El primer encuentro

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Había pasado una semana desde que el Sr. Baggins vino a enseñarnos su caso. Sherlock no comía, apenas salía, le estaba dando vueltas s algo en su interior. John estaba preocupado por el estado de salud de su compañero; intentaba ayudarle, pero él se negaba a contribuir y se metía de lleno en su trabajo.

-Sherlock, si sigues así vas a morir de hambre- dijo John acercándose a Sherlock que se hallaba tumbado en el sofá del salón. Parecía que su piel era más pálida de lo habitual, lo cual es mucho decir.

-No necesito comer, John, necesito pensar- respondió el pálido detective sin abrir los ojos.

-Sherlock, si sigues pensando tanto te va a explotar la cabeza- respondió John poniéndole la mano en el hombro a su amigo. Sherlock abrió los ojos y le miró con cara de desaprobación. John le estaba mirando con preocupación.

El rubio se fijo en su ojos, estaban de un color azul marino, a causa de su heterocromia. Nunca los había visto así. Él tenía la teoría de que cambiaban de color según el sesgado de ánimo de su amigo: por ejemplo cuando estaba enfadado (lo cual era bastante común) estaban de un tono marrón oscuro; cuando estaba concentrado los tenía de una mezcla verde, azul claro y amarillo. El movimiento brusco de su amigo al levantarse del sofá lo saco de sus pensamientos. Sherlock fue a la cocina, abrió un armario y saco una botella de whisky y un vaso. Se dirigió otra vez al salón h se sentó en su sillón negro.

-Si no comes, eso no te sentara bien- dijo John al ver lo que traía Sherlock en la mano. Sherlock le miró pero no dijo nada. Se sirvió la bebida en es vaso de cristal y empezó a bebérselo. Después habló

-Me da lo mismo- dio un sorbo muy brusco y miro su vaso, el cual estaba a la altura de su cara- ¿Sabes? No se que me pasa. Solo puedo pensar en esto- dijo señalando bruscamente las fotografías de la pared.

John, que ya se había sentado en su sillón hacia un rato corto, miro el reloj que llevaba en su muñeca derecha y se levantó

-Vale, me tengo que ir- dijo el rubio poniéndose el abrigo- Mary ya habrá vuelto del medico- se paró debajo del marco de la puerta. Vio algo en la pared que le llamó la atención. Se dio la vuelta y fue hacia una pared de- Si sigues disparando a la pared cuando estas aburrido al final la Sra. Hudson, tu casera, por si no te acuerdas, te va a echar de la casa- le dijo a modo de bronca y se fue.

Al día siguiente John volvió al 221B, pero esta vez vino con Mary. Los dos le llamaron varias veces por su nombre, pero al ver que no contestaba decidieron buscarle "Siempre la misma historia" pensó John justo antes de ponerse a buscar. Mary fue hacia el dormitorio "Sherlock..." decía ella mientras se acercaba a la puerta cerrada de la habitación. Entró en la habitación. De repente John oyó gritar a Mary con todas sus fuerzas. Él fue corriendo para ver que pasaba y al entrar vio a Sherlock tirado en el suelo, sin conocimiento.

-¡Llama a una ambulancia! ¡Rápido!- exclamó John arrodillándose al lado de su amigo, ahora tendido en el suelo, pálido como la leche, más aún de lo común. Apolo su oído en el pecho de Sherlock para oír el corazón de Sherlock, que latía vagamente.

Rápidamente llego la ambulancia que llevó a Sherlock al hospital. En la camilla al lado estaba John. Le cogía el brazo a Sherlock. Veía a los médicos ponerle una mascarilla y hacerle mas cosas, pero estaba tan concentrado en no perder a su amigo que aunque el también fuera medico no se enteraba "Venga, aguanta hasta llegar" decía John cerrando los ojos y agarrando mas fuerte la mano de su amigo. Vio en una pantalla los latidos del corazón de Sherlock, la distancia entre un latido y otro era cada vez mas larga. Miro hacia abajo y estrujo mucho mas fuerte su mano. Intentaba no llorar, pero bar la vida de su mejor amigo pendiente de un hilo, le destrozó. Pequeñas lagrimas que luego tornaron a mas empezaron a caer por sus rojas mejillas "Por favor, Sherlock. Otra vez no" dijo recordando los dos años que paso sin su compañero pensando que había muerto.

Al final llegaron al hospital e ingresaron a Sherlock.
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Sherlock entreabrió los ojos. Aquella luz blanca y fría le cegaba. Los volvió a cerrar e intento abrirlos de nuevo, esta vez con más éxito. Parpadeo varias veces para que sus ojos se acostumbraran a la luz. Bajo la mirada del techo y vio allí a un hombre a los pies de su cama. Llevaba una pajarita morada, muy oscura, una chaqué casi del mismo color y unos pantalones negros que le llegaban hasta un poco mas arriba de sus tobillos, los cuales tapaba con unos botines marrones. Le estaba observando de arriba a abajo, con unas gafas redondas que, aunque se sujetaran con la nariz, él agarraba por un lado con la mano. "¿Quien eres? y ¿Por que me buscas?" susurraba el hombre. A un lado de la habitación, en una esquina, había una especie de cabina de policía azul. No era muy grande pera al mirarla daba la sensación de ser algo inmenso e infinito, era una sensación extraña para Sherlock. Cuando el hombre se dio cuenta de que Sherlock estaba desierto y le estaba mirando corrió hacia la cabina y se metió cerrando la puerta de un portazo. La cabina empezó a desaparecer. Sherlock ante esta acción se quedo estupefacto. Una vez hubo desaparecido por completo John entro en la sala. Llevaba unos cafés en las manos que cayeron al suelo tras ver a su amigo intentando levantarse de la cama del hospital en la que llevaba al menos dos semanas.

-Estas despierto- exclamo sonriente acercándose a Sherlock. Sherlock se levanto con mucho esfuerzo y se acercó perdiendo el equilibrio constantemente, pero recuperándolo rápidamente. Cuando llego a la esquina donde se encontraba anteriormente la cabina, puso sus manos delante suyo como palpando a ver si hubiera algo allí.

-Sherlock ¿Que te pasa?- dijo John llevándole a la cama otra vez para que descansase.

-Le he visto ¡El hombre inmortal ha estado aquí!- dijo Sherlock intentando levantarse otra vez, pero al ser impedido por su amigo de nuevo se tumbó definitivamente.

Un señor del tiempo, un detective y una caja azul (Parada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora