Marta iba hacia el ancianato donde trabajaba de enfermera. El viento en esa noche era fuerte y enredaba su cabellera larga y castaña, pero Marta no le prestaba atención, pues iba sumida en sus pensamientos.
Le preocupaba el efecto que pudiera tener el medicamento experimental que estaban suministrando a los residentes.
Llegó al lugar. Mientras cerraba con llave la puerta prestó atención a un sonido y en ese momento escuchó el zumbido de un motor eléctrico: era la silla de ruedas de la señora Fernández. La anciana parecía dormida.
- ¡Señora Fernández! -exclamó Marta, y corrió hacia la anciana.
Al apagar la silla notó que la mano de la anciana estaba muy fría, y el brazo estaba algo rígido. Extrañada, le tomó el pulso, no tenía, estaba muerta. Aún sostenía la mano de la anciana cuando ésta abrió los ojos súbitamente, enderezó la cabeza con un movimiento rápido y abrió la boca al tiempo que emitió un grito espantoso. Seguidamente la anciana muerta intentó agarrarla lanzando manotazos y se estiró con la intención de morderla, y sus dientes postizos castañearon en el aire.
Tenía los ojos rojos, inyectados de sangre, y abría la boca desmesuradamente al gritar.
Marta, horrorizada, se apartó bruscamente. Entonces la muerta se levantó de la silla y avanzó hacia ella, sin dejar de dar manotazos al aire tratando de agarrarla.
“¡¿Qué es esto, Dios mío?!”, pensó Marta al ir retrocediendo. Al girar rumbo a la puerta casi choca con un anciano que se había acercado por detrás sin que ella lo notara. Éste también tenía los ojos rojos, y había otros. Todos los residentes del lugar, convertidos en zombies, avanzaban ahora hacia el salón, hacia Marisol, que al verlos dejó escapar un grito de terror.Todos estaban manchados de sangre: algunos iban masticando, otros sostenían partes humanas y succionaban la carne e intentaban sacar trozos sacudiendo la cabeza.
Marta, completamente aterrada, retrocedió ante aquel grupo de zombies; mas entre tanto terror pudo razonar igual: se acordó de la otra salida y corrió hacia ella. Los zombies empezaron a seguirla, avanzando entre gritos y gemidos.
Ya frente a la puerta buscó las llaves dentro del bolso. En su apuro se le cayeron al suelo. Los zombies ya estaban cerca. El terror le entorpecía las manos, no podía meter la llave. Cuando finalmente la abrió, uno de los zombies ya estaba a su lado, y con un movimiento rápido le mordió el brazo.
Marta se deshizo del zombie de un empujón y consiguió salir, aunque en su apuro dejó la puerta abierta.
Ya completamente dominada por el terror, lo único que atinó a hacer fue correr hacia su casa, que estaba a unas cuadras de allí.En su hogar estaban sus tres hijos y su esposo; estaban mirando la televisión. Al escuchar que golpearon el esposo de Marta se levantó y fue a espiar por la mirilla de la puerta; ella miraba hacia abajo y su cabellera negra cubría gran parte de su cara.
- ¡Marta! ¿Qué te pasó? ¿Tuviste un accidente? -le preguntó el esposo al abrir y ver el brazo ensangrentado.
Ella levantó la cabeza rápidamente; su piel morena ahora estaba pálida, tenía los ojos rojos, y al abrir la boca lanzó un grito espantoso y se abalanzó hacia su familia…
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Historias de terror
HorrorHistorias cortas de terror que te encantarán. Payasos. Brujas. Demonios. Fantasmas y más.