unos cuantos coches habían parado de golpe donde el lavacoches, no tenía del porqué preocuparme. pensando en que serían unos cuantos muchachos que irían juntos a un sitio.
se adentraron juntos a la tienda, pero la impotencia me ganó cuando pude notar que llevaban un arma en las manos y unas máscaras cubriendo sus rostros. levanté las manos en son de paz, y una vez más volví a preocuparme. horacio se encontraba en la trastienda arreglando unas cuantas cosas, no quería que le pasase nada.
uno, amigablemente, se acercó a mi y tomó mis manos, colocándome en frente de las puertas, sujetando mis brazos y posicionándolos detrás de mi cabeza.
«quédate quieto y no te ocurrirá nada» susurró con gentileza. esta vez, como si fuera más deseada que las otras, anhelaba con que volvieras a aparecer por la tienda. a salvarme, y sobretodo, a salvar a mi compañero.
porque esto solo era una mala pasada, que perfectamente dentro de unos años podría recordar con astuta gracia, y reírme de estos tiempos. y quería que ahora solo sucediese eso, pero quizás ni podría retomar aquello.
el amable chico se adentró donde las barra, observando de reojo si hacía un mal movimiento, algo que lo sacara de su tranquilidad. los otros se acercaron a la puerta y a la fuerza sacaron a horacio. me sentí muy mal por él, era un cacho de pan, no merecía pasar por esto.
lo colocaron a un costado mío. su cara describía totalmente del como se sentía, este chico era tan transparente, tan predecible. le dediqué una mirada de consuelo, deseando poder bajar mi mano para acariarle la cabeza. sabía cuanto lo calmaba en muchos de sus ataques de ansiedad.
y temí porque ahora le diera uno.
aspiré e inspiré sonoramente, para que él pudiera imitar mis acciones y poder mantenerse un tanto ocupado del asunto.
pudimos ser testigos de la melodía sobresaliente de los patrullas que pasaban a gran velocidad. teníamos suerte de que esto no fuera cualquier serie infantil, porque la carretería hubiese corrido el peligro de haber sido incendiada por las grandes ruedas de los zetas.
saliste y golpeaste una de las puertas del vehículo, detonando furia, rabia. colocaste la radio en una mejor postura, estaba seguro de que aquellas manos serían capaces de cargarse el objeto en cuestión de segundos.
con pasos detonando superioridad te acercaste a la puerta mecánica, calculando la distancia segura para que estas no tuvieran la valentía de abrirse. los atracadores estuvieron en las mismas circunstancias.
pasaste una mirada por horacio, y la clavaste en mí cual tritón de mar. miraste a mi derecha, la cual me giré también, esperando encontrarme con algunos de los que interrumpieron la jornada. en ningún momento noté cuando se habían traído a dos personas más.
«muy bien, antes de empezar. ¿qué vais a querer, muñecas? ¿huída, tiroteo, que nos hagamos juntos unas pajas?» preguntaste detrás de las puertas, estaba seguro de que si estas fueran personas temblarían ante el potencial que mantenias en tu voz.
aunque ocultabas toda esa inseguridad en aquella linda voz. no tuve que pensar mucho del porqué; tu mirada se había desvestido por sí sola.
negociaron la primera cosa, ordenaste junto a los siete mares que me sacaran a mí primero, y lo obtuviste, una vez más. ¿acaso habías pedido también desde un principio que mi mente navegase en nuestros recuerdos? porque eras el único que podía remar tranquilamente por el triángulo de las bermudas y no derrumbarse por la fresca marea o las suaves nubes.
un agente me acompañó a colocarme en una de las paredes. no me importó el tacto de sus manos pasando por mis muslos, estaba más atento esperando a que mi compañero saliera.
amablemente, el agente me pidió el dni, acompañando a una pregunta: «¿necesita asistencia médica, joven?». me hubiese gustado más que tú me hubieses acompañado, pudiendo aprovechar el tiempo recurrente a tu lado, aunque fuese poco. negué con la cabeza, mientras estiraba la mano y recuperaba cuidadosamente el dni.
horacio salió junto a otro policia. «cuidado por donde toca, eh». soltó graciosamente, sonreí al escucharlo, este era mi horacio. una vez te dejaron libre, a paso lento se posicionó en frente mía. sin esperar más le abracé, demostrando el miedo que tuve en aquel lugar. miedo que fue remplazado por una gran felicidad.
te acercaste ante la escena, y te paraste con los brazos cruzados, esperando a que parásemos de una vez. horacio se alejó en busca de poder molestar un poco a algún agente. me dejó solo contigo, y con los nervios saliendo de cada uno de mis poros. sonriente me acerqué a ti, acortando un poco más el espacio personal, pero sin apegarme demasiado.
«espero volver a verle otro día» soltaste, mientras que, por segunda vez, acariciabas mi cabeza suavemente. podría acostumbrarme a estas caricias si se tratase de ti.
sonreí mientras observaba como te metías en el vehículo, dando la señal a los atracadores de que podían salir.
los zetas se arrojaron al coche con gran velocidad, y mi corazón se fue junto a ti, una vez más.

ESTÁS LEYENDO
fuel station \\ intendenteplay
Fanfictiondonde gustabo conoce al superintendente en una gasolinera. ⇢ inspirada en "seventeen" de troye sivan.