Y el día menos esperado por todos llegó.
Como era de suponerse, se nos estaba acabando el suministro alimenticio, de primeros auxilio, de limpieza, entre otros. Todo indicaba que, efectivamente, el momento había llegado y no había nada más que hacer... debíamos salir a explorar y recolectar lo que fuera que nos sirviera.
Pero ya teníamos superada la idea, completamente, sí.
Solo tomo dos días que los chicos se armen de valor, y también me veo en la obligación de mencionar la charla motivacional que tuve con Mateo para convencerlo de que viniera con nosotros. No solo debo recalcarla porque es sorprendente que el chico con más masa muscular (bien trabajada) del grupo haya tenido tal ataque nervioso por mencionar que queríamos tenerlo en la salida (aunque sé, que no debo juzgar ya que la mente ajena es un mundo aparte y muy peculiar, ademas de que eramos 21 desconocidos, en una cabaña, sobreviviendo a la primer invasión alienigena; por lo tanto era una situación extraordinaria y carente de sentido alguno, un verdadero capitulo de ciencia ficción en nuestra experiencia, con la diferencia de que esta era la vida real y no podíamos simplemente "pasar la pagina", había que transitar la larga e increíble travesía que nos ofrecía la hoja entera); sino que también es inimaginable que, entre las innumerables razones que le dí ("convertirse en leyenda", "servir de ejemplo", "regocijarse de valentía y enfrentar sus miedos", y más que no me atrevo a mencionar), haya elegido ir a arriesgar su seguridad mental, emocional y física por el simple hecho de mencionar que "Sonia iría con nosotros". Así como suena, con solo decir el nombre de la pelirroja ojos marrones y encargada del armado del inventario, el fornido padeció de un sentimiento que lo convirtió en un gatito afectuoso.
Llegue a la conclusión de que, para Mateo, todo lo que tuviera que ver con Sonia lo hacía desfallecer; solo le faltaba ronronear.
La cuestión, al fin y al cabo, es que Mateo se decidió y junto con Sonia, Tomás y otros cuatro chicos, nos dirigíamos a la puerta de la cabaña acompañados por la expectante y casi temerosa mirada de nuestros compañeros sobrevivientes. Si alguien desea saber como se siente que trece extraños te miren dando por sentado que sería la ultima vez que puedan hacerlo, no es una sensación que me llene de fuerza, al contrario. Acercando mi mano al picaporte, mire para atrás y Miguel, el chico que días antes había buscado mi consentimiento para dejar entrar a Lucas y a Francisco, me dio un pulgar arriba y un asentimiento de cabeza. Le sonreí, habíamos logrado tener charlas interesantes estos últimos días, espero poder verlo otra vez. Salimos sin mirar atrás, quizás por miedo a arrepentirnos, o por convencernos de que debíamos volver a toda costa para poder ver otra vez la madera vieja y las caras de los demás chicos y chicas. Comenzamos a correr, lo cierto es que eran unos cuarenta y cinco minutos hacía el centro de la ciudad, pero no nos importaba correr los 45 para llegar rápido.
Inevitablemente, debimos parar a tomar agua y seguimos a paso tranquilo, en silencio y alertas ante cualquier ruido o presencia que no sea humana. En cierto punto, hasta rogaba que el único inconveniente que se presentara sea un oso o algo así, pero acá esos animales no están.
Sin dilación ni inconvenientes, luego de 45 minutos ininterrumpidos, llegamos a las principales calles del centro. Nos mantuvimos contra las paredes de los locales caminando lentamente y atentos a todo. Sonia decidió hablar y darnos indicaciones de lo que faltaba para dividirnos y buscar lo que podamos. Ella, escoltada por la caballerosidad de Mateo, se dirigió a buscar una droguería para poder llenar las tres mochilas que trajo. ¿Tres mochilas son mucho para cosas de farmacia? No si recordamos que somos muchas mujeres juntas que menstrúan, y que debemos llevar toda clase de medicamentos y elementos de primeros auxilios para disponer. Es más, uno de los chicos le ofreció una mochila de más, esta un poco más grande; por las dudas. Tomás, junto con otros dos chicos tomaron varias mochilas para ir por ropa, abrigos, frazadas y más cosas para el frío. Mientras tanto, Isael, Tadeo (los otros dos restantes) y yo, nos apresuramos en ir a un supermercado y conseguir alimentos y productos de limpieza (aunque estos en su minoría, ya que lo mas importante era lo que pueda ser ingerido por nosotros).

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The 22
Science Fictionjunio, 27. 2020 ¿y si el coronavirus no fuera una preocupación? ┏━━━━━━━━━━━━━━━┓ Los tipos de narradores varían entre los capítulos, tampoco se sigue una linea cronológica exacta. Enjoy. ┗━━━━━━━━━━━━━━━┛