De nuevo miré mi lápiz. Lo giré unas cuantas veces entre mis dedos, lo mordí, jugué con él, lo moví hasta que se me cayó al suelo, interrumpiendo el silencio de la clase. Todos me miraron, la profesora seguía explicando pero a todos nos aburría la clase de Geografía por lo que cualquier cosa de ocurra era suficiente excusa para ponerle atención y salir mentalmente de la clase. Avergonzada me agaché disimuladamente sin despegarme de la silla y lo recogí del suelo.
Las miradas volvieron a la pizarra, "ya sé que los Pirineos separan a España de Francia", pensé. Miré a la ventana observando las calles semidesiertas, solo algún anciano paseando o yendo a comprar, el resto de personas se encontraban trabajando o en clase. Un chico captó mi atención, alto y delgado, pelo negro intenso bastante largo relativamente, gafas de sol con cristales rojos apoyadas en su nariz dejando ver sus... ojos perfectamente rasgados. Sus labios levemente coloreados y carnosos se separaron mientras quitaba su auricular y soltaron un suspiro, y yo a la vez. "Que guapo es, bueno, otro crush más de la calle que no volveré a ver", pensé. Entró en la pequeña tienda de electrónica frente a mi escue...
Profesora: ¡T/N! – es verdad, la clase. Despegué mi vista de la ventana y volví a mirar a la pizarra, sí, el Teide en Canarias.