4. Lo inesperado

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                                                  AitanaTodos tenemos algún mal día y quien diga que no es por qué ay dos razones una oh es un maldito suertudo o te está mintiendo

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                                                 Aitana
Todos tenemos algún mal día y quien diga que no es por qué ay dos razones una oh es un maldito suertudo o te está mintiendo. En realidad yo opino que es la segunda, pues nadie tiene tanta suerte y de mala suerte yo la conozco muy bien, por qué si soy una reencarnación de un gato negro que pasó por una escalera que hizo que se rompiera un espejo.

Mis pies pesaban y el sueño me carcomía, sin duda una profesión tan hermosa tenía costos algo altos.

     —Vamos.—Hablo Lucy, la cual se acababa de apoyar en la isla de enfermeras en la que yo planeaba recostarme.—¿cansada?

     —Las guardias de noche son tan malditamente buenas como malas.

Odiaba cuando había estos cambios horribles de horario era algo simplemente horrible. Sentía mis ojos pesados.

     —Yin yang, amiga.

     —Lo sé.—Me recosté en el mostrador.

     —Vamos, todo estará bien—Sobo mi espalda en forma de consuelo—Bueno, eso espero, pero vamos, quiero chocolate y una de tus ricas Carlotas y obviamente chisme, mi alma quiere chisme, amiga.—Palmeo mi espalda con un poco de fuerza.

     —Auch.—Me queje.—Vamos, mi alma necesita ser liberada.

Ambas caminamos entre bromas malas de Lucy, pero antes de salir vimos a Abby maldiciendo a alguien por su celular.

     —¿Que sucede Abby?—Pregunte cuando estamos cerca de ella.

Una semana llevamos conociéndonos y se había convertido en una duda más en nuestro grupo, incluso ya conocía a la loca de Leah.

     —Papá se fue y Connor se quedará un par de horas más.—Puchero.—y me tendré que quedar aquí, ya que no sé cómo irme.

     —Qué te parece si vienes con nosotras.—Sugerí de la nada.

     —Claro.—Aplaudió y nos abrazó a las dos por los hombros.—¿A dónde vamos?

Lucy río por su reacción, pero le siguió la corriente

     —Vamos a ver películas, comer y obvio, echar chisme de lo que ha pasado esta semana.

     —Oh vamos.

Aun con sus brazos en nuestros hombros camino, pero se detuvo.

     —¿Cómo nos vamos?

     —Leah, ya viene.—Les enseñé mi celular con el chat.

    —Esperemos entonces.

                                                                                    ...

Rompiendo MiedosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora