Capítulo 5: Dama y no por título

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En el gran dōjo de la mansión Hyuga se escuchaban golpes consecutivos, acompañados de leves jadeos y gruñidos.

En el centro de este, se podía apreciar la curvilínea figura de una mujer de larga cabellera azulina envuelta en un conjunto de ropa ajustada y ligera de color negro y blanco, bloqueado, esquivando y atacando a un hombre maduro e imponente de larga cabellera castaña con un mechón gris vestido con una yukata verde grisáceo ligera y elegante que le permitía moverse con libertad.

Hinata que había bloqueado la palma derecha de su padre logro percibir a tiempo que la izquierda estaba apuntado a su corazón, con un ágil movimiento tomo su muñeca con firmeza y la atrajo hacia abajo provocando que todo el cuerpo del adversario se inclinara también, no dándole la oportunidad a su viejo padre de reaccionar elevo rápidamente en un perfecto Split su torneada y blanca pierna derecha para luego sin piedad asestar un potente y brutal golpe en el hombro izquierdo del pobre patriarca Hyuga.

Al no poder contener el dolor de su hombro dislocado y un par de huesos rotos Hiashi no tuvo otra opción que caer de en un sonido sordo al frio y duro piso tratando con sus últimas fuerzas jalar de forma pesada oxígeno para respirar.

La morocha con su ropa intacta y dando leves jadeos observo el desastre que estaba hecho su progenitor, una sonrisa cargada de cinismo se posó en sus rosados labio para luego darse la vuelta y tomar una botella de agua junto a una pequeña toalla para secar su sudor.

-Kō...-llamo a su antiguo niñero quien estaba afuera del dojō esperando órdenes.

-Si Hinata-sama. -respondió entrando a la sala dirigiéndole una mirada de condolencias a su líder que yacía en el suelo.

-Encárgate. - ordeno tranquila caminado hasta llegar en frente de su padre.

-Hai.- acato de inmediato volviendo a salir.

Al estar a solas de nueva cuenta la de ojos luna se puso de cuclillas posando su codo sobre su muslo y su barbilla en su mano dejando que la burla inundara sus bellos ojos y su astuta sonrisa.

-Padre, podría recordarme para quien se supone que era el infierno de entrenamiento y quien se arrepentiría, por favor. - inclino levemente su cabeza de lado mientras soltaba esas palabras cargadas de cizaña con una voz engañosamente inocente.

El hombre que todavía respiraba entrecortadamente y mantenía un ojo cerrado por el cansancio la miro de forma borrosa, una imperceptible sonrisa más parecida a una mueca de dolor se formó en sus labios.

-No me puedes negar que al principio sufriste. - respondió con voz ronca de forma orgullosa.

Una suave risa lleno la habitación.

-Si eso satisface tu ego herido, bien. Si, sufrí por 4 días. -con tono burlón agrego. -Pero no puedes negar que el resto del mes estuviste rogando clemencia.

Ahora fue el turno de Hiashi de reír con voz ronca siendo estrepitosamente interrumpido por su propia tos que le indicaba que todavía era demasiado pronto para permitirse dejar de recibir aire.

En ese momento entraron Kō junto a otro Hyuga y un ninja médico.

Al ver a las personas recién llegadas la azabache se levantó y emprendió su camino hacia la salida no sin antes despedirse de su destrozado padre.

-Nos vemos luego padre, tal vez no esté aquí las próximas 2 semanas, aprovecha ese tiempo para descansar y reponerte. -con esas últimas palabras se retiró finalmente del dojō.

No sabiendo si era una advertencia, amenaza o un aviso todos los presentes a excepción de Hinata claro, dejaron salir un pesado suspiro.

Todo este mes fue un inferno. Y el que más lo vivió fue el líder del clan, quien para todo el complejo se convirtió en el saco de boxeo de su propia hija. Aunque la mayoría de los Hyuga tampoco se salvaron de recibir una dosis de dolor y sufrimiento, digo, una sesión de entrenamiento con la que ahora era conocida por todo el clan como el "Demonio Azul".

Oka-sanWhere stories live. Discover now