Dedicado a Georgina-Gaunt01 Ofensas_Magui lorenaFernndez14 karenlove1273.мιяα αтяαѕ у ѕσияιє αитє ℓσѕ ρєℓιgяσѕ ραѕα∂σѕ .
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🅟🅞🅥 🅐🅖🅐🅣🅐
Estaba tan feliz de vivir con Charlie, bella y conocer a gente nueva, estaba tan . Le Había dado la pulsera hecha en el auto a Charlie, se puso contento y tartamudeando me agradeció con un notable sonrojo.
Me había pisto muy feliz que le haya gustado mis primas ( de parte de mi madre ) me habían dicho que las cosas que hacia eran de niñas inmaduras y ñoñas, jamás les hice caso.
Renée me había dicho que lo que hacia era hermoso y no me tendría que importar si era algo que me gustaba.
Ella me comprendía al igual que mi padre y acepta va mis gustos.No quería llegar tarde al Instituto, así que me vesti con un blusa manga larga cuello alto ; pantalones jeans tubo azul botas Timberland color miel y una chaqueta Aviador negro,estaba esperando a bella que viajaba las escaleras con el anorak, tan grueso que recordaba a uno de esos trajes
empleados en caso de peligro biológico.
Fuimos por la lluvia aún chispeaba, pero no lo bastante para que me calara mientras buscaba la llave de la
casa, que siempre estaba escondida debajo del alero que había junto a la puerta, y cerrara. El ruido de mis botas de agua nuevas resultaba enervante. Añoraba el crujido habitual de la grava
al andar. No pudimos detenernos a admirar de nuevo el vehículo, como deseabamos, y nos apresuramos a escapar de la húmeda neblina que se arremolinaba sobre nuestras Cabezas cabeza y ví como bella se agarraba el pelo por debajo de la capucha.
Dentro del monovolumen estaba cómoda y a cubierto. Era obvio que Charlie o Billy debían de haberlo limpiado, pero la tapicería marrón de los asientos aún olía tenuemente a
tabaco, gasolina y menta. El coche arrancó a la primera , aunque
en medio de un gran estruendo, luego hizo mucho ruido mientras avanzaba al ralentí.
Bueno, un monovolumen tan antiguo debía de tener algún defecto. La anticuada radio funcionaba, un añadido que no me esperaba.
Fue fácil localizar el instituto pese a no haber estado antes. El edificio se hallaba, como casi todo lo demás en el pueblo, junto a la carretera. No resultaba obvio que fuera una escuela,
Bella solo se detuvo gracias al cartel que indicaba que se trataba del instituto de Forks. Se parecía a un conjunto de esas casas de intercambio en época de vacaciones construidas con ladrillos de color granate.Había tantos árboles y arbustos que a primera vista no podía verlo en su
totalidad. ¿Dónde estaba el ambiente de un instituto?, me pregunté con nostalgia. ¿Dónde estaban las alambradas y los detectores de metales?
Aparco frente al primer edificio, encima de cuya entrada había un cartelito que rezaba «Oficina principal». No vi otros coches aparcados allí, por lo que estuve segura de que estabamos en zona prohibida, pero ya que íbamos a pedir indicaciones en lugar de dar vueltas bajo la lluvia como bobas . De mala gana bella salió de la cabina calentita del monovolumen , mientas yo salía dando un pequeño brinco y recorrímos un sendero de piedra flanqueado por setos oscuros.Escuché a bella respirar hondo antes de abrir la puerta, mientras yo tarareaba. En el interior había más luz y se estaba más caliente de lo que esperaba. La oficina era pequeña: una salita de espera con sillas plegables acolchadas, una basta alfombra con motas anaranjadas, noticias y premios pegados sin orden ni concierto en las paredes y un gran reloj que hacía tictac de forma ostensible. Las plantas crecían por doquier en sus macetas de
plástico, por si no hubiera suficiente vegetación fuera.
Un mostrador alargado dividía la habitación en dos, con cestas metálicas llenas de papeles sobre la encimera y anuncios de colores chillones pegados en el frontal. Detrás del mostrador había tres escritorios. Una pelirroja regordeta con gafas se sentaba en uno de ellos.
Llevaba una camiseta de color púrpura que, de inmediato, me hizo sentir que yo iba demasiado elegante.
La mujer pelirroja alzó la vista.— ¿ les puedo ayudar en algo?
—Soy Isabella Swan —le informo .
- yo soy Ágata Dwyer - dije
y de inmediato advertí en su mirada un atisbo de reconocimiento. . La hija del jefe de policía . Estaba al lado mío por supuesto. .—Por supuesto —dijo.
Rebuscó entre los documentos precariamente apilados hasta encontrar los que buscaba.—Precisamente aquí tengo los horarios de vuestras clases y dos plano de la escuela-Trajo varias cuartillas al mostrador para enseñarnos las. Repasó todas mis clases y marcó el camino más idóneo para cada una en el plano; luego, me entregó el comprobante de
asistencia para que lo firmara cada profesor y se lo devolviera al finalizar las clases. Me ledicó una sonrisa y, al igual que Charlie, nos dijo que esperaba que nos gustara Forks. Le devolví la sonrisa más convincente posible.
Los demás estudiantes comenzaban a llegar cuando regresé al monovolumen. Los seguí, me uní a la cola de coches y conduje hasta el otro lado de la escuela. Supuso un alivio comprobar que casi todos los vehículos tenían aún más años que el mío, ninguno era
ostentoso. En Phoenix, vivía en uno de los pocos barrios pobres del distrito Paradise Valley.Era habitual ver un Mercedes nuevo o un Porsche en el aparcamiento de los estudiantes. El mejor coche de los que allí había era un flamante Volvo, y destacaba. Aun así, escuche el motor en cuanto aparcamos en una plaza libre para que el estruendo no atrajera la atención de los demás sobre mí.
Examiné el plano en el monovolumen, intentando memorizarlo con la esperanza de no tener que andar consultándolo todo el día. Lo guardé en la mochila, me la eché al hombro y
respiré hondo. Nadie me va a morder. Al
final, suspiré y salí del coche.
Ví como bella mantenia la cara escondida bajo la capucha y anduve a su lado saltando hasta la acera abarrotada de jóvenes.
Una vez pasada la cafetería, el edificio número tres resultaba fácil de localizar, ya que había un gran «3» pintado en negro sobre un fondo blanco con forma de cuadrado en la esquina del lado este. Sip nuestros horarios coincidía de forma perfecta .Noté como la respiración de bella se aceleraba a hiperventilación al aproximarnos
a la puerta. Le di un golpe en la costilla para que caminará y entramos detrás de dos personas que llevaban
impermeables de estilo unisex.
El aula era pequeña. Los alumnos que tenía delante se detenían en la entrada para colgar sus abrigos en unas perchas; había varias. Los imité. Se trataba de dos chicas, una rubia de tez
clara como la porcelana y otra, también pálida, de pelo castaño claro. Entregué el comprobante al profesor, un hombre alto y calvo al que la placa que
descansaba sobre su escritorio lo identificaba como Sr. Masón. Se quedó mirándo embobado al ver el nombre, pero no le dedicó ninguna palabra de aliento, y yo, por
supuesto, me tape la boca paro no rei fingiendo una tos me puse colorada como un tomate. Cuando tocó mi ves solo lo vio y ya,Pero al menos nos envió a un pupitre vacío al fondo de la clase sin presentarnos al resto de los compañeros. A éstos les resultaba difícil
mirar al estar sentadas en la última fila, pero se las arreglaron para conseguirlo. Mantuve la vista clavada en la ventana mientras bella miraba la lista de lecturas que nos había entregado el profesor. Era bastante básica:
Bronté, Shakespeare, Chaucer, Faulkner. Los había leído a todos, lo cual era cómodo pero se que bella se aburría así que había hecho un crucigrama, adaptado a sus gustos para que pasará el rato .Me pregunté si Renée nos enviaría la carpeta con los antiguos trabajos de clase. Recreé nuestra discusión mientras el profesor continuaba con su perorata.
Cuando sonó el zumbido casi nasal del timbre, un chico flacucho, con acné y pelo grasiento, se ladeó desde un pupitre al otro lado del pasillo para hablar conmigo.—Tú eres Isabella Swan y tu Ágata Dwyer¿verdad?
-Parecía demasiado amable, el típico miembro de un club de ajedrez.—Bella —le corrigió. En un radio de tres sillas, todos se volvieron para mirarnos.
- soy Ágata o solo Tati - dije con una sonrisa
— ¿Dónde teneis la siguiente clase? —preguntó. Espere a que bella comprobará el programa que tenía en la mochila.
—Eh... Historia, con Jefferson, en el edificio seis.
Mirando nos había ojos curiosos por doquier.
—Voy al edificio cuatro, podría mostrar les el camino —demasiado amable, sin duda
—Me llamo Eric —añadió.