cambio de sexo.(yaoi)☆*:. o(≧▽≦)o .:*☆

cap 1: una fujoshi cumpliendo su deseo.

Todo sucedió justo después de morir. No me acordaba de como había muerto. Antes de esto, era una chica normal con sus aficiones normales (más o menos) y una otaku fujoshi en su tiempo libre. No era buena en casi nada excepto con mi imaginación y creatividad. Ya que hacia historias para mi disfrute personal además de dibujos para complementar las .Y de repente me despierto en un espacio difícil de imaginar o describir, donde un señor estaba parado justo en medio. Quien al verme empezó a hablar:

-señor- aahh!!ya despertaste, eres la elegida del señor y a causa de esto puedes pedir lo que quieras para tu siguiente vida. Con el propósito de entretener al señor y ayudar en un mundo desolado o apunto de destruirse.

-yo-No entiendo nada en absoluto. Pero dices que puedo pedir un deseo???

-señor-Si yo como un Dios te puedo conceder un deseo para tu próxima vida.

-yo- Me gustaría ser un ukesito, para cumplir con mi deseo de tener yaoi.

-dios- Ahora soy yo el que no entiendo ni papa.

-yo- lo que quiero es ser un hombre lindo bajito kawaii y violable nada más.

-dios- básicamente un cambio de sexo. Vale concedido. Además de eso te concederé el don de la magia y la agilidad de aprendizaje y ya tendrás el idioma en tu mente y recuerdos simples.

Después de eso puso su mano en mi frente y me quedé dormida. Estaba en un lugar oscuro que se fue aclarando poco a poco. Hasta que pude abrir los ojos. Me levante me sentía ligera y pequeña. Tenía aproximadamente 3 años. Me mire en un espejo tenía el pelo de dos tonos de azul los ojos grandes y azul claro casi gris. Y si era un chico, no pregunten como lo averigüe. Pues como es normal, por supuesto.

En medio de estos descubrimientos alguien toca la puerta.

-??? -señorito Toshiro ¿¿¿necesita ayuda para cambiarse?????

-Toshiro-no hace falta.
Así que me llamo Toshiro. El cuarto en el que me encontraba era gigante, era más grande que mi antigua casa ¿como de grande sera la casa???,¿sera una mansión???bueno todo a su tiempo, necesitaba cambiarme. Encontré el armario era como una habitación de grande y tenía muchas cosas bonitas y caras, me puse unos pantalones cortos una camisa (la más normal que encontré) la verdad es que eran un poco estrabagantes para mi. Salí allí una señora me esperaba, era una criada contratada por mis padres y me gió hacia la mesa donde me senté con un montón de cojines en el culo para poder llegar bien a la mesa y comer. Conmigo en la mesa estaban sentados mis padres.

-Toshiro- Hola papa Hola mamá.

-padres- Hola hijo.

Después de comer, fui con mis padres al jardín y descubrí que no eran tan malos como los que tenía en mi otro mundo. Ellos jugaban conmigo y me enseñaban cosas. Padre me enseño a usar la espada desde pequeño y yo aprendí magia por los libros de la biblioteca bueno si no fuera que madre me había enseñado a leer no hubiera podido hacerlo. Aunque mis padres no lo sabían yo tenía afinidad con todo tipo de magia así que practicaba solo en el bosque del jardín cuando mis padres estaban ocupados. Al final resulte un súper dotado sobre todo para la espada que era la habilidad que se sabía que tenia. Pero un día toda esa paz que había conseguido se esfumó. Cuanto tenía 8 la mansión donde vivía se quemó, mientras yo estaba en el bosque practicando magia. Cuando me di cuenta corrí, pero no llege a tiempo para salvar los intente entrar pero el edificio estaba casi derrumbado. Y así Perdí a mis padres y me quedé solo. Me dedique por el momento a ser un espadachín errante era lo único que podía hacer. Al principio mucha gente se río, decían"¿como un niño puede ser un espadachín??? ""¿ Oye te has perdido?? ¿Donde están tus padres? ". Pero al final me respetaron ya que les salve de uno cuantos matones del pueblo vecino más de una vez. Me daban comida de vez en cuando y así cuando tenía 16 encontré un trabajo decente. Mire los anuncios del pueblo y había una nota que decía *se buscan jóvenes talentosos con la espada para ejercer en el ejercicio de su majestad * así que me fui a presentar. Los aldeanos me despidieron con lágrimas en los ojos y una profunda tristeza. En fin de cuentas ellos me cuidaban y yo los cuidaba a ellos y nos cogimos cariño mutuamente.