Tercera Parte

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-¿Qué sucede? -preguntó la chica.

-No lo sé, no puedo encender este maldito auto -dijo Musoki seguido de darle un golpe al volante -Carajo!

El hombre salió y golpeó la puerta al salir.

Hacía frío y nevaba mucho, Isummi miro por la ventana el paisaje blanco con algunas pintas verde de árboles nevados. Dio un suspiro de cansancio, estaba agotada, hacía unas horas había terminado una entrevista en el centro de Tokio.

Había hecho una gira de conciertos durante un año y medio pero éste había sido el último. Musoki estaba de paso y como ambos vivían en Osaka, la llevaría primero a su casa para que se pudiera cambiar de vestuario y luego ir a hacia la de sus padres ya que Toyotomi quería verla para hablar sobre la fiesta de aniversario con su esposo.

Todo iba bien hasta ahí, pero nunca pensó que se quedarían varados en medio de la ruta con diez grados bajo cero. Observo como Musoki cerraba el capot con rabia y marcaba en su celular un número. Por los gestos de él se notaba que estaba tenso y a punto de gritar pero por lo menos se estaba conteniendo, pensó con gracia.

Él la miro y ella le dedico una radiante sonrisa pero pareció reaccionar y desvió la mirada para dar un par de gritos y apagar el celular. Se acarició el pelo rubio con exasperación y miro hacia los árboles que estaban a ambos costados de la ruta.

Abrió la puerta de ella y dijo con decisión.

-Nos tenemos que ir ahora, bájate.

-Claro, pero que está pasando? -preguntó bajando.

El frío invadió sus sentidos, la piel se le puso de gallina y sus piernas se entumecieron. Las ganas que tenía de ir al baño no la ayudaban justo en ese momento.

-El auto no funciona, llamé a la grúa pero tardaran más de cuatro horas. Los puentes se cerraron por la tormenta que se avecina -apretó los dientes y continuó -Llamé a Hikaru para que me dijera en donde está el hotel más cercano.

Musoki abrió el baúl del auto y agarró unos cuantos papeles.

-A cuanto está de aquí? -preguntó ella alarmada.

-A pié... veinte minutos.

-¡¿Qué?! -agarró exaltada su sobretodo -No puedo ir con esto! Moriré de frío.

-Solo a ti se te ocurre vestirte de Barbie -dijo despreciativo -Vamos.

-¡Yo no elegí vestirme así, está en el contrato!

Él la dejó hablando sola ya que estaba por entrar en el bosque. La miró impaciente y ella había captado el mensaje de que se apurara. Se puso su abrigo pero éste solo le cubría hasta arriba de las rodillas, nada más. Trató de correr hacia él pero sus zapatos de tacón alto se resbalaban así que tuvo que ir con cuidado para no caerse.

Cuando llegó a su lado, sus pies comenzaron a hundirse en la nieve así que intentó sacudírselo, pero era en vano, ya estaba mojada.

Caminaron como diez minutos y Musoki no decía nada, solamente se guiaba con el mapa que tenía en el celular, ella iba tras él pero no podía seguir su ritmo. El frío había invadido sus pies, así que temblaba sin parar y como si eso fuera poco, las náuseas comenzaban nuevamente.

Trató de controlarlas y le rogó al cielo que justo en ese momento los signos del embarazo no comenzaran. Tuvo que caminar más lento y se sujetó el vientre en signo de protección.

-No te atrases! -le dijo él mirándola de soslayo y con voz dura.

Estaba desesperada, no podía contener el vómito, pero tampoco podía explicarle a Musoki que le estaba pasando, el enterarse en medio de la nada que su novia estaba embarazada no le caería de la mejor forma.

El precio del FUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora