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—Esto es humillante. —Alego entrecerrando los ojos, no soporta el balance que provocan los pasos de Morty al caminar, le comenzaba a marear un poco.

Por otra parte, Morty se sentía feliz y activo, se estaba vengando de él, ya lo sabía.

Luego de que su familia diera vuelta en la primera esquina, Sánchez lo hizo presionar un botón haciendo presente a su yo verdadero, reposando tranquilamente, en un tubo lleno de un líquido celeste verdoso junto a este se encontraba la computadora con los cables. Listo para transferirse de nuevo.

Maldito desgraciado pensó Morty viendo esto con rabia, se había perdido la sesión por la estúpida preocupación que decidió dedicarle a un demonio que siempre trata de engañar. Típico, según él.

Quiso llorar, se sentía manipulado.

Miró a Rick esperando ansiosamente, este ya planeaba que cuando recuperara su forma, y aprovechando que su familia no está, llevaría a su nieto a una aventura para buscar un material que le serviría a crear un nuevo tipo de arma.

Sin embargo, no espero que Smith ocultara su cuerpo a donde estaba repitiendo su indicación y saliera del garage, cubriera su cuerpo con otra manta.

Y así fue como había terminado en esa jaula para mascotas, para después hacer todo un escándalo –según Rick– y llegar a la conclusión de que debían salir de compras.

—Tienes, tarado. —Recalcó Rick tratando de zafarse de los brazos del castaño.

—Tenemos. —Afirmó Smith, a sus costados tenía la cangurera negra y un conjunto mono celeste.

Morty se detuvo en una esquina viendo el semáforo en rojo para los peatones, aunque ni un auto se asomara, era extraño, no obstante, esas eran las pocas veces en las cuales podía cumplir la ley.

—¿Y arriesgarme a que vayas al garage a transferir de nuevo tu consciencia a tu viejo cuerpo? —Cuestionó imitando el tono de su abuelo al hablar de la terapista. Sánchez rodó los ojos, molesto.—Yo creo que no.

Oyó a su abuelo quejándose en voz baja, y soltó una leve risa, se le veía adorable aquel mono celeste que encontró entre sus cosas de cuando tenía su misma edad corporal.

—Esto huele horrible. —Sintiendo los ojos del pre-adolescente sobre él, habló con acidez, mintió.

Al principio, le molestó en demasía llevar eso puesto, a sus ojos, se veía ridículo, y el contrario no parecía tener intenciones de sacárselo, aún si se lo pedía, así que solo se rindió ante las suaves manos de su nieto, ni el mismo podía deshacerse de eso, que porqueria.

Luego percibió un rico perfume que lo cautivó, a lavanda y a... Morty.

Sacudió su cabeza volviendo al presente, se sorprendió de sí mismo, ¿en qué carajos estaba pensando?

El semáforo cambio a verde, y con eso, el balance se retomó.

—Cuando lleguemos a casa, lo lavaré si quieres, pero de que iremos, iremos, demente.

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Oh, geez.

Aventuras en casa con Rick y MortyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora