Cabaña.

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Estamos corriendo hace un buen rato, nadie tiene una noción exacta sobre hacia donde debemos ir, pero seguimos avanzando sin dirección alguna. Enajenados, asustados, ni siquiera nos miramos entre nosotros. Nadie desea quedarse atrás, ni siquiera parar a tomar aire.  Solo continuamos en la maratón de la salvación, huimos del ruido, de la ciudad. Escapamos y rezamos a lo que no creemos para poder salir de esta y aguantar un poco más. Reconozco, en medio de esta travesía, que nunca en mi vida he experimentado tal sentimiento extraño como el que tengo (y se que todos tienen) justo ahora. Aunque ni siquiera puedo reconocer la sensación en su totalidad, solo la siento y no tengo tiempo de replantearme su significado exacto. Increíble, los delirios innecesarios de mi mente no cesan ni siquiera al estar tratando de evadir, literalmente, la inminente desaparición y exterminio de lo que conocemos como planeta; o quizás de años de esclavitud, o experimentos, ¿Quién sabe qué podrían estar buscando los invasores?, las películas no ayudan.

Encontramos una cabaña abandonada, aunque no pareciera estar sola desde hace mucho, quizás unos meses. Hay algunas telarañas en las esquinas altas. Todo es de madera, muy rustica, tuvimos que forcejar con la puerta para poder ingresar. Las ventanas están cerradas, casi no entra luz por ningún lado. Tiene dos pisos, en el de abajo hay una gran estufa de leña frente a cuatro sillones espaciosos (dos grandes, dos individuales) y una alfombra marrón que se ve bastante cómoda. A la derecha, una mesa grande de madera de roble y una cantidad de sillas que no contaré ahora, un gran ventanal y otra puerta. A la izquierda, la entrada a una pequeña cocina. Todo el ambiente, en una situación normal, se sentiría como un hogar de veraneo para una familia grande que decide vacacionar con amigos; pero en este momento transmite solo algunas pizcas de seguridad y un sentimiento raro de "estar en casa pero no estarlo".

Entré a la cocina con cinco personas más. Una heladera blanca vacía que parece no funcionar se observaba a primera, una cocina gris de tipo industrial y cajones de madera barnizados, que están siendo abiertos y violados por una rubia de ojos saltones, se encontraba todo en sintonía hogareña con una mesada cuyo material me es difícil de reconocer. Visualizo e intensifico mi vista hacia una alacena realmente grande de color gris (o quizás se ve así por el polvo), me abalanzo a abrirla y un chico lo hace al mismo tiempo. Nos miramos. Abrimos. 

—Aquí hay algunas cosas que podemos comer...—dice él en voz alta, atrayendo la atención de varias personas que se acercan a ojear el contenido del gran mueble frente a nosotros. 

—Arvejas, arroz, fideos, sémola y otros alimentos enlatados...—comentó la rubia de ojos verdes que había inspeccionado los cajones— Deberíamos hacer un inventario, tratar de que dure lo más posible —miró a todos lados pero mantuvo la vista unos segundos a lo que contenía la alacena que habíamos abierto recientemente—. ¿Alguien vio ollas o algo que sirva para cocinar?

—Acá —una morocha abrió una puerta que daba a un pequeño almacén donde llegue a ver ollas y otros utensilios, a la vez que productos de limpieza. 

—¿Nos vamos a quedar? — preguntó una chica algo preocupada. 

—Hasta ahora no veo una mejor opción, al menos podríamos estar unos días —dije, hablando por primera vez—. Hoy podemos dedicarnos a descansar y comer algo. La ciudad no esta muy lejos, podemos repartirnos en grupos y a en unos días ir a buscar más cosas, teniendo cuidado.—todos abrieron los ojos, mirándome como si fuera un fantasma.

—Acabamos de escapar de una nave, ¿y estas pensando en salir otra vez y exponernos a eso?—cuestionó una colorada levantando una ceja hacía mi, con tono de miedo.

—En algún momento vamos a tener que salir por leña para el fuego, por comida, o para movernos a otro lado. Además, esta cabaña no garantiza nuestra seguridad. Nada nos asegura que en cinco minutos un ejercito de alienígenas entre por esa puerta y nos lleve, o nos haga algo peor —tomé aire—. Así que sí, estoy pensando en salir. 

The 22Donde viven las historias. Descúbrelo ahora