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Ese día era mi cumpleaños, ¡qué ilusión! Muy muy muy muy pero que muy feliz bajé al salón, donde apunto de tirarme a los brazos de mi madre la vi hablando con alguien por teléfono.

“¡Mami!”.
  Sin mirarme, me agarró en sus brazos mientras paseaba por la sala y yo escuchaba la conversación.

“Sí sí, de acuerdo, allí estaré, no te preocupes Luke, ya voy, voy enseguida”, contestó antes de dejar el teléfono conmigo en brazos.
  Agarró el bolso, las llaves, y me sacó de casa.

“¿Adónde vamos mami?”.

“Luke necesita mi ayuda hijo, vas a estar con tus abuelos Breha y Bail”.
  Me decepcioné mucho, era mi cumpleaños...

“Pero mami, hoy es un día especial para mí, ¡es mi cumpleaños!”.

“Ya lo sé hijo, pero no puedo hacer nada, tengo que ir”. Pues vaya...
  Nerviosa, llamó a la puerta del palacio donde abrieron.

“¡Hija!”.

“Mamá, quedaros al niño, no puedo cuidarle, tengo una misión junto con Luke y no sé cuántos años estaré fuera”. ¿¡Años!?

“Pero hija, si nosotros...”.

“No quiero dejarle con el idiota de su padre, por favor mamá, por favor...”, rogaba mi madre a mis abuelos.

“¿¡El idiota de su padre!?”. ¡Papi!

“Pues sí, ¿¡qué haces aquí!?”.

“Venía a pedir la llave de su preciosa casa majestad, ¡tenía que felicitar a mi niño!”. ¿Papi?... Qué ilusión...

“Increíble lo tuyo... Pero hala toma a tu hijo, me tengo que ir, y no sé cuánto estaré fuera”.

“Por mí como si no vuelve princesa”.
  Oír eso de mi padre me dolió muchísimo, él nunca le decía esas cosas pero lo pude entender, le acababa de llamar idiota...

“Por mí como si no le vuelvo a ver gilipollas”. ¡Mamá, te pasaste!
  Dando un portazo, se fue y papá miró por la ventana. Al ver que ya se había ido, sonrió y me agarró en brazos con las llaves en la mano.

“Muchas gracias señora Organa”.

“Nada Han, suerte”.

Conmigo en brazos, sonrió y nos fuimos de allí donde me dejó en el suelo para entrar un momento en casa.
  Para saber qué iba a hacer, me escondí y le vi rebuscando.

“El dinero, el maldito dinero, dónde lo tiene esta... A ver... ¿¡Por qué coño mis cajones tienen candado!? ¡Maldita princesa!”. Auch...

Al verle tan desesperado, decidí entrar.

“Papi, aquí, la llave está aquí, en este cajón...”. Hasta él notó que me dolió, por lo que se agachó para estar a mi altura y sonrió.

“Perdona peque, es verdad, es tu madre... Lo siento hijo, pero que me echara así porque sí me tocó la moral...”.

“No te preocupes papi, no pasa nada”.
  Sonrió al escuchar “papi”, tenía los ojos un poco llorosos y decidí abrazarle, algo que nos alegró a ambos. Era mi padre, le quería muchísimo.

“Bien, pues a ver si... ¡la llave!”.

Una vez abrir los cajones agarró sus cosas, su cartera, y tras coger todo lo suyo me sonrió.

“Coge tus cosas, no sabemos cuándo vamos a volver”, ¿eh?...

Sin ningún pero, me hice una maleta y él metió sus cosas en una mochila, donde una vez listos salimos de allí.
  Yo pensaba que directamente íbamos a ir a la nave, pero para mi sorpresa me llevó por Alderaan.

“A ver cielo, dime, ¿dónde comemos?”.

“Oh, en el Halcón ¿no?...”.

“Ah, ¿quieres comer en el Halcón?”.

“Nunca como fuera de casa, supongo que no me llevarás a ningún sitio especial...”.

“¡Pero si es tu cumpleaños mi vida! ¡Venimos a celebrarlo!”.
  La alegría me entró por todo el cuerpo.

“¡Entonces al restaurante donde mejor se come!”.

“¡Entendido pequeñín!”.

Me bajó y me dio la mano una vez llegamos para no entrar conmigo en brazos, qué sitio más... ¿aquí era donde mejor se comía?...
  Miré a los clientes, daban miedo, todos eran monstruos o... bichos raros, y los pocos humanos que había tenían el ojo o el brazo mecánico...
  Susurrando, me pegué a mi padre aterrado cuando uno de esos bichos me miró.

“Papi, vámonos de aquí...”.

Fue agarrar su mano para poco a poco levantar la cabeza y darme cuenta de que me acababa de agarrar a un monstruo de esos, lo solté y grité hasta que mi padre me agarró.

“¡Ben! ¿Qué pasa cielo?”.

“Vámonos de aquí por favor, por favor, no quiero estar aquí...”.

La gente fumaba, qué asco, desde pequeño mi madre me enseñó que eso estaba muy muy mal y me repugnó, papi nunca haría eso... o eso pensé hasta que levanté la cabeza y le vi riéndose con el hombre de la barra mientras fumaba...

“¡Jajajaja! Pero nunca superará eso, ¡fue épico!”. ¿Papi?...

Mientras hablaba yo me agarré a su pantalón mirando a todos aterrado, quería irme, y del miedo a ese lugar cerré los ojos fuertemente para no meterme en líos por mirar a alguien a los ojos, donde sentí una babosa pasándome por delante.

“¡Ah!”.

“¡Ben!” gritó mi padre y me agarró en brazos al segundo, no paraba de llorar mientras él estaba tan normal en ese espantoso lugar... “¿Qué ha pasado cielo?”.

“Esa babosa, socorro, ¡papi no quiero estar aquí, quiero salir!”.

Mi padre, chulesco, me sentó encima de la barra y se acercó a esa espantosa babosa.

“¡Eh tú, no te metas con mi hijo!”. Papi, ¿desde cuándo te metías en estos líos?...

“Wadrablala ploto Solo”. No entendí nada, pero se pudo notar que se estaba metiendo con él.
  Con un gesto bastante bastante... muy, muy guay, papá le miró extrañado de una manera actuada. Me encantaba su personalidad, de mayor quería ser como él.

“Ah ¿sí?”. Y de la nada, un disparo mató a esa babosa. Yo me quedé sin habla, mientras mi padre me agarró en brazos tan tranquilo y le tiró unas monedas al de la barra.
  “Perdón por el estropicio”. Jeje, este papi... qué cosas tenía, ¡jajajajaja!

Salimos de allí, ¡por fin! Pero tenía hambre y me rugió el estómago por lo que me abracé a papá.

“Tengo hambre papi, al final no hemos comido...”.

“¿Crees que no vas a comer? Como no te gustaba el lugar he pedido para llevar, lo tengo en la mochila hijo, tranquilo. ¡Jajajajaja!”. ¡Viva!

Nos sentamos a comer en unas escaleras y... la mejor comida que había probado.

“¡Santo Jedi, qué manjar!”.

“¡Qué rápido empiezas a hablar como tu padre! ¡Jajajajaja! Sí hijo, ya te lo he dicho, cocinan de maravilla y por eso van los más maleantes de la galaxia. Pero tu padre es el mejor entre todos esos, eso que te quede claro”. Qué orgullo se tenía a sí mismo, ¡jajaja!

“Claro papi, ¡tú eres el mejor de la galaxia!”.

Escuchar eso fue lo único que le dejó sin comer durante unos segundos, cosas así le alegraban mucho.
  Me alborotó el pelo, ¡jajajajaja!

“Gracias chico. Mira, ¡ahora sí eres un Solo! ¡Jajajajajajajaja!”.

“¿Los Solo no se peinan?”.

“Sí, pero el viento acaba despeinándolos. ¡Jajajaja! Desde ahora no pienso dejar que te eches lacas ni mierdas en el pelo, qué asco...”.

“¡Entendido papá! ¡Jajajajajajaja!”.

"Yo te protejo" - Los SoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora