Sung Ho

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-¡Estoy en casa!- dije mientras dejaba mis zapatos en la entrada y me ponía las pantuflas.

Caminé por el pasillo que terminaba en la enorme sala de estar, la cual se conectaba con el comedor y dejaba ver perfectamente la cocina, en la cual pude ver la espalda de una mujer, podría reconocer a esa mujer donde fuera, era mi madre.
Pude sentir el aroma de aquel guisado que ella estaba preparando. Mi madre siempre había sido la mejor cheff del mundo. Nunca compraba nada en clases, siempre le pedía que cocinara algo para mí. Si alguien me preguntaba cual era mi comida favorita, sin duda era la de mi madre.

-Sung Ho, ¿has llegado?- aquella mujer dejó todo lo que estaba haciendo y se acercó a recibirme.

Pude admirar su rostro, lucía joven a pesar de ser una mujer adulta. Su complexión era pequeña y sus brazos delgados, pero daban los mejores abrazos. Su cabello era tremendamente oscuro, completamente lacio y llegaba hasta sus hombros, dándole a su juvenil apariencia un toque de madurez. El cabello contrastaba hermosamente con su pálida y delicada piel. Sus labios eran naturalmente rojos y ligeramente gruesos. Sus ojos eran oscuros y llenos de profundidad... mi madre era sin duda una mujer hermosa.

Hice un sonido haciendo entender que si y ella se acercó a mi

Pude ver mi reflejo en el cristal del horno, era yo, el Sung Ho de once años.

Mi madre tomó la mochila que anteriormente cargaba en mis hombros y la puso en una de las sillas que rodeaban la mesa, luego me invitó a sentarme y posteriormente lo hizo también

-Y cuentame ¿qué tal estuvo tu día?- hacía esa pregunta con tal emoción que parecía que el tema realmente era interesante

-La profesora estaba molesta porque mis calificaciones en matemáticas no son buenas... es que son tan complicadas- mientras decía eso, posaba mi cabeza sobre mis dos manos y dejaba todo el peso de mi cuerpo sobre aquella mesa

-¿De verdad? Y... ¿Cuál fue el resultado de esa prueba?-

-Tengo 30 puntos de 100... siempre soy el peor- dije triste

-Sung Ho- dijo ella posando su mano sobre la mía -no estés frustrado por eso, sabes, 30 puntos están bien. Pude ver que te esforzaste todo lo que pudiste, los puntos no dicen nada de ti, porque tal vez 30 puntos son lo máximo que estaba dentro de lo que podías lograr ahora, pero eres un niño tan inteligente, que en el futuro serán 45 y después 60, hasta que un día puedas obtener esos 100 puntos- comentó con una sonrisa que era usual ver en ella- Y cuando obtengas esos 100 puntos, vamos a estar los dos juntos para reírnos en la cara de tu profesora- comenzó a reír y sus ojos casi desaparecieron, pude ver su sonrisa bien alineada

-Puedes decirle eso a todos los demás niños... todos siguen diciendo que soy tonto y que debería ir a una escuela de niños especiales porque soy retrasado-

Yo comencé a llorar y mi madre vino a mi, se puso de rodillas a mi lado y extendió sus brazos, a los cuales yo corrí

-Mi querido Sung Ho... ¿te digo algo? Lo mejor de cualquier logro son las personas que no creen en ti, porque así puedes demostrarles lo capaz que eres y lo equivocados que estaban. Ademas, tienes a alguien que cree en ti con toda la fuerza de tu corazón, yo creo en ti Sung Ho-

De repente esa escena desapareció y me encontré sentado en la sala de estar. Ahí estaban mi padre y mi madre sentados frente a mí, uno al lado del otro tomados de la mano.
Mi padre era tan distinto al hombre que es ahora. Aún tenía ese brillo tan característico en sus ojos, ese brillo que se desvaneció después de...

-Sung Ho... te llamamos porque queríamos darte una gran noticia- comenzó a decir mi padre- vas a tener un hermanito

La alegría se apoderó de mí casi al instante, no sabía como sentirme al respecto.
A lo largo de mis once años siempre me sentí sólo, envidiaba a todos aquellos niños que veía caminando por la calle junto a sus padres y sus hermanos, jugando y divirtiéndose entre ellos, eran como mejores amigos de sangre.

《♡Basado En Un Amor Imposible♡》Choi Yeonjun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora