Capitulo 8

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-Esto está mal

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-Esto está mal.-musitó cuando ambas retrocedimos hasta apoyar nuestra espalda en la reja.- ¿Tienes tu teléfono a mano?-asentí.-Mientras voy a distraerlos, mándale un mensaje a mi tío. Activa tu ubicación. Él sabe cómo rastrear.

Una vez Freya se fue de mi lado, hice lo que me pidió.

Dimitri por suerte, estaba en línea cuando le envié el mensaje. Desvié la mirada un instante hacia la hora para luego velozmente bajar la mirada cuando percibí que me había respondido con: "Mantén encendido tu teléfono. Enseguida voy."

Despegué la mirada del teléfono para dirigirla hacia donde estaba Freya, pero inmediatamente me sobresalté cuando uno de los policías me quitó el teléfono de las manos y me giró estampándome contra la reja para colocarme las esposas en las muñecas. Por el rabillo del ojo pude observar como Freya le pegó al otro policía en la nariz ocasionando que chille por la sangre que le había comenzado a salir.

De repente todo sucedió muy rápido. El policía que me había esposado me metió en el patrullero mientras que el otro, a pesar del dolor en su nariz, metió a la fuerza a Freya.

Sentía que se me iba a salir el corazón del pecho. Temía que el policía haya apagado mi teléfono y que Dimitri no pueda localizarnos.

No supe cuánto tiempo pasamos sentadas en la estación de policía porque cuando quise mirar la hora en el reloj que siempre rodeaba mi muñeca, no estaba. Quizás se me salió cuando la avalancha de gente comenzó a correr en la fiesta, pensé. Aunque eso era lo menos importante porque lo que más me preocupaba era Freya porque es menor de edad. Encima menos mal que logré mandarle un mensaje a Dimitri antes de que el policía me arrebatara el teléfono porque cuando nos trajeron a este lugar, no nos dijeron ni siquiera hacer una llamada.

Unos cuantos minutos después, ambas levantamos la vista cuando oímos la puerta cerrarse. Todo el aire que estaba conteniendo lo expulsé en el preciso instante que distinguí a Dimitri. Estaba vestido con un traje negro, camisa blanca y lentes negros. Su presencia era imponente.

Las dos estábamos sentadas en unas butacas a una gran distancia de donde estaba él. No obstante, y a pesar de no quitarse los lentes, me di cuenta que estaba recorriendo el lugar con su mirada. Cuando se quedó mirando en nuestra dirección, se acercó a nosotras.

FREYA #3 © (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora