Luna y trece

Once

El vapor comenzó a relajar mis músculos, después de bañarme y arreglarme salí directo hacia donde habíamos quedado Dinora y yo, la sensación de calma había vuelto a mí pero no por mucho tiempo.

Un viento socarrón erizó mi piel; temeroso saqué el móvil de mi bolsillo para ver la hora, esperando ver algo raro en la pantalla pero esta vez todo estaba correcto, eran las 5:47 p.m y estaba a punto de llegar al parque central y ver a mi amada Dinora. Suspiré por un par de segundos que creo fue el suspiro más largo que había tenido en mi vida al ver que todo marchaba bien.

La gente murmuraba entre la multitud, niños gritando y riendo se encontraban en el parque, uno que otro vendedor preparando frituras y dulces de diferentes variedades y finalmente justo al centro la exposición del libro, una enorme carpa cerrada por tres lados, con dibujos casi loables de autores reconocidos en cada lado de la carpa. Estaba tan absorto observando aquella normalidad, aquel balance que suele tener la sociedad hasta que unas manos delgadas, suaves y niveas tocaron mi hombro haciéndome dar un salto del susto.

—Joder, casi haces que salga corriendo —bromeé mientras me volteaba hacia Dinora para abrazarla.

—No seas exagerado —me dijo con una sonrisa.

No sé si sea porque estoy enamorado pero cada acto y cada palabra que me decía mientras nos íbamos adentrando en la carpa me parecían acendrados. 

—¿Y bien, vas a buscar a algún autor en específico? —trate de no parecer un tonto admirandola a ella en vez de ir viendo algún título que llamase mi atención.

—No lo sé, me gusta mucho la poesía de Bukowski y Neruda, es algo que ya sabes, quiero ver si hay algo nuevo, y al parecer si lo hay —me decía mientras me halaba el brazo izquierdo, un sudor frío recorrió mi espalda al verle un pequeño tatuaje en la muñeca, un tatuaje peculiar, una especie de reloj marcando las 11:11 horas, me alarmé demasiado y exaltado le pregunté por este mismo.

—¿Y ese tatuaje Dinora? ¿Cuándo te lo hiciste?

—Ah Dan, apenas hoy por la mañana, olvide contártelo porque te noté muy tenso como para decirte algo tan banal como lo es este tatuaje.

—¿Y qué significa ese tatuaje? —pregunté con cierto interés.

—Pues la vieja creencia de cuando son las 11:11 pides un deseo, aunque a veces los deseos son efímeros como las primeras nieves nocturnas de enero —dijo casi con voz poética.

—¿Y pediste algún deseo al terminar de hacerte el tatuaje? —mi interés iba más allá del límite, y era lo desconcertante de lo que me estaba pasando, de ver números descendiendo, tenía un mal presentimiento pero trate de tranquilizarme.

—Pedí que siempre estemos juntos Dan, que nunca nos separe nada ni nadie y que nuestras familias siempre estén bien —respondió con voz sincera mientras me daba un cálido beso en la mejilla.

—Que bello… no esperaba una respuesta así, te amo Dinora —dije con voz baja mientras tomaba su mano y nos dirigimos hacia el cúmulo de libros que había interesado a Dinora.