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te vi parado en aquel gran coche de policía. apagaste las sirenas y bajaste del vehículo. te veías triste, apagado. ¿acaso pasabas por una mala racha?

la típica campana sonó y las puertas mecánicas se abrieron, dándote la libertad de poder adentrarte en esta pequeña tienda. tenías una mano metida en el bolsillo, jugando con lo que eran las llaves del coche. te acercaste a mí, y me hablaste.

«¿cuánto cuesta la gasolina?» preguntaste con aquella varonil voz, envolviéndome en una suave capa de estrellas. me quedé unos segundos parado, sin saber que contestar.

tus dedos golpeando suavemente la barra captó mi atención, haciéndome volver a la tierra, donde pude apreciarte mejor. sin hacerte esperar más, te respondí el precio neutral, intentando no parecer nervioso. mis gestos demostraban mis verdaderos sentimientos.

me miraste a los ojos fijamente, noté pequeñas hormigas recorrer cada parte de mi cuerpo. mis hormonas se habían alterado lo suficiente como para que me sudaran las manos. movía los pies inconscientemente, al ritmo de la alegre música que resonaba por toda la gasolinera.

no apartaste la mirada hasta que una voz retumbó nuestros oídos:

«¡superintendente! aquí hay unos atracantes preguntando por usted. desean negociar con usted.» por el acento se podía notar que el joven era ruso. hablaba con nerviosismo, como si en cualquier momento pudiera morir en aquel lugar. encendiste la radio y respondiste con la tranquilidad recogiendo cada una de tus palabras, construyendo frases como si se tratasen de unos legos.

sacaste el primer billete, aún sin verlo y lo empujaste hacia la mesa.

«quédese con el cambio.» murmuraste, observando como mis manos se acercaban a recoger el dinero. adivinaste mis intenciones cuando cogí el billete y lo cambiaba por dos de veinte.

saliste de la tienda dejándome con los pensamientos en el aire. suspiré y guardé los billetes, esperando a que volvieras otro día para haberte devuelto el dinero correspondiente.

cogiste la manguera del combustible y comenzaste a rellenar el depósito de gasolina. dabas pequeños vistazos en la carretera, como si buscaras a alguien. te apoyaste en el coche con cansancio, mientras que sujetabas la pistola con suavidad. apretabas el gatillo de esta, esperando la indicación de que el coche estaba lleno. dabas miradas a la tienda, mirando como podías los productos que vendíamos, pero la lejanía te prohibía ver pequeños detalles. ver ciertas cosas.

dejaste la manguera en su lugar y abriste la puerta del coche. diste una última mirada a la gasolinera, y por último a mí. te adentraste en la carretera, mirando hacia los lados para ver si venía algún coche. y finalmente te marchaste de mi vista, te fuiste al lugar correspondiente.

apoyé un codo en la barra, esperando volver a verte otra vez por aquí. esperando a volver a escuchar tu voz, o poder apreciar tus ojos. para volver a establecer una pequeña conversación.

fuel station \\ intendenteplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora