Con esa duda en la cabeza opto por rastrear la parte sur. Me pilla de camino a la estación de autobuses y si no la encuentro, me voy de Sighisoara con el misterio por resolver.
Y nada. Ni rastro de la puta casa.
Por el camino voy preguntando a la gente. Me miran como un bicho raro. Eso cuando me entienden. Uno de ellos cree que le quiero vender el móvil. Claro, cariño, ahora mismo te hago un precio.
Finalmente, ya dándolo todo por perdido, bajo hasta la Plaza Hermann Oberth por unas escaleras y le pregunto a un chaval que sirve mesas en una terraza "¿Reconoces esta calle?" Él mira la foto, me mira a mí, mira detrás de mí y señala con el dedo. "Allí".
Me giro, y efectivamente, se me cae el culo, ¡allí está! ¡Había pasado por delante y ni siquiera me había dado cuenta!
Os pongo el cuadro y la foto juntos para que comprobéis que sí, ¡esa es la casa de Mew! ¡Aún existe!
Las piernas me tiemblan a medida que me acerco al portal.
¿Estará habitada la casa? ¿Vivirá alguien de la familia aún allí? Y de ser así, ¿podrá alguien contarme por fin qué relación tenían Mew y Gulf?
Me plantó delante de un gran portón de madera. En él, una gran placa reza TASCHLER HAUS BOUTIQUE HOTEL. Un hotel no es buena noticia... pero al menos el edificio no está abandonado.
La puerta está cerrada. Llamo al timbre y espero un buen rato hasta que la puerta se abre. Una mujer de unos 50 años asoma la cabeza y me hace pasar. "¿Quiere una habitación?", me pregunta y adivinen ¡Un milagro! ¡Habla español!
Cuando le digo que no estoy buscando alojamiento, la señora del hotel me mira con desconfianza. En ese momento me doy cuenta de que no puedo contar la verdad. ¿Qué le digo? ¿Qué soy un romántico empedernido que se ha obsesionado con dos muertos de hace un siglo?
Decido adoptar mi personalidad de Carmen Sandiego: "Estoy haciendo un trabajo de investigación sobre la I Guerra Mundial en la zona." Hala, y si vamos, vamos. "Me han dicho que aquí solía vivir la familia Suppasit, ¿es así?".
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SOLDADOS [MewGulf]
RomansaMisterio tras una lápida de la Primera Guerra Mundial. Guillem Clua se encontraba en Rumanía por un viaje de trabajo cuando encontró una lápida de la Primera Guerra Mundial que le llamó la atención porque tenía dos nombres inscriptos en ella.