el juego de miradas durante el desayuno me hizo ver que la cosa se nos estaba yendo de las manos… O quizás estaba yéndose a donde nosotros queríamos que fuera.
-                            ¿Vas a salir ahora?- preguntó mi madre a Manu
-                            Sí, tenía pensado salir con la moto un rato…
-                            Esa puñetera moto… Menuda idea que tuvo tu padre.
-                            ¡Vamos mamá! Si casi no la cojo…
-                            Claro, y eso hace que me dé menos miedo, ¿no?- ironizó mi madre, mientras yo asistía a la conversación sin intervenir.
-                            Jajaja… ¡Oye que nunca he tenido ningún accidente…!
-                            A lo mejor es que tienen mucho cuidado contigo…
-                            Mamá, yo saldré con él…- intervine para echar una mano a mi hermano.- Conmigo no se atreverá a correr mucho.
Manu me miró con una sonrisa en los labios y un poco sorprendido porque me ofreciera a ir con él en la moto cuando no me había invitado. ¿Habría quedado con Sofi? Por un momento, los celos me reconcomieron.
-                            Bueno, pero no volváis tarde que hoy comemos temprano, ¿vale?- dijo mi madre mientras se iba de la cocina.
-                            Vale mamá. Cuidaré de tu niño…- dije riendo y mirando como se marchaba.
Durante unos segundos nos quedamos en silencio, ya solos en la cocina… Manu seguía comiendo una tostada que se había puesto sin quitarme los ojos de encima, mientras yo apuraba los últimos sorbos de mi taza de café.
-                            ¿Has dormido bien esta noche?- me preguntó con la boca llena.
-                            Muy bien…- dije en voz baja como si no quisiera que mi madre pudiera oírnos.
-                            ¿Vas a salir conmigo de verdad o lo has hecho para convencer a mamá?
-                            Pues sí… Si me esperas a que me vista, me podrías llevar a casa de Germán.- dije viendo como Manu torcía el gesto para recuperar, en unos segundos,  una forzada sonrisa.
Para él no era el día para llevarme la contraria. Y eso que después de lo de anoche, tenía razones para plantarme cara y decirme cosas sobre mi novio. Manu había pasado la noche conmigo y no quería estropear lo que habíamos conseguido hasta ahora; yo comencé a valorar en ese momento su permisividad conmigo.
-                            Pues, ¿que estás esperando para vestirte…?- dijo tirándome una servilleta a la cara desde el otro extremo de la mesa.
-                            Vale, vale…- me levanté saliendo de la cocina corriendo y viendo como Manu se mordía el labio inferior al ver mi culito.
Pensé mucho delante del armario en que ponerme, y me dí cuenta que me estaba vistiendo para mi hermano y no para mi novio… Me puse una camisa anudada bajo el ombligo y abierta lo suficiente para dejar a la vista un buen escote; debajo, un pantalón vaquero corto que marcaba mi trasero que, a estas alturas, ya sabía que era la parte de mi cuerpo predilecta para mi hermano.
-                            Ya estoy lista…- dije apareciendo por las escaleras en el salón donde estaba sentado mi hermano esperando.
-                            Estás guapísima…- dijo con los ojos fuera de las orbitas.
-                            Eso es que me quieres mucho…- reí ante su piropo.
-                            No llegas a imaginar cuanto, ni como…- dijo muy serio provocándome uno de mis, ya recurrentes, cosquilleo.
-                            Bueno, ¿nos vamos?- dije saliendo hacia la puerta del garaje donde estaba guardado el ciclomotor.
Mi hermano me siguió en silencio y con los ojos clavados de nuevo en mi trasero; llegó para sacar la moto a la calle y la arrancó, esperando a que yo subiera. Al subir, como la otra vez, me agarré a su cintura y noté como, por unos instantes, su mano tocó mi rodilla.
Llegamos a casa de Germán y paró la moto, sin quitar el contacto. Me quité el casco y se lo entregué, poniéndolo en su codo. Levante la visera de su casco integral y le besé en la nariz que era de lo poco que podía ver, aparte de sus preciosos ojazos.
-                            Muchas gracias, nene…- le dije viendo sus ojos abiertos como platos.
-                            De nada… ¿Quieres que te recoja luego?
-                            No hace falta, después me iré dando un paseo…
-                            ¿Vas a hacer las paces con él?- preguntó con el ceño fruncido.
-                            Vamos, Manu, no empieces…- dije acariciando su rodilla mientras seguía subido en la moto.
-                            Vale, de acuerdo… No diré nada más, lo siento.
-                            Un beso, nene.- me despedí con un guiño de ojos.
-                            Un beso, hermanita…- contestó dándole gas a la moto y marchándose mientras yo no dejaba de mirarlo hasta que torció la esquina.
Giré sobre mis talones y me dirigí a la puerta de la casa de Germán; respiré hondo, tratando de olvidar todo lo que esa noche había pasado con mi hermano, durmiendo en juntos. Llamé al timbre, apoyada en la pared.
-                            ¿Si? ¿Quién es?- contestó tras un buen rato la voz de Germán, con voz de dormido
-                            Soy yo…- dije secamente.
-                            ¡Joder! ¿Qué haces aquí tan temprano?
-                            ¿Me vas a abrir o me vas a dejar en la puerta?
-                            Sí, pasa que mis padres no están…
El sonido del automático abriendo la puerta de fuera sonó como un chirriante zumbido. Tomé aire de nuevo y entré cerrando la puerta tras de mí.
                                                           Manu
 
         Conduje hasta las pistas de baloncesto, sin saber muy que hacer; la verdad, no tenía ninguna intención de salir esa mañana pero quería volver a tener un momento a solas con Sandra… Pero ella había quedado con Germán esa mañana; me jodió bastante pero en el fondo estaba empezando a comprenderlo. Con pasar esa noche en la misma cama que ella, sintiendo su cuerpo junto al mío ya había logrado más de lo que hubiera imaginado en mi vida. Poco a poco solía decirme Carmen; más o menos trataba de convencerme de que estar obsesionado con una idea, haría que ésta tardara más en llegar. Así que el truco era tomarme todo con filosofía y soportar que en ese momento quizás mi hermana estuviera follando con Germán en su casa.
-                            ¡Hey tio! Que te estoy llamando!- me dijo Lucho, dándome una colleja, y poniéndose a mi lado.
-                            Joder, lo siento… Estaba en con los oídos taponados por el casco de la moto.
-                            ¿Qué haces aquí solo?- me dijo botando un balón de baloncesto que llevaba en su mano.
-                            Nada… Tenía ganas de dar una vuelta en la moto.
-                            Si, por a jugar no vienes, por la pinta que traes…- sentenció mirando mis vaqueros.
-                            Bueno ¿y tú?- le dije aparcando la moto y sentándome en el bordillo de la acera.
-                            Pues a echar unas canastas… Los domingos son una mierda.- dijo Lucho sin dejar de botar el balón y pasándolo entre sus piernas.
-                            Sí, y ahora me dirás que prefieres los lunes… Por las clases.
-                            Jaja, pues no te creas… Por lo menos ves a más gente; los domingos toda la peña está de resaca. ¿Ves? Había quedado con un colega para echar un rato de basket, y me ha mandado un mensaje hace un rato diciéndome que se ha pasado toda la noche potando y que no viene.
-                            Y tú te vienes solo…- le dije arqueando las cejas.
-                            A ver, ya estaba duchado y en la puerta de mi casa… Además tú también estás aquí solo- dijo sentándose a mi lado en el bordillo y colocando en balón entre nosotros.
-                            También es verdad…
-                            Oye, ¿te hacen unas canastas?- dijo levantándose como un resorte.
-                            Sabes que aunque lleve vaqueros te daré una paliza…
-                            Eso lo veremos…- me dijo lanzándome el balón para que hiciera yo la primera entrada a canasta.
Estuve jugando con Lucho casi una hora, riendo y corriendo de un lado a otro, el muy cabrón era bastante bueno y me dio una buena paliza, lo que no enturbiaba el buen rollo entre nosotros. Nunca había hablado mucho con el hermano de Lucía, pero he de admitir que era un tío que se hacía querer; por un momento, imaginé que él también se sintiera atraído por su hermana. Sería más fácil tener a alguien que sintiera lo mismo que tú… A quien quería engañar, el raro de la pandilla era yo.
-                            Bueno, vale… Tú ganas…- le dije sin poder aguantar una carrera más.
-                            O sea que la cerveza la pagas tú, ¿no?- me dijo lanzándome, de nuevo, la pelota que a duras penas pude agarrar.
-                            Con una condición… Buff…- repliqué aún buscando recuperar el aliento.
-                            No pienso besarte, jaja…- dijo riendo a carcajadas.
-                            ¿Qué dices, tio?, jajaja- reí también con su ocurrencia.- Que me des la revancha otro día que venga preparado con ropa adecuada.
-                            Como no le pidas a Kobe Bryant que te de clases, creo que no podrá ser…
-                            Vete a la mierda…- le lancé el balón.- Anda sube a la moto, que vamos a la plaza a por esa cerveza.
Fuimos hasta la plaza, donde el día de antes había estado con mi hermana; la verdad, no era igual de agradable llevar  a un tío sudado, como paquete en la moto, que a mi hermana Sandra. Nos sentamos en la misma terraza y pedimos dos cervezas, haciendo que el camarero nos mirara de forma extraña porque no eran ni las doce de la mañana.
-                            Oye, quería decirte algo, si no reviento… Le echaste un par de huevos anoche con Germán…- soltó con las piernas encima de otra silla.
-                            Bah, no fue nada… Simplemente me sentó fatal que tratara así a mi hermana.
-                            Lo sé, tío. Alguien tenía que cantarle las cuarenta a el novio de tu hermana. No sé que coño ve tu hermana en ese pavo…- dijo mirando hacía arriba.
Lo miré con los ojos entornados, sintiendo por un momento que la frase de Lucho podía acabar perfectamente con: “pudiendo tenerme a mí”. Sentí un brote de celos, pero me calmé al pensar que era normal que mi hermana despertara esos sentimientos en otros tíos.
-                            Hey, tío no me mires así…- dijo Lucho que pareció leer mis pensamientos.- Que tu hermana está buenísima pero no voy detrás de ella.
-                            Vale, vale… Si no me enfado, Lucho. Además no creo que tú fueras su tipo…- dije con una sonrisa en los labios.
-                            Serás cabrón…- dijo entre risas mientras el camarero dejaba las cervezas sobre la mesa.
-                            Oye, que yo te preferiría mil veces de novio de mi hermana que al capullo de Germán.
-                            Mas te vale…- dijo dándole el primer sorbo a la cerveza.
Hubo un momento de silencio, como si los dos buscáramos otro tema de conversación que nos sacara de esta incomoda situación.
-                            Oye, Manu… ¿Ayer te tiraste a la tía esa?
-                            ¿A quien?
-                            Joder, tío… A la chica esa bajita con la que saliste de la discoteca.
-                            Soy un caballero, esas cosas no se cuentan…- dije dando un sorbo para esconder mi sonrisa.
-                            O sea que sí, jajaja…- rió Lucho.- Entonces pasaste totalmente de lo te dijera tu hermana…
-                            ¿Mi hermana?- pregunté extrañado.
-                            Sí, tío… Si fue detrás de ti, como un rayo, cuando vio que te ibas con la tía esa.
-                            Sofi…
-                            ¿Qué?
-                            Se llama Sofi…
-                            Bueno, pues con Sofi.
-                            Sí, pero no me dijo nada… Sólo que no llegara tarde si quería que nos fuéramos juntos.- mentí de nuevo para tapar a mi hermana.
Mi cabeza daba vueltas tratando de saber que significaba todo aquello; según Lucho, mi hermana había salido tras de Sofi y de mí… Pero en ningún momento había hablado conmigo. Después estaba la escena, de casi una hora más tarde, en la que su novio le recriminaba que llevara tanto tiempo fuera de la discoteca… ¿Qué coño hacía en el parque sola todo ese rato si no había podido encontrarnos? ¿O si nos había encontrado? ¡Joder! ¿Podía ser que mi hermana me hubiera espiado mientras follaba con Sofi?
-                            ¿Otra vez con los oídos taponados?- dijo dándome una patada, Lucho mientras reía.- ¡Que te has quedado en la parra!
-                            Pues sí, me la follé…- dije tratando de recuperar la conversación
-                            ¿A quien…?- preguntó con los ojos como platos e incorporándose del respaldo.
-                            A Sofi, ¿a quien va a ser?
-                            Joder, que susto tío… Cómo estábamos hablando de tu hermana.
Un sudor frío recorrió mi espalda, ante la idea de que Lucho se enterara de lo que sentía por Sandra.
-                            Pues estás que no paras, ¿eh?- dijo Lucho dándome una palmada en la rodilla.- Mi hermana me contó que también te habías liado con Carmen.
-                            Joder, ¿estás tías se lo cuentan todo?
-                            Coño, mejor para ti si lo que dicen sus cosas buenas… ¿Ves? Esa no me importaría en absoluto…
-                            ¿Quién?
-                            Carmen… Con esa me lo montaba otra vez cuando ella quisiera.
-                            ¿Te has tirado a Carmen?
-                            Soy un caballero…- dijo copiando la frase que yo había dicho momentos antes.
-                            Serás cabrón… ¡Pero si has dicho “otra vez”!
-                            Bueno vale… Es una puñetera leona en la cama.
Esbocé un sonrisa como confirmando la opinión de Lucho; si analizaba a Carmen desde el punto de vista sexual, es verdad que era una autentica bestia follando. Pero para mí, había sido mucho más; una amiga como no había encontrado nunca, una confidente y consejera que iba más allá de una vulgar compañera de polvos.
-                            Por mí, puedes intentarlo con ella… Prometo no meterme en medio.
-                            Manu, todavía tienes mucho que aprender… Las chicas son las que nos eligen; nosotros somos más tontos que ellas. Nos llevan a donde quieren y cuando quieren.
Me estaba empezando a caer muy bien el hermano de Lucía; un tío sincero, cabal y que decía las cosas claras como el agua. La verdad que no haría mala pareja con Carmen, pero también me sentía celoso de que otro tío estuviera con ella. No sé si era un acaparador o, simplemente, un jeta…
Estuvimos hablando cerca de dos horas más de mujeres, de deporte y de otros temas… Entre cervezas y risas, el tiempo se me pasó volando y eran ya casi las dos de la tarde cuando nos despedimos.
-                            Bueno tío… Queda pendiente esa revancha.-le dije chocando nuestras manos.
-                            Por supuesto, quedamos el domingo que viene… Acabarás pagando de nuevo las cervezas.- dijo mientras se alejaba botando la pelota por la calle.
Cogí de nuevo la moto, y me dirigí a mi casa; aparqué en el garaje y entré en la casa. Al llegar al salón vi a mi madre poniendo dos platos sobre la mesa.
-                            Hola mamá…- le dije dándole un beso en la mejilla.
-                            Vaya pestazo a cerveza que traes… Bebiendo y con la moto, muy bonito.- dijo dándome un golpe con una servilleta de tela que había sobre la mesa.
-                            ¿Y Sandra? ¿No viene a comer?- pregunté dándole un pellizco al pan y ganándome otro servilletazo de mi madre.
-                            Sí, ella ya ha comido… Ha llegado y se ha subido a su habitación; eso es por “madrugar” tanto… No estáis acostumbrados.
Me senté a la mesa para comer con mi madre; ella veía la tele, mientras mi mente estaba puesta en mi hermana. No sabía muy bien que habría pasado pero era raro que no me hubiera esperado para comer. ¿Habría discutido con Germán? Quizás tenía razón mi madre y, simplemente, tenía sueño atrasado.
Terminamos de almorzar y ayudé a mi madre a recoger la mesa, metiendo los platos sucios en el lavavajillas. No entenderé nunca como no le dieron un Novel al tío que inventó este cacharro. Después subí las escaleras con la excusa de que también quería echarme rato. Antes quería pasar por la habitación de mi hermana, para saber si estaba bien y ver si me atrevería a preguntarle si mis sospechas sobre su espionaje de anoche eran fundadas.
Entré en la habitación despacio y vi que, efectivamente, estaba durmiendo; llevaba puesto un tanga y una camiseta de dormir muy corta. Estaba de lado y con las piernas flexionadas, por lo que su culito estaba totalmente a mi vista con el hilo del tanga metido entre sus cachetes. No pude evitar empalmarme con esa visión.
Me senté en la cama justo al lado de su cabeza y acaricie su pelo, notando como dormía profundamente. Mi mano bajo por su espalda hasta entrar en contacto con su culo, sintiendo como mi hermana se movía con un suspiro; me asusté un momento por la idea de que se despertara y me descubriera acariciándola,  pero valía la pena correr ese riesgo. Me agaché y le di un beso en uno de sus cachetes, poniéndose su piel de gallina lo que me excitó más todavía.
Salí de su habitación como había entrado y me metí en mi habitación; sin poder evitarlo, y presa de la excitación que tenía desde la noche anterior al notar ese culo de mi hermana pegado a mi polla, me bajé el pantalón para masturbarme de forma furiosa hasta correrme, tumbado en mi cama, sobre mi barriga, mi pecho y mis piernas. Me limpié como pude para quedarme dormido momentos después.
Me desperté siendo casi de noche; me fui a la ducha viendo que la puerta de la habitación de mi hermana estaba abierta, por lo que supuse que estaría abajo en el salón. Después de darme una larga ducha, que me ayudó a limpiar los últimos restos de la brutal corrida de esa tarde.
Me vestí con el pantalón del pijama y una camiseta para bajar al salón; a mi madre no le gustaba que fuera sin camiseta por la casa… Estaba deseando de ver a mi hermana, para comprobar que todo iba bien; no sé porqué, tenía un mal presentimiento. Al bajar, volví a ver a mi madre sola sentada en el sofá.
-                            ¿Y Sandra?
-                            Hay que ver el interés que tenéis últimamente el uno por otro… Y antes erais como el perro y el gato.
-                            ¿Se ha ido?- continúe preguntando, haciendo caso omiso de la observación de mi madre.
-                            Sí, ha salido hace casi una hora y media… Dice que había quedado con Lucía para recoger unos apuntes y que cenaría en su casa…
Yo me dejé caer algo fastidiado en el sofá del salón; sabía que quizás habría quedado con el subnormal de su novio, porque ni Lucía estaba en la misma clase de mi hermana, ni era muy común que mi hermana cenara en casa de nadie, excepto de Carmen. Vi una película con mi madre, mientras cenamos, sin hacernos mucho caso el uno al otro. Después de un buen rato, me excusé y subí a mi habitación para conectarme a Internet; tenía ganas de hablar con Carmen.
Al conectarme el MSN, se abrió inmediatamente la ventana de conversación con ella.
-                            Hola guapo, ¿qué tal?- dijo Carmen
-                            Bien, tenía ganas de hablar contigo… Este fin de semana han pasado muchas cosas…
-                            Bueno, me gustará escuchar las dos versiones. Tu hermana me ha llamado hace un rato para contarme todo lo que ha pasado.
-                            Pues ahora no está en casa, creo que estará con Germán por ahí ¿Qué te ha contado?
-                            Cosas muy interesantes. ¿Estás sentado?
-                            Estoy tumbado en la cama.
-                            Mejor…
                                                                                           Sandra
-                            ¿Me lo puedes repetir?- dijo a gritos Carmen, haciendo que me retirara el móvil de la oreja para no quedarme sorda.
-                            Que lo he dejado… He dejado a Germán…- dije sintiéndome aliviada por haber podido contárselo a alguien de confianza.
-                            ¡Joder! No sé que decirte… ¿Enhorabuena? ¿Aleluya?
-                            Carmen, por favor… No quiero bromas, no ha sido muy agradable.
-                            Pero cuéntame todo… Quiero todos los detalles…
Empecé desde el principio le conté lo que pasó la noche de antes en la discoteca; como Manu se fue con la otra chica, sorprendiéndome de que Carmen no mostrara ninguna reacción que denotara celos por su parte. Relaté la bronca con Germán por haberme perdido en el parque y como tuvo que intervenir mi hermano para que la cosa no fuera a mayores. Carmen escuchaba sin interrumpirme en ningún momento, cosa que no era natural en ella, pero que me ayudó mucho a desahogarme…
-                            ¿Eso le dijo tu hermano a Germán? ¡Me encanta ese nene!
-                            Vuelves a reírte…- dije apesumbrada
-                            No estoy de broma, Sandra… Por fin alguien le echa huevos a ese tío; tienes que admitir que tu hermanito te ha abierto los ojos.
-                            No sé, supongo que por como me miró la gente y viendo como me defendió mi hermano, noté que me merecía algo mejor.
-                            Sandra…
-                            Qué…
-                            ¿Sigues colgada por tu hermano?
-                            Me prometiste que no sacarías nunca más ese tema…
-                            Sandra, paso de lo que te prometí… Ha llegado el momento de que afrontes la realidad.
-                            Pero tú estás con él, ¿no?
-                            No seas tonta, estoy a500 kilómetrosde él… Y él está con otras chicas. Además no te he preguntado eso, sino si a tí te sigue gustando tu hermano.
-                            Sí…
-                            Si, ¿qué?
-                            Joder, que si que estoy colgada por él… Es la razón por la que no sigo con Germán…
La línea telefónica se quedó en silencio por unos instantes, haciendo mirar el móvil por si había perdido la cobertura; pero allí seguía en la pantalla la información “llamada entrante… Carmen”
-                            ¿Sigues ahí?- pregunté poniendo de nuevo el móvil en mi oído.
-                            Sí, si… Es que todavía no me lo creo que hayas sido capaz de dejarlo, jaja.
-                            Pues menos se lo creía él… No veas el cabreo que ha cogido.- dije tranquilizándome un poco y riendo de la situación.
-                            ¿Cómo ha sido? Cuéntamelo todo, zorra…
-                            Pues esta mañana he ido a su casa…
-                            ¡Un momento! ¿Lo has mandado a la mierda en su puta casa?
-                            Mas o menos…
-                            Joder, eres peor que yo… ¿Y como ha sido?
-                            ¡Pero si no me dejas contarte con tanto interrumpirme, joder!
-                            Vale, vale… Me callo.
-                            Pues eso… Le he dicho que se había pasado la noche de antes; que ya no aguantaba más escenitas de celos. Y él decía que no había hecho nada que no hubiera hecho cualquier tío, que me había largado al parque y que seguía sin explicarle lo que hacía allí
-                            En eso tiene razón, por muy capullo que sea…- interrumpió de nuevo Carmen.
-                            Claro, si te parece le digo que había ido a ver como follaba mi hermano… Además eso no justifica que me pegara voces delante de todo el mundo y que me agarrara de esa forma tan violenta…
-                            Oye, qué no estoy defendiéndolo, ¿eh? No te pongas así conmigo.
-                            Ya lo sé… Bueno la cosa es que le dije que no volvería a ponerme una mano encima. Sabe dios que habría hecho si no se llega a meter mi hermano.
-                            No se hubiera atrevido con Lucho delante…- aclaró Carmen.
Por un momento pensé en su observación y en las miradas que aquella noche me había dedicado Lucho; seguramente tenía razón, Lucho se habría metido por medio de no aparecer mi hermano.
-                            Pues, ¿sabes lo que hizo Germán cuando le dije eso?
-                            Supongo que decirte que no lo haría y todo esa cantinela…
-                            No, se puso a llorar y a darle puñetazos a la pared… Me preguntó que si había otro tío.

Pequeño hermano mioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora