El agua templada de la ducha caía sobre mi cuerpo desnudo, mientras no dejaba de darle vueltas a la cabeza con lo que había sentido al ver desnudo a mi hermano pequeño… Manu se había convertido, de repente, en el centro de mis fantasías sexuales y lo peor es que no sabía como había llegado a esa situación.
Me sorprendí a mí misma observando con la mirada embelesada, la zona de los azulejos de la ducha donde, minutos antes, se había corrido con una potencia extraordinaria. Por supuesto no había rastro alguno, porque si algo tenía mi hermano pequeño es que era muy meticuloso y ordenado; autentico caballo de batalla que tenía mi madre conmigo.
Salí de la ducha liándome en la toalla que tenía preparada y que tapaba sólo justo por debajo de mi monte de Venus; me estaba secando el pelo con el secador, cuando por el ruido no pude escuchar los toques en la puerta de mi hermano pidiendo permiso para entrar.
- Sandra, que vengo a coger mi desodorante…- me dijo cuando ya estaba dentro del aseo.
- Pasa, no molestas, enano…- contesté sin dejar de mirar el espejo a la vez atusaba mi pelo.
Mientras Manu buscaba el bote de desodorante a mis espaldas, a través del reflejo del espejo pude observar como echaba tímidas miradas a mis piernas y a mi culo, ya que la toalla mostraba la parte bajo de mis cachetes. Eso me hizo sonreír, pensando en que no era indiferente para mi hermano. ¡Vaya con mi hombrecito!
Disimulé cuando se giró hacia mí para mirarse al espejo. Su espalda sobresalía detrás de la mía y me sacaba una cabeza de altura; era como si, de repente, me hubiera dado cuenta de lo que mi hermano había crecido en los últimos meses. Se quitó la camiseta, mostrando de nuevo su torso desnudo y se aplicó el desodorante de spray. Aquel agradable olor llegó a mi nariz e hizo que mi coñito se humedeciera; empezaba a ser realmente preocupante lo que me estaba ocurriendo.
- Joder, Manu… Qué se me va a pegar ese olor a tío…- me quejé para romper la tensión del momento.
- Lo siento hermanita, ya me voy…- me dijo dándome desde atrás un beso en la cabeza que hizo que se me erizara la piel.
Después salió del aseo, no sin antes echar un último vistazo al espectáculo que mostraba la toalla; y es que, si en algo puede presumir, es en culo. Carmen siempre bromeaba conmigo diciendo que me cambiaba un poco de tetas por mi culo; trato que yo no aceptaría, ya que si bien ella tiene dos tetazas grandes y tiesas, yo no estoy nada descontenta con mi pecho que, sin ser pequeño, se mantiene firme y deseable.
Salí con dirección a mi cuarto y la habitación de mi hermano estaba abierta; él estaba sentado en su cama con la vista puesta en el televisor y el mando de la consola en sus manos. Sonreí porque por sus gestos y la tensión que ponía en jugar aún parecía un niño; aunque, la verdad sea dicha, mi novio Germán era igual y tenia 24 años… Me dirigí a mi habitación y me coloqué un pantalón deportivo ancho por debajo de la rodilla y una camiseta de basket de mi hermano; me miré al espejo de la habitación y la verdad es que no estaba nada mal.
Cogí dinero del cofre donde guardaba mis ahorros para ir al supermercado a comprar las bebidas para la fiesta; salí de mi habitación y me asomé, de nuevo, a la de Manu llamando antes con los nudillos.
- Nene, voy a comprar las bebidas para la fiesta de esta noche, ¿me acompañas?- le dije con voz melosa.
- No, paso…- me dijo de forma seca mientras no quitaba ojos de la pantalla y del mando.
- Que borde eres, hijo…- acusé molesta y un poco escocida por su indeferencia saliendo hacía el pasillo; me dolía como si fuera algo especial, cuando su trato siempre había sido igual conmigo.
- Oye, Sandra…- me llamó saliendo él también al pasillo.
Me giré con una sonrisa en los labios, esperando a que hubiera cambiado de opinión sobre lo de acompañarme al supermercado.
- Tráeme una lata de Aquarius, ¿vale?- me dijo lanzándome una moneda de dos euros y riendo.
- Eres un cabrón…- le dije enfadada y marchándome a calle.
Cogí el coche de mi madre que, como se había ido con Raúl en su coche, había dejado las llaves y me fui a hacer las compras.
*
Una hora después estaba aparcando el coche en el garaje de la casa; fui a la puerta para llamar al timbre y que Manu saliera a echarme una mano con las bolsas al menos. Llamé y volví al coche para ir sacando cosas del maletero. Estaba con la cabeza metida en el maletero, cuando vi salir a mi amiga Carmen de mi casa. Llevaba puesta una camiseta amplia de mi hermano y, a tenor de los tirones que se daba para cubrirse mientras se acercaba a mí, quizás fuera la única prenda, aparte de la interior, que llevaba puesta. Iba descalza andando de puntillas, para ensuciarse la planta de los pies, y con una sonrisa en los labios.
- ¿Qué haces aquí?- pregunté sorprendida y un poco molesta, porque sabía perfectamente que estaba allí por mi hermano y por como iba “vestida”
- He venido para echarte una mano con la fiesta y para arreglarnos juntas.- aclaró sin borrar esa sonrisa de su cara.
- Vaya, y parece que te has puesto cómoda, ¿no?- le dije con sorna.- Creo que no has venido a echarme una mano a mí, precisamente…
- Jajaja… ¿Ya empezamos? Anda, dame que te ayude con las bolsas…
Con malas pulgas, le ofrecí dos de las bolsas de la compra. Aún así no podía entender como podía reaccionar de esa forma con Carmen, porque ella no tenía culpa de nada; era yo la que me estaba obsesionando con mi hermano, cuando antes nunca, y digo bien, nunca había mostrado el mínimo interés por él. Entré en la casa, con dirección a la cocina para dejar las bolsas, con Carmen detrás que me hablaba de la ropa que había traído para probarnos, sin que yo le prestara mucha atención.
Dejamos las bolsas sobre la gran mesa central que presidía la cocina tipo rustica y empecé a colocar las cosas con ayuda de mi amiga. Entonces, encontré en una de las bolsas el Aquarius que me había pedido mi hermano.
- ¿Dónde está mi hermano? Se podía dignar a bajar a ayudarnos…- dije a Carmen con un enfado notable.
- Creo que todavía está en la ducha.
- Pero, ¿qué dices? Si ya se había duchado antes que yo…
- Quizás haya sudado otra vez y se haya tenido que duchar de nuevo- dijo Carmen con una sonrisa en los labios, provocándome.
- Joder, Carmen, no tienes porque ser tan explicita con esos temas, ¿no?
- Madre mía, que borde estas tú hoy, ¿no?- dijo ya mostrando un poco de enfado.- No te he dicho nada malo, pero tranquila que no te hablaré más; mejor me voy a mi casa…
Me quedé en la cocina quieta mientras veía como Carmen, dejaba las dos botellas que llevaba en las manos sobre la mesa y salía de la sala, subiendo las escaleras. Comenzaron a asaltarme los remordimientos por como había tratado a mi amiga, porque en el fondo era verdad que no había nada que me pudiera molestar. El problema era mío y de los estúpidos celos que despertaba en mí el hacho de que se estuviera follando a mi hermano Manu.
Cogí la lata de bebida isotónica que me había pedido mi hermano y subí las escaleras. Llegué a mi habitación y vi a Carmen sentada en mi cama, poniendo unos vaqueros y en sujetador por haberse quitado la camiseta de mi hermano que llevaba puesta. Se veía que estaba enfadada porque no me dirigió ni una mirada cuando entré en la habitación.
- Lo siento…- me disculpé poniéndome de cuclillas delante de ella.- Es verdad que he sido una estúpida; no tengo que juzgarte por estar con mi hermano… Eres mi amiga y eso está por encima de todo.
Carmen me miraba con el gesto consternado y escuchando mis palabras atentamente, mientras tenía el pantalón a la altura de los tobillos.
- Sólo es que tengo miedo de que os hagáis daño y la cosa se estropeé entre nosotras. No es por celos, es por miedo…- mentí a sabiendas de que eran puros celos lo que sentía.
Pero, ¿qué iba a decirle…? Mira, Carmen, no quiero que te acerques a mi hermano, porque lo quiero para mí; no puedo evitar estar podidamente colgada por él… No era cuestión, ¿verdad?
- Mira, cariño…- me dijo Carmen ya más tranquila.- Tu hermano y yo no estamos haciendo nada malo, somos adultos y amigos con derecho a roce. Él me ha dejado claro que no quiere nada serio y sabemos a que atenernos.
- ¿Te ha dicho que no quiere nada serio?- dije sorprendida con un ardor en el pecho por el pequeño hilo de esperanza que se abría.
- Sí, bueno… Lo entiendo, es joven para atarse; además ya sabes que yo no soy muy de relaciones normales, jaja.
- ¿Qué lo entiendes? ¿Qué ese niñato desprecie estar con una tía como tú? Pero, si la mitad de sus amigos se estarán pajeando pensando en ti.- replique yo, viendo que mi hermano trataba a mi amiga como un trozo de carne.
- No sé si tomarme eso como un halago, jaja…- rió Carmen subiendo los pantalones.- Además yo tampoco buscaba nada serio, ha surgido esto y ya está. Para mí, es un tío que vale la pena; puedes tener una conversación con él, me trata bien y además…- cortó la frase con una sonrisa en los labios.
- Folla de puta madre… Ya me lo dijiste…- dije con los ojos en blanco.
- Quiero que sepas que sólo es un rollo; ni salimos juntos, ni quedaremos los fines de semana, ni nada por el estilo…
- ¿No va a bajar contigo a la fiesta?- pregunté ya mucho más tranquila con ella.
- No creo que baje… Ya sabes lo cortado que es, además estando tu novio… ¿Tú sabes que leches le pasó con Germán?
- Pues más o menos me lo imagino; la pandilla de Germán siempre se metía con Manu y sus amigos; Germán me ha prometido que él nunca hacía nada pero…
- No te lo crees… Ya sabes que Germán suele ser el de las “ideas geniales” en su grupo.
- ¿A ti no te ha dicho nada de ese tema?- le pregunté viendo que ahora tenía una aliada a la hora de romper esa coraza que había construido mi hermano a su alrededor.
- Bueno, me ha dicho que te ha visto llegar alguna vez enfadada con él y te oía llorar desde su habitación… Palabras textuales: “No aguanto a ese capullo”
Por un momento me sentí agradecida con Manu; por preocuparse por mí, por saber que pensaba en mí y que tenía en cuenta mis sentimientos. Mi hermano era mucho más cariñoso de lo que yo creía… Buff, justo lo que me faltaba para encoñarme más todavía de él.
- Ya sabes como es Germán…- traté que justificarme.
- Sé perfectamente como es tu novio, nena… Sabes que me prometí respetarte y no opinar más de él.
- Cállate ya, jaja… Anda llévale esto a mi hermano.- le dije dándole la lata de Aquarius.
- ¿Por qué no se la llevas tú? A lo mejor lo convences para que baje un rato a tomar algo a la fiesta…- me dijo guiñándome un ojo.
Sonreí agradeciendo el gesto a mi amiga, y me levanté para dirigirme ala habitación de mi hermano, que ya había salido de la ducha. Toc, toc. Golpeé la puerta con los nudillos.
- Pasa…- dijo desde el otro lado mi hermano.
- Enano, te traigo tu lata…- le dije entrando y viendo que mi hermano, sentado en la cama con un pantalón corto y sin camiseta no se sorprendía porque fuera yo.
- Gracias, hermanita… Y perdona por no haberte acompañado antes.
- Bueno, a lo mejor es que tenías un plan mejor.- solté haciendo referencia a la visita de Carmen.
- No, ella ha venido a buscarte a ti… Pero no la iba a dejar en la puerta, ¿no?
- Anda, toma tu lata…- le dije sentándome en la cama con él.
Noté que mi hermano aguantaba la respiración cuando me tenía cerca, lo que me hizo gracia, porque se ponía nervioso y muy guapo al tenerme cerca.
- Bajarás un rato a la fiesta, ¿no?
- No creo, ya sabes que no me gusta mucho ese rollo.
- Venga, enano hazlo por mí, ¿vale?- le pedí dándole un beso en la mejilla y viendo como se ponía rojo como un tomate.- Además estará Carmen…
- Ya sé que Carmen estará, pero prefiero quedarme arriba…
Me levanté y abrí su armario de ropa y busqué entre las perchas de su ropa, mientras él me miraba sin decir un palabra pero con cara de fastidio. Saqué una camisa blanca de lino que le había comprado para su cumpleaños y que nunca se había puesto.
- Anda enano… Y ya de paso la estrenas.-le pedí poniéndole ojitos.
- No me pidas eso, por favor… Sabes que no estaré a gusto ahí abajo…
- Vale, vale… Tienes razón.- le dije con gesto simpático.- Te subiré una copa durante la fiesta.
Él me sonrió por toda respuesta mientras yo salía de la habitación. Carmen me esperaba en la mía, ansiosa de saber la conversación que había tenido con él.
- No he conseguido convencerlo… No quiere bajar, pero al menos ha admitido que le suba una copa…
- Bueno, algo es algo. Lo que consiga su hermanita no lo consiguen ni un par de tetas…- dijo riendo levantándose las tetazas con ambas manos.
- La madre que te parió, jaja- reí con su ocurrencia.
- ¿Preparada para un pase de modelos de las tías más buenas del barrio?- dijo sacando una maleta con un montón de ropa dentro.
*
Cuando sonó el timbre, Carmen y yo ya habíamos preparado las bebidas y los aperitivos en la mesa del jardín trasero. Carmen llevaba puesto un vestido de verano de color verde y muy por encima de la rodilla; un escote generoso de tirantes que dejaba ver buena parte de sus tetas y su pelo largo recogido en una coleta alta de caballo. Yo llevaba una falda corta blanca y de volantes y un top tipo bikini de color azul celeste que dejaba mi ombligo al aire.
Carmen abrió la puerta, donde esperaban Germán, Lucía y su hermano Lucho. Cada uno le dio dos besos en las mejillas y pasaron mientras sonaba la canción “Dame Vida” de Huecco en el equipo que habíamos puesto mi amiga y yo en el jardín.
- Niña, cada día estás más buena…- me dijo Germán a la vez que me levantaba cogiendo del culo, que casi me deja todo el tanga al aire.
- Estate quieto, no seas bruto…- le dije un poco molesta. Tengo que admitir que todo el episodio con mi hermano me estaba haciendo ver los defectos de Germán.
- ¡Lucho! Vamos a tomar una copa, ¿no?- dijo dejándome de lado para dirigirse a la mesa de las bebidas.
Lucho, el hermano de Lucía, pasó por mi lado y mirando de arriba abajo con cara de asombro me piropeó:
- Hola, Sandra… Es verdad que estás muy guapa.- me dijo y se acercó a darme dos besos.
- ¡Luchoooo!- dijo Germán sirviéndose ya la primera copa y reclamando a su amigo.
- ¡Ya vooooy!- contestó con desgana el hermano de Lucía.- Desde luego, que a ver cuando dejas a este pesao…
La broma de Lucho me dejó pensativa mientras él se marchaba. Yo seguía hecha un lío, porque nunca había dudado de mi relación con mi novio, si bien es verdad, tampoco nunca me había masturbado pensando en la polla de mi hermano.
- ¡Qué te estoy hablando!- me sacó de mis pensamientos Lucía, sacudiéndome el hombro.
- Uff, perdona nena… Es que estaba pendiente de que estos no tiraran nada de la mesa.
Lucía era una chica muy especial para nosotras; siempre había estado un poco acomplejada por tener algunos kilos de más, hasta el punto que dejó de salir con nosotras un tiempo por la estúpida idea de que nosotras la dejaríamos de lado por su aspecto. Nada más lejos de la realidad; era, con mucha diferencia, la más guapa de las tres y la que menos dependía de su cuerpo para atraer a los chicos, por su simpatía. Su hermano Lucho, también era muy buena gente. No pertenecía a la pandilla de amigos de Germán, lo que ya le daba un voto de confianza; además cuidaba de su hermana pequeña como un tesoro. De los pocos amigos que yo invitaría a mi casa sin miedo a que armaran ningún estropicio; Germán siempre me echaba en cara que nunca invitáramos a sus amigos, pero respetaba mi decisión. Supongo que sabía que, a veces, ni él mismo podía controlarlo y prefería curarse en salud.
Al cabo de una hora, mas o menos, recordé que había prometido subirle una copa a mi hermano Manu que por supuesto, no se había dignado a bajar; aunque viendo el camino que llevaba Germán, con evidentes síntomas de embriaguez, quizás era mejor que no lo hiciera.
- Carmen… - avisé a mi amiga por gestos de que iba a subirle la copa a mi hermano, para que me cubriera delante de mi novio.
Ella me hizo un gracioso gesto militar a la vez que se levantaba y se ponía a bailar con Germán, que no perdió la oportunidad que cogerla de la cintura y acercársela. Todo normal en él, ya era un sobón antes de estar con él. Esas cosas ya no me enfadaban, y mucho menos con Carmen. Lucía me hizo un guiño animándome a subir, lo que quiere decir que Carmen le habría contado la situación.
Subí las escaleras con la copa de mi hermano en la mano; estando en la segunda planta, y casi llegando a la puerta de su habitación, el combinado encima del aparador que había en el pasillo y me coloqué bien la falda, me atusé el pelo frente al pequeño espejo que había y me coloqué las tetas dentro del sujetador. Me estaba preparando para mi hermano y me estaba dando perfecta cuenta. Suspiré ante lo natural que me parecía todo aquello.
- Manu…- dije llamando y entrando directamente en la habitación.- te traigo una copa…
Me quedé absorta porque mi hermano estaba en boxer, que no ocultaban el gran bulto de sus calzoncillos, y tratando de abotonarse la camisa que yo le regalé. No parecía tener mucha pericia con ese tipo de prendas. Entonces entendí que se estaba preparando para bajar a la fiesta; aquel cosquilleo volvió a mi estomago.
- Déjame que te ayude, anda…- le dije acercándome a él, mientras estaba en boxer, como lo más normal del mundo.
- Lo…Lo siento, no soy muy de ponerme estas camisas pijas.- dijo nervioso mientras yo le abotonaba la camisa.
- Pues deberías ponértela más a menudo, estas muy guapo.
- Tú si que estás guapa…
En ese instante, parece que pasó un ángel porque nos quedamos los dos en silencio. Debido a que me sacaba unos centímetros de altura, y que yo estaba abotonando los botones de arriba abajo, yo miraba hacía arriba cuando encontré su mirada en mis ojos. Hubo un momento en el que ninguno de los dos respiramos; fui yo quien lo rompí comenzando a bajar la mirada mientras seguía abrochándole la camisa.
- Gracias…- le dije mientras mis manos ya iban por los botones de sus abdominales.
- ¿Por qué?
- Por hacer el esfuerzo de bajar, es muy importante para mí. Quizás ayude el que Carmen esté allí abajo pero de todas formas, gracias.
- No sé porque es tan importante para ti; has hecho mil fiestas en casa y nunca te ha molestado que no baje.
- Quizás ésta sea especial y ya está.- le dijo buscando de nuevo su mirada que él evitó.
Llegué a abrochar los últimos botones de abajo y me fije en el bultazo que marcaban aquellos boxer. ¡Mi hermano estaba empalmado! Juro que por un momento se me pasó por la cabeza acariciar ese bulto, pero aguanté la tentación… Me alejé un poco turbada cuando acabé de abrocharle, y me senté en la cama con las piernas cruzadas mientras le daba un largo sorbo a su copa.
- Te vas a beber mi copa…- espetó en broma mi hermano a la vez que se subía unos vaqueros negros que le ceñían un culo increíble.
- Bueno, así bajamos antes, ¿no?
Echó una mirada fugaz a mis piernas casi desnudas al haberse subido la falda por cruzar las piernas.
- Yo ya estoy listo… Las señoritas, primero.- dijo caballerosamente ofreciéndome la mano para levantarme.
- Gracias, Manu…- le dijo obviando cualquier referencia de parentesco.
Pasé por la puerta delante de él, moviendo el culo de forma provocadora, como cuando quería ligar con un tío; estaba tonteando con mi propio hermano y lo peor es que estaba funcionando, porque podía notar su mirada en mi trasero. Creo que a esas alturas ya tenía el tanga empapado porque, en dos minutos, Manu me había tratado con más gentileza que mi novio en los meses que llevábamos saliendo.
Cuando bajamos la escalera, yo delante de él, Germán estaba a los pies de la misma esperándome.
- ¡Vaya! Por fin aparece la desaparecida…- dijo en broma con una copa en la mano; entonces vio a mi hermano detrás de mí y su cara cambió por una de asquerosa suficiencia.
Yo le dí un beso en los labios y me quedé a su lado hasta que se produjera el encuentro entre ellos porque no me fiaba. Se hizo un silencio en la sala, porque todos estábamos pendientes de lo que se dirían. Yo sólo pensaba Manu, por favor, no lo hagas.
- Germán, ¿que tal tío?- le dijo dándole un toque cariñoso en el hombro que nos dejó a todos de piedra y a mi novio sin argumentos.- Siento haberte robado a tu novia un rato pero estábamos hablando con mi madre por teléfono.
Germán se quedó sin habla, quizás por se esperaba indiferencia o, incluso, alguna frase provocadora por parte de mi hermano. De hecho, todos esperábamos algo parecido… Todos, menos Carmen, que miraba la escena complacida desde la improvisada barra de bebidas.
- Bien… O sea… No pasa nada, cuñado… En cosas de hermanos no me meto.
- ¿Nos tomamos una copa?- añadió Manu dándole otro golpe en el hombro como señal de compañerismo.
- Claro tío…- contestó Germán que no sabía muy bien como tomarse el cambio de mi hermano.
Los dos pasaron por mí lado; Manu me guiñó un ojo, mientras yo le daba las gracias a acariciando su brazo. Me tenía que rendir ante su comportamiento de esa noche; ahora sabía que lo estaba haciendo por mí, porque no hizo ningún gesto de acercarse a Carmen, lo que quiere decir que querían mantener su relación en secreto.
- Nena, voy a emborrachar a tu hermanito, jeje…- dijo Germán con una voz que anunciaba que seguramente él caería antes que Manu.
- Tened cuidado, nada…
- Creo que a esa tía le gustamos, jeje- dijo mi novio abrazado a mi hermano; Manu miró hacia atrás y me observó de arriba abajo.
Carmen se acercó a mí con una copa en la mano y una sonrisa que no le cabía en la cara.
- Ha sido intenso, ¿eh?- murmuró muy cerca de mi oído.
- No sé a que te refieres.- dije creyendo que se refería a la escena del dormitorio donde ella no había estado.
- Coño, el encuentro entre estos dos…- añadió señalando a los dos chicos que ya estaban junto con Lucho echándose unos chupitos.
- Ah si… No me puedo creer como ha reaccionado Manu…
- Bueno, como dice el dicho “si no puedes con tu enemigo, únete a él”- dijo de forma solemne mi amiga.
- Oye, no me había dado cuenta el culito que tiene tu hermano.- dijo detrás nuestra, Lucía que se incorporaba a la conversación. Carmen y yo la miramos como dos leonas defendiendo a nuestro macho.- Vale, vale… No he dicho nada.
- No te preocupes, mujer… Es que Carmen lo quiere para ella…- dije metiendo en un lío a mi amiga que me miraba con cara desencajada.
- ¿Te gusta su hermano? Vaya, yo creí que te gustaba el mío… Por lo de aquella noche- dijo en referencia a Lucho.
- ¿Se ha liado con tu hermano?- dije escandalizada y sonriendo.- Eso no me lo has contado, cabrona…
- No… Yo no… Joder… Que calor, ¿no?... ¿Queréis una copa?- dijo un poco avergonzada mi amiga mientras huía.
Lucía y yo comenzamos a reír; Carmen era única. Creemos firmemente que con los tíos que se ha pasado por la piedra se pueden montar tres equipos de futbol. Cuando volvió con las copas nos sentamos en un banco del jardín charlando de nuestras cosas; del Pili y los cuernos que le había puesto su novio, de lo zorra que parecía Cinthia, la ex de Lucho… Cosas de chicas, ya sabéis.
En el otro lado del jardín los chicos reían entre ellos; habían llegado al momento de mostrar sus bíceps, para demostrar quien tenía más músculos… Yo pensé para mí, que como les diera por compararse las pollas, Germán y su germanator, se iban a llevar un buen susto con mi hermanito.
*
Cuatro horas después, Lucía y Lucho se habían marchado; Carmen estaba con mi hermano tomándose una copa, aún dentro de la casa, porque se iba a quedar a dormir en mi casa como de costumbre cada vez que me quedaba sola. Yo estaba en la puerta despidiéndome de Germán.
- No sé porque no me puedo quedar a dormir contigo…- me dijo mientras me besaba el cuello y sobaba mi culo por debajo de la falda en el jardín de la entrada.
- Porque no me dejarías dormir…- le decía tratando de alejarlo.
- ¿Y eso es malo? Nunca te has quejado de germanator
- Mi hermano está aquí… Y una cosa es que os llevéis mejor y otra que nos escuche follar…
- Coño, pues que se folle él a Carmen, que me ha dicho antes que le pone mucho.
- ¿Eso te ha dicho?- dije un poco molesta al ver que mi hermano confesaba abiertamente, y a su supuesto peor enemigo, que le gustaba Carmen.
- Sí, de hecho, a lo mejor, mientras tú y yo estamos aquí ya le está dando caña en el sofá de tu salón, jeje.- decía pegándome a él para que notara su erección.
- No digas eso, Germán… Umm.- gemía yo al sentir su dura polla en mi vientre y como me calentaban las palabras de mi novio.
- Vamos cariño, no me vas a dejar que me vaya así, ¿verdad?- dijo sacándose la polla del pantalón y llevándome a una zona oscura del jardín
Cogió mi mano y la llevó a su durísima polla; no hice ningún ademán de retirarse, sino que comencé a pajearla mientras me comía la boca con él. Al fin y al cabo, estaba caliente como una perra y él era mi novio… Era la forma normal de desahogarme, ¿no?
- Dale un besito a germanator, zorrita…- me incitó sabiendo que no me gusta que me insulte, pero en ese momento me daba igual.
Me puse de cuclillas y comencé a besar aquella polla que tantas veces había probado. Empecé a lamer el tronco, mientras acariciaba sus huevos, duros como piedras. Pocos segundos después, me metí aquel rabo en la boca y mamé como si fuera la última polla que me fuera a comer en mi vida.
- Joder, Sandrita… ¿Tenías ganas de polla? Ufff madre mía, nunca me la habías comido así…
Yo seguía mamando, mientras otra de mis manos se perdía entre mis muslos, al estar de cuclillas, para masturbarse sobre el empapado tanga. Y entonces fue cuando ocurrió por primera vez… Mientras tenía en la boca la polla de mi novio, llevó ami mente la escena de mi hermano Manu masturbándose su pollón en la ducha. Me la metí hasta la garganta, provocándome una arcada que me hizo sacarla para recuperar la respiración.
- No te pares ahora, por dios… Qué estoy a punto de correrme…- me dijo Germán mientras me cogía de la nuca y me arrimaba de nuevo a su rabo, que no rechacé en absoluto.
- Sí, nene… Córrete en mi boca…
- ¿En tu boca? Joder… ¿Qué te pasa hoy? Jeje.
- ¿No quieres?- le dije ya visualizando a mi hermano en su lugar.
Por toda respuesta, Germán volvió a meter su polla en mi boca para follármela… Mi cabeza seguía en otro lado, sintiendo aquella polla en mi boca e imaginando otra muy distinta. Por un momento, imaginé si sería verdad que Manu y Carmen estarían follando allí dentro y me puse más cachonda todavía; mi mano se perdió, totalmente, dentro de mi tanga acariciando mi coñito hasta llegar al borde del orgasmo. Entonces, Germán explotó en mi boca sintiendo el sabor salado de su semen en mi paladar. Algunas veces, pocas según él, había dejado que se corriera en mi boca pero siempre lo había escupido. Esta vez, mientras sentía su leche en mi boca y me corría con dos dedos en mi coñito, comencé a tragar todo lo que podía hasta que salió por la comisura de mis labios.
- Joder… Joder… Que corrida…Joder…- repetía mi novio, sacando la polla de mi boca.- Ha sido la hostia… Tenemos que montar más fiestas como estas si acabas chupándomela así.
- Bueno, ahora tienes que irte, ¿vale?- le dije levantándome mientras le besaba en la mejilla.
- Joder, que prisas, ¿no?- dijo riendo Germán mientras se guardaba su morcillona polla en los pantalones.
- Venga, por favor… Mañana te llamo, ¿vale?- le dije sin dejar de besarle- Es tarde y quiero recoger todo lo de la fiesta antes de irme a la cama.
- Vale, vale… Mañana saldré con estos a dar una vuelta con la moto- me dijo dirigiéndose a la puerta y yo detrás acompañándole.
Traducción de esa frase en el idioma de mi chico: No me vas pillar hasta bien entrada la tarde, porque me voy de cervezas con mis amigos hasta las tantas.
Germán se marchó, diez minutos después, tras mucho insitirle… Me apoyé contra la puerta del jardin escuchando como mi novio arrancaba su moto y se marchaba.
Ahora quedaba lo peor; entrar en mi casa y rezar por no encontrarme la imagen que había descrito Germán: Carmen y mi hermano follando en el salón de mi casa. Entré despacio, esperándome cualquier cosa pero, gracias a dios, no fue como esperaba y en el salón no había nadie. Respiré hondo, sentándome en el sofá y sirviéndome una última copa… Entonces empecé a escuchar el espectáculo.
Los gemidos de Carmen llegaban desde la planta de arriba y, en el silencio de la casa, llenaban toda la planta de arriba.
- Dios…Ah, ah, ah… Así, sigue…- gritaba mi amiga, dejándome de piedra.
Casi se me cae la copa de la mano; no parecía importarles que, con toda seguridad, yo estuviera escuchándoles porque creo que hasta el Papa los estaría escuchando en el Vaticano.
Subí las escaleras despacio, mientras las piernas me temblaban de la excitación. Mi tanga empapado y el sabor a la lefa de Germán no ayudaban en absoluto. Conforme llegaba a la planta de arriba, los gritos se hacían más fuertes.
- MADRE MÍAAA… ME VAS A MATAR, CABRÓN…-seguía gritando mi amiga, que sabía que era muy escandalosa a la hora de follar, pero no hasta ese punto.
Mis pasos me guiaban hasta la habitación de Manu, como si pensaran por ellos mismos; la puerta estaba medio abierta y no puede resistir la tentación de mirar.
Mi hermano Manu estaba encima de Carmen con sus piernas en sus hombros; en la tenue luz de la lamparilla de la mesilla, solo podía ver el musculoso culo de mi hermano marcando un ritmo brutal y penetrando a mi amiga que no paraba de gemir…
- ME CORRO, JODER… TENÍA QUE HABERTE CATADO ANTES… JODER…SIGUE, MANUUU…- decía arqueando la espalda y corriéndose entre gemidos inconexos.
Pero mi hermano, sin decir palabra alguna, seguía bombeando el coño de mi amiga que le arañaba la espalda y gritaba fuera de sí. Mi tanga ya estaba totalmente pegado a mi coñito por la humedad y me tuve que ir al baño y encerrarme para comenzar a masturbarme con la banda sonora de aquel polvazo de fondo. Mi mano se perdía en mi coño y los gemidos de mi amiga iban en aumento, ahora acompañado de los de mi hermano Manu.
- ASÍ, ASÍ… JODER, FÓLLAME, ME VOY A CORRER OTRA VEZ… DIOSSS…
- YO… YO TAMBIEN… UFFF…-escuché decir a mi hermano, lo que me encendió más aún.
- CÓRRETE FUERA… QUE ME PREÑAS…UMMM…ARGHHHHH YAAA, ME CORROOOOHH…- anunció Carmen.
- ARGHHHHH… JODEEER…- escuche a mi hermano segundos después, mientras a mí me llegaba un atronador orgasmo que me dejaba desecha sentada en el inodoro.
- Así, nene… Échamelo todo en las tetas, así…Joder, que caliente está…- decía Carmen más tranquila pero haciéndome flipar, imaginando la escena.- Déjame que vaya al baño a limpiarme un poco.
Al escuchar esa frase, me incorporé corriendo con el tanga aún en los tobillos y me vestí todo lo rápido que pude, antes de que Carmen me pillara. Entró justo cuando yo me levantaba acalorada del inodoro, y me arreglaba la falda.
La escena que había delante mía hicieron que hasta las piernas me temblaran; mi amiga Carmen totalmente desnuda, cosa que ya había visto otras veces, pero con las tetazas moteadas por la leche de mi hermano. Y vaya cantidad de leche que llevaba encima. Se me quedó mirando primero sorprendida y luego con una sonrisa; cerró la puerta tras ella y se acercó a mí:
- ¿Nos has estado espiando?- preguntó tan cerca de mí que podía notar el olor a semen que desprendían sus pechos.
- No… Yo no…
- Vamos, nena, que nos conocemos… ¿Te has corrido?- me dijo echándome mano a mi húmedo coñito.
- ¿Qué haces, tía?- me retire sin poder evitar que ella pasara antes su mano por mi entrepierna,
- Estás empapada… Te has excitado escuchándonos follar…
- ¡Me quieres dejar en paz!-dije algo molesta al verme arrinconada por ella.
- Joder no es tan difícil… Admítelo; te has puesto muy caliente y te has tenido que hacer una paja escuchándome follar con tu hermano.
- ¡Vale! Sí… ¿Eso querías oir? Pues si… No puedo remediarlo, me gusta mi hermano, joder…
Presa de la situación no me di cuenta que la puerta del baño se había abierto hace un rato y que mi hermano de pie, vestido tan solo con esos apretados boxer, en el marco de la puerta había escuchado esta última frase… Me miraba con los ojos como platos y la boca abierta.
- JODEEER…- grité cerrándole la puerta en las narices y pudiendo haberle dado un golpe tremendo en la cara con ella.
Sentí como si el mundo se me derrumbara encima; me senté en el inodoro, de nuevo, y comencé a llorar desconsolada. Carmen seguía dentro del baño y trataba de consolarme.
- Oye, Sandra, escucha…
- Déjame, tía…- replicaba mientras no paraba de llorar.- acabo de liarla… Le he dicho a mi hermano que me gusta… ¿Qué va pensar de mí?
- No pasa nada. Sabrá entenderlo. Bueno, si no le has partido la boca con ese portazo, jeje.- bromeó llevándose una mirada asesina por mi parte.- Vale, vale… La cosa es seria.
- ¡Claro que es seria! No sé como he llegado a esto… Joder, joder…
- Oye, ¿puedes aclararme una cosa? Has dicho que te gusta tu hermano, no has dicho que te has calentado escuchándonos…- me miró sin ningún rastro de enfado en sus ojos.
- Lo siento, de verdad… Ya sé que te gusta… Me alejaré de él… Le explicaré que sólo ha sido un calentón y ya está.
- Mira, en una cosa tienes razón… Tienes que hablar con él; pero no por mí, sino por vosotros- dijo mientras se iba a la ducha.- Y ahora si me permites, me ducharé para quitarme esto de encima que no veas tu hermanito, jaja.
Esta tía era increíble, yo al borde de un ataque de ansiedad, y ella seguía bromeando como si nada… Una amiga suya le había dicho que estaba colgada por su hermano pequeño y su respuesta fue que se iba a dar una ducha.
- ¿Todavía estás aquí?- me dijo cuando el agua ya caía sobre su cuerpazo.- Lo digo en serio, tía… Sal ahí y habla con Manu, que ya es hora de que os dejéis de gilipolleces.- me dijo tirándome la esponja que me dio en toda la cara.
Salí del baño, escupiendo espuma de jabón y un poco avergonzada. No sabía muy bien como enfrentarme a él; aquella situación se me hacía muy grande. Estaba colgada por mi hermano, lo que sentía no era simple atracción física, porque me gustaba todo en él. Pero, ¡era mi hermano! ¿Cómo podía ni siquiera pensar en ello?
- Manu, ¿dónde estás?- pregunté desde la puerta del baño, cerrada a mis espaldas.
- Estoy en mi habitación…- contestó con una voz leve.
Entré en su habitación y lo vi sentado en su cama; seguía con los boxer como única prenda y me miraba fijamente.
- ¿Te he dado con la puerta?- pregunté tratando de tomar tiempo.
- La he esquivado a tiempo…- dijo mientras se levantó de la cama y empezó a andar hacia mí.- ¿Quieres decirme algo?
- Yo… Manu… No sé que piensas de mí, pero yo…
Mientras yo trataba de sacar de mi boca alguna frase coherente, la distancia entre los dos era cada vez más corta; yo andaba hacía atrás sin mirar como si quisiera huir de él, hasta que chocó mi espalda con la pared justo al lado de la puerta de salida.
Su cuerpo se pegó al mío, sentía la erección de su boxer clavado en mi vientre; a mí, no me llegaba el aire a los pulmones.
- Manu… No sé que decirte… Esto no…
No me dejó acabar, sus labios rozaron los mios; al cabo de unos segundos de tímidos besos, abrí los labios y nuestras lenguas se encontraron… Todo muy suave, muy intenso. Sus manos me cogieron la barbilla y me separaron un momento de él.
- Sandra… Hermana… Tengo algo que contarte.
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Pequeño hermano mio
Novela JuvenilBueno gente la verdad no sabria como describir esta historia, al igual que la otra que esta en mi perfil no me pertenece, fue escrita en una pagina de Internet por alguien con el pseudonimos de kiosquero, y me atrapo. Si bien tiene algunas faltas de...