fuel station \\ intendenteplay

05

las puertas mecánicas, una vez más, se soprendió ante tales presencias notadas. tuve que terminar la conversación que mantenía con horacio y recorrer mi mirada sobre quienes se trataban.

mi felicidad te sonreía a puertas abiertas.

te acercaste una vez más con aquella seguridad que retumbaba cada parte de ti, solo que esta vez ibas acompañado. el chico parecía ser un rango alto, aunque no podía juzgar sin antes conocerle.

los pequeños gritos que daba el joven a tu lado se calmaron, tomando la seriedad por el cuello.

pequeños tic's en mis piernas aparecían, aparentemente parecían estar al tanto del asunto, como si tuviesen vida propia. imtentaba calmarme, tampoco era para tanto, ¿no?

parasteis frente a la barra, un pequeño ruido en la trastienda os distrajo, dándome tiempo a estudiarte un poco más, y a conocer de vista a tu acompañante. una vez cansados, mirasteis al frente, donde estaba yo.

el peliblanco soltó algo de dinero y se fue a paso firme junto a la puerta, sobrante ante al asunto. tú seguías mirándome, yo observaba tus manos con nerviosismo.

«¡volkov!» gritaste, atrayendo las ganas de mirar hacia acá del chico. «acércate al z y ve recargándolo» ordenaste al muchacho. este, recibiendo la orden, asintió y se dispuso a salir de la pequeña tienda.

sacaste la cartera, y de ahí cogiste algo de dinero. «deme dos paquetes de tabaco» me pediste. no comprendía del porqué tu tranquilidad se asomaba una vez entrabas a la tienda. pero era relajante escuchar tu voz.

volteé a la pequeña estantería donde descansaban los paquetes. «¿alguna marca en específico?» pregunté. «coge la que quieras» jugando con el tiempo y nervios, imtentaba recordar tu marca favorita. suerte que se trataba de ti, porque podría haber despechado esos recuerdos de haber sido otra persona.

di la vuelta y volví a mirarte a la cara. estiré mi mano hacia la tuya, y dejé los paquetes reposando en esta. suavemente sujetaste mi mano, tus duras llemas se paseaban por las mías. indiferente mirabas tu mano, como tratando de descifrar un código.

una vez que pusiste los pies en la tierra, dejaste mi mano marchar suavemente, y volviste a desaparecer. tu acompañante, dando un poco la lata, pedía tu presencia en el z. enfadado saliste de la tienda, hablabas detonando superioridad, dejando toda esa libertad que te tomabas en la gasolinera de estar tranquilo.

horacio, con entusiasmo, salió de la trastienda. se acercó a mí con una gran sonrisa y soltó: «¿¡viste eso gustabo!? ¿viste como el intendente acarició tu mano?» no sabía quien estaba más nervioso y confuso de los dos. «ya, ya, calma. no tiene porque señal, puede haber sido un acto reflejo o algo». y aquí venían en fila una duda tras otra.

«¡pero cogió tu mano de una manera cariñosa!» sonreíste, pegándome a mí también una. después de todo el haberte conocido no fue tan malo como decían.