m. sesenta y cuatro

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El olor a libros viaja por toda la casa

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El olor a libros viaja por toda la casa. Las estanterías han recibido a dos miembros más y mi sonrisa no puede ser más grande.

Mamá decidió regalarme, junto a otro comprado, uno de los antiguos libros de mi abuelo: "The spirit of Korean Architecture", una obra de doscientas páginas donde Kim Bongryol describe cada aspecto que debe tenerse en cuenta al observar el arte de edificios en Corea.

Mi madre dijo que guardó este libro especialmente para este momento, día en el que no quedan más que horas para el inicio de mi periodo universitario.

—¿Quieres que te prepare algo?— pregunta ella mientras que abre las alacenas algo vacías de mi cocina. Yo sigo con la vista fija a mi estantería.

—Estoy bien así, Gracias.

Mis ojos van y vienen por todos lados, buscando entre las personas a mi madre. A ella nunca le han gustado los aviones, por tal razón prefiere siempre viajar en tren.

La estación de Seúl siempre ha sido enorme, perderte por aquí es de lo más sencillo. Espero que eso no le pase a ella, y por suerte, el teléfono ayuda bastante.

¿Dónde estás, hija?— pregunta de nuevo, escuchándose agotada. El reloj marca las siete, hora exacta en la que el tren de Yeosu hasta Seúl llegaba.

—Estoy bajo el cartel de salida, ¿no puedes verme?— digo, levantando luego la mano para agitarla, yo ya soy capaz de verla.

Ah, creo que ya te encontré— tras hablar, su tono de voz cambia para mejor, ahora no puede esconder la emoción en este.

Acabamos entonces con la llamada y solo así espero a que de conmigo. No tarda mucho gracias a la rapidez con la que se dedica a caminar hasta mi.

Apenas deja su maleta junto a ella, en el suelo, me hunde en un profundo, cálido y cariñoso abrazo que no sentía desde hace años. Pasé los últimos cuarenta y ocho meses extrañándola día tras día y por fin, esta noche, pudo llegar para quedarse por unos días.

La universidad junto con las aplicaciones para Stanford me consumieron tanto que incluso había semanas en las que no intercambiamos siquiera un par de mensajes. Todo fue horrible, y aunque no valió tanto la pena, hoy puedo abrazarla y mantenerla junto a mi.

La última vez que estuvimos juntas fue hace cuatro años, un día antes de entrar a la SNU.

Ay, Changmin— suspira, llevando sus manos hasta mis mejillas, —mira cómo has crecido— sus ojos amenazan con tornarse llorosos, y puedo notarlo ya que comienzan a enrojecerse.

—No nos pongamos sentimentales ahora, que lloro— digo para intentar aligerar el tan bonito momento. Ella asiente y sorbe su nariz, —vayamos a descansar, ¿te parece?— nuevamente, asiente.

mohae ━━ I.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora