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A Dasha no podía importarle menos el hecho de tener que mudarse una vez más, ni siquiera el de separarse de su familia, admitía libremente que estaba cansada del drama familiar y de todo lo que sucedía, hace tan solo unos meses había roto la maldición que adormecía su parte licántropo, como su mellizo, no obstante, a ella no le importaba crear ningún ejército de híbridos como su temperamental hermano; ella quería una vida tranquila, aunque aparentemente fuera muy difícil, no podía ser feliz un segundo porque sabía que algo debía salir mal.
Estaba en su sangre, en su apellido y en su familia aquella maldición, los Mikaelson estaban malditos, de cierta forma no le molestaba estar siempre en el equipo ganador, le molestaba que ello involucrara todas las desgracias que habían pasado a lo largo de su vida, le molestaba no poder ser lo suficientemente inútil y mundana como los demás humanos que recorrían el edificio del instituto al que se acababa de inscribir.
Se había mudado a Forks, un pequeño pueblito en Washington, al otro lado del país, había escuchado que era un buen lugar para sobrenaturales como vampiros o licántropos, o eso le habían dicho los nómadas con los que se había encontrado en algún momento de su viaje.Quería sentir aunque fuera un poco de humanidad, ser humana es lo que extrañaba, aunque tampoco lo veía como una necesidad realmente, le gustaba ser ella, pero a veces prefería pensar en que la ignorancia de los humanos hacia su mundo era realmente mejor que tener cientos de enemigos porque su mellizo era un híbrido psicótico de mil años.
Podía escuchar todo lo que las chicas y los chicos hablaban de ella, rumores inventados y comentarios realmente halagadores para ella, quien por alguna parte de su ser adoraba la atención.Se encontró frente al aula de su primera clase, literatura, miró su reloj en su muñeca encontrándose con que había llegado cinco minutos más temprano, así que simplemente se dedicó a entrar y dirigirse al viejo hombre que suponía sería su profesor.
—Usted debe ser la señorita Mikaelson.
—La misma —la joven sonrió inocente entregándole una papeleta que el mismo firmó devolviéndola.
—Bien, creo que podría acoplarse perfectamente al lado del señor Cullen —señaló el hombre con la mirada a un cobrizo de ojos ámbar— es un buen alumno, creo que podrá ayudarla si tiene duda.
—Claro.
—Señorita Swan —el hombre llamó la atención de la castaña— ¿Podría sentarse al lado de su compañero... Eric? —.
La muchacha le miró mal a la rubia, quien sólo intentó aguantar una turbia sonrisa por la expresión de la humana.
—Claro, profesor Davis. —profirió en un tono bajo para luego tomar asiento de su otro compañero—.
La rubia se sentó entonces al lado del cobrizo, dedicándole una mirada de curiosidad.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó como sin nada—.
El cobrizo estaba ensimismado tratando de leer la mente de la rubia, algo que le resultó imposible.
—Edward —mencionó con simpleza.
La rubia asintió observando los ojos de tono ambarino y pigmentos dorados del muchacho, un color bastante particular y que jamás había admirado en ninguna otra persona que hubiese conocido antes.
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Dark Paradise - Jasper Hale.
Fanfiction"No subestimes el encanto de la oscuridad, incluso los corazones más puros se sienten atraídos".