Diez

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El olor a libro nuevo impregnaba el lugar de una manera impresionante, era un olor que siempre quisiera tener en mi habitación, libros de todos los tamaños, temas y colores había por doquier. Dinora tomo un libro de Bukowski titulado "Escritos de un viejo indecente", lo hojeaba asidua y concentrada mientras yo veía de reojo la portada, una pequeña etiqueta amarilla con el precio burlón y salton 10.10 USD. No entendía el porque para empezar tenía el precio en dólares si estábamos en México, tal vez un libro en español traído de Estados Unidos, era algo absurdo y gracioso, pero joder ¡Otro número descendente! Comencé a temblar sin parar, me puse pálido como el papel de mis cuadernos de poesía.

—¿Estás bien? —me preguntó Dinora dejando el libro de lado al sentirme temblar.

—Dinora, tenemos que hablar… fuera de aquí, un poco más solos.

—Está bien —se le notaba obviamente desconcertada mientras tomaba mi mano y salíamos de la carpa dirigiéndonos a una banca a unos cuantos metros del lugar lleno de libros.

—Dinora… —dudaba en contarle lo que me había estado pasando últimamente.

—Si… Dante, dime qué te pasa, estás actuando muy extraño.

—Dinora, es que no sé si sea un problema mental o si me esté volviendo loco, desde la ves que no llegaste a mi casa para ver la película, el martes trece han sucedido cosas extrañas —le relate todo lo sucedido con detalles imprescindibles.

—Uff Dan, tal vez estás cansado o no te he dado la compañía suficiente como tu novia que soy, discúlpame —se echaba ella la culpa de todo lo sucedido sabiendo que era algo mucho más serio.

—Dinora, no te culpes, algo me está pasando, siento que algo malo va a pasar pero no sé que puede ser, no tiene nada que ver contigo, en verdad no te culpes.

—Dan, quiero que sepas que siempre estaré para ti, siempre estaré contigo, tranquilo —mientras de su boca salia la última palabra una notificación llegó a su celular, tal vez sería su madre, una corazonada me lo decía.

—Gracias por tus palabras Dinora y por no juzgarme mal —dije mientras sacaba su celular del bolsillo.

—Que extraño —decía mientras fruncía el ceño

—¿Pasa algo querida? —pregunté temerozo.

—Un mensaje del número 999 con un mensaje que también dice 999; Dante, no creo que estés loco, esto debe tratarse de una broma, pero lo que te pasó, no tiene explicación…

Comenzaba nublarse, un viento fresco agitaba nuestros cabellos, el cabello de ella ondeada cuál bandera en barco de pirata, me llegaba el olor de su shampoo, un olor suave, a manzana verde.

—Dejemos que pase lo que tenga que pasar Dinora, dije ya resignado —y la primera gota cayó sobre mi mejilla derecha, una gota tan gélida como el mismísimo invierno, tan cruda y real que después vino acompañada de muchas gotas más transformándose en un ejército. La lluvia no parecía que iba a amainar pronto, y a unos dos metros un fuego espontáneo en el suelo empezó a arder, un fuego empezando con tonalidad azul y después pasando al típico plasma amarillo que todos conocemos.

La gente corría sin prestar atención a nada, la prioridad en ese momento era llegar a su casa sana y salva, mientras la carpa cerraba rauda nosotros veíamos el fuego anonadados sin importarnos estar ya empapados, un fenómeno tal vez natural, nunca antes visto, sin duda alguna estábamos perplejos.

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⏰ Última actualización: Jul 16, 2020 ⏰

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Luna y treceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora