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Kim Nam Joon se encontraba tomando por séptima vez en la semana en aquella cafetería, quería volver a ver a su ángel y pedirle en esta ocasión una cita, pero sus ánimos ya estaban hasta abajo, mucho más bajo que el perreo que hacia la típica compa...

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Kim Nam Joon se encontraba tomando por séptima vez en la semana en aquella cafetería, quería volver a ver a su ángel y pedirle en esta ocasión una cita, pero sus ánimos ya estaban hasta abajo, mucho más bajo que el perreo que hacia la típica compañera en la Universidad en cada fiesta. Si, TAN abajo tenia los ánimos.

Desde aquel día, su bello ángel no se había presentado al trabajo, ¿Acaso lo habian corrido? No lo creía posible, con la frente en alto, se levantó de su asiento y caminó hasta una de las chicas que trabajaba ahí, suponía que es la gerente.

"¿Disculpe?" el castaño se acercó al chica, pero no al punto de entrar a su espacio personal "¿Seok Jin cuándo llegará?"

"¿El chico huérfano?" la chica lo volteó a ver mientras mascaba un chicle "Oh, disculpa, supongo que no lo sabía" río sínicamente, por dios, como un chico como el castaño se fijaria en alguien como Jin, cualquiera que supiera que el pelinegro era huérfano se alejaría de él.

"No pregunté eso, pregunté que cuándo llegaría" Nam no quería ser grosero, pero la forma en que le habló la chica a su bello ángel no le agradó para nada.

No conocía ni un poco sobre la vida del chico pelinegro, quería saber, sí, hasta el más mínimo detalle, pero quería que él se lo contara no otra persona y menos alguien como aquella rubia de pelo corto.

"Mmh, llegará mañana, se tomó un descanso" la chica lo miró para después voltear los ojos en señal de molestía.

"Gracias" se alejó de ella, dejó dinero en la mesa y se fue, mañana volvería al trabajo, por lo tanto tenía que arreglar sus cosas de la oficina.

Otro día podría ver al dueño de sus pensamientos.

Jin caminaba por las grandes calles de Seúl, hace una semana había pedido un descanso, el dolor de cabeza no paraba, cosa que le comenzaba a preocupar

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Jin caminaba por las grandes calles de Seúl, hace una semana había pedido un descanso, el dolor de cabeza no paraba, cosa que le comenzaba a preocupar. Él dormía las ocho horas, comía adecuadamente, tal vez era por las pequeñas etapas de estrés que le causaba su día a día.

Quería ir a visitar a los niños del orfanato, pero el pensamiento de preocupar a las monjas por su salud no le motivaba a ir.

Paró en una tienda de comida, entró y compró lo que pensaba preparar para comer en todo el día, el especial de hoy honbakjuk, uno de sus favoritos.
Al comprar todo lo necesario, caminó de vuelta a su humilde departamento, el cual no estaba muy lejos.

No tardó mucho y llegó a su hogar, un lugar muy pequeño pero suficiente para solo una persona, no era de lo más lujoso, pero se conformaba con eso. Se dispuso a hacer la comida cuando acomodó su chaqueta en su lugar y se puso sus pantuflas.

El dolor de cabeza seso un poco al terminar de comer, tomó una pastilla con agua, se vistió con su pijama y se acostó a dormir. Mañana volvería al trabajo y tenía que decansar.

Al día siguiente, el pelinegro se levantó sin muchas ganas de ir al trabajo, pero si quería comer el día de hoy tenía que vestirse e irse a trabajar.

Al terminar de ducharse se vistió con una camisa blanca y pantalón café el cual era su uniforme de trabajo, suspiró, agarró su bolso blanco y se fue directo a la cafetería.

El día estaba nublado, ni un rastro de rayos de sol se notaban ya que eran opacadas por las inmensas y grises nubes, el viento era frío, haciéndole arrepentirse de no ponerse un abrigo, el ruido de los autos se escuchaba a lo lejos, hoy no había mucho tráfico, lo cuál era extraño, la ciudad siempre estaba llena de autos.

No tardó mucho para llegar al trabajo, se fue atrás del mostrador, se puso adecuadamente el delantal negro que iba de la cintura hasta la rodilla.
Suspiró por decima vez en el día, creó una sonrisa en su rostro y se dispuso a salir y a atender a los clientes, los que no eran demaciados, a lo mucho eran 3 o 5 personas. La cafetería siempre estaba a tope, por que nadie vendría si el día era nublado y frío, ¿No era el momento para un rico y calientito café?

"Lisa, ¿Por qué tan pocos clientes?" Jin se acercó a su amiga de cabello negro hasta los hombros, un pequeño pircing en su labio y un tatuaje en el costado del cuello.

"¿No viste el clima?" Jin negó y la chica volteó los ojos en broma "Aveces eres muy descuidado, ¿Sabes?" rió "Anunciaron mal clima en todo lo que resta del mes, por seguridad dijeron que no salieramos si no era necesario"

"Uh, no lo escuché, lo siento y gracias"

La chica rió por lo torpe que podía ser su amigo.


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/ 𝑆𝑡𝑎𝑦 𝐺𝑜𝑙𝑑 / NamJin / Donde viven las historias. Descúbrelo ahora