1. A veces hay que arriesgar.

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                                                             Aitana

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                                                             Aitana

Caminaba deprisa por los largos y limpios pasillos del hospital apenas era una novata de primer año y con carencia de belleza física y una "patética vida" como la solían catalogar mis tías, primas e incluso mi propia madre a y como olvidar los murmullos de algunas enfermeras y mis compañeros que hacía alguien de mi edad aquí. A lo único que podía aspirar este poco más de medio año de internado era a suturas, monitorear a los pacientes más de parecer interna parecía una enfermera más no es por menospreciarlas su labor que es digno de admirar como el de un doctor. Pero quería saber que se sentía atender a un paciente fuera de esos simples monitoreos y suturas e incluso resfriados, quería practicar todo lo que había estudiado, pero no podía, ya que nadie me daba una oportunidad. Aunque no lo quisiera aceptar, estaba empezando a creer que si era cierto que gran parte de mi vida era patética.

Mis ánimos hoy estaban por lo bajo de él menos cero y aunque hoy era diferente, porque el hospital estaba a reventar de personas algunas con heridas de gravedad y otros que no eran tanto de preocupación, pero justo hoy también llegaba junto con un grupo de nuevos doctores y enfermeras el hijo del gran director del H.G.M. "Hospital General De Enseñanza presbyterian." El afamado doctor Connor Johnson es conocido por su belleza física que lo ha puesto en uno de los primeros lugares en las listas de los solteros más deseados de los Estados Unidos. Su gran trabajo como doctor fuera y dentro de la milicia, lo mucho que he leído de él y lo que he oído en los pasillos del hospital. Es que desde siempre quiso ser doctor cómo sus abuelos y sus padres, pero siendo un chico un poco rebelde se aventuró a enlistarse como médico en la milicia como lo hizo su abuelo y su padre antes de él y lo que lo ha llevado a tener un par de decoraciones por su heroísmo en el campo de batalla. Era obvio que su llegada causaría revuelo e incluso algunos periodistas estaban merodeando por aquí.

En el hospital todas las enfermeras e incluso internas, residentes y ¿por qué no? Una que otra doctora a cargo estaban vueltas locas por la llegada, pero para su mala suerte ya la mañana estaba llegando a su fin y la estrella no llegaba.

El hospital estaba fluyendo como una llave de agua, los pacientes salían o eran atendidos, eran llevados a habitación o cuidados intensivos, a radiografía e incluso a quirófano, era como si todos en la ciudad se hubieran puesto de acuerdo para terminar aquí de una u otra forma.

Después de haber entregado los documentos que me habían sido asignados para llevar a departamento de administración podía caminar sin mucha prisa, por lo que decidí ir al ala de oncología y pediatría, siempre había sido una de mis áreas favoritas del hospital. Caminaba con un poco de calma por los pasillos cuando vi a una pareja joven, sonreí, siempre soñé estar en una situación similar, pero sin duda no me arrepiento de nada, incluso de haber estudiado algo que odiaba antes de lo que quería.

Me acerqué a la joven pareja, la cual al acercarme pude ver con claridad el vientre de embarazo de la mujer y el brillo de miedo en los ojos de los dos.

Rompiendo MiedosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora