CAPÍTULO 1

543 64 14
                                    

Antes de que comiencen a leer, les quiero advertir que esta historia sucede en el mismo tiempo que en el Silencio en tus oídos, esto por si más adelante encuentran algunos momentos que le recuerdan a la otra historia;)

********************************************************************************

********************************************************************************

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


"Lejos de París"


Si me preguntaras lo último que recuerdo, sería el momento en cómo un vehículo rojo se estrelló contra el mío por la carretera sin detenerse por la cobardía, de seguro. Tal vez me lo merecía, tal vez no. No lo sé.

Imágenes vienen a mi adolorida cabeza. Mi padre gritando mi nombre con furia acompañado de mi prometida cuando lo que podría ser una boda perfecta..., no lo fue finalmente. Era el mayor escándalo de París que había sucedido durante los últimos dos meses y es que, ¡por Dios! ¡iba a casarme casi por obligación!

No. Casi no. ES una obligación. Después de esto, era probable que Gabriel Agreste no piense en dirigirme la palabra si es que en algún momento yo regresara a ese lugar. ¿Pero para qué? No quiero seguir más órdenes para ser el perfecto Adrien Agreste tal como lo he hecho toda mi vida, pues así es como la gente me ve, sin saber que realmente mi vida no es tan perfecta después de todo...

Toda mi vida había estudiado en casa hasta los catorce cuando por fin pude ingresar al Instituto de París (en la cual mi gran amigo, Nino, fue el único que logró comprenderme), luego, apenas terminaba la jornada, debía ir a practicar esgrima lo que, en cierto modo, terminó por gustarme si no fuera porque luego, apenas llegaba a casa, iniciaba las aburridas clases de chino... ¡Ah! Y no olvidemos también mi obligación de ser modelo para la compañía de mi padre. Además de no poder escoger mi carrera como cualquiera, pues mi futuro era dirigir la empresa de Gabriel como un buen heredero...

Estaba bien, hasta que nos enteramos de la crisis económica de los Agreste.

Aún recuerdo cuando papá ingresó a mi habitación tres días después de haber cumplido los veinte. Tan serio y recto, intimidándome con esa mirada que no expresa ni el más mínimo de gratitud, sólo para informarme que me casaría con ella para unir a las familias. Así, sin pelos en la lengua, directo y seco como siempre.

Sólo quería llevarme mejor con él, eso es todo...

Finalmente, llegó el momento en que me harté, y tras un año de estar comprometidos, en el día de la boda hablé con él y mi prometida antes de retirarme a mi habitación. El escándalo que se formó fue la noticia del día (y el de una semana, desde luego): "HIJO DEL MAGNANTE GABRIEL AGRESTE CANCELÓ LA ESPERADA BODA DEL AÑO". Eso era uno de los posibles titulares en los periódicos o noticieros de todo París y de Francia, incluso.

Los problemas llegaron, y en la madrugada escapé. No había nadie, ni siquiera mi guardaespaldas o Natalie, así que corrí como nunca al auto que jamás ocupábamos. Desinstalé el GPS y con las llaves que había cogido a escondidas, logré encenderlo para manejar y alejarme lo más rápido de París. Eso quería, alejarme de París y de todos.

Recuerdo el hambre que tenía en ese momento y la oscuridad de la carretera. Recuerdo el miedo y como mi corazón bombeaba la sangre latiendo con rapidez debido a la adrenalina del momento. También recuerdo el único convertible rojo que pasó, un idiota borracho del que no me fije y terminé por ser arrollado en la carretera sin ayuda alguna.

Era el momento en que dudaba de mi decisión, de la estupidez que estaba cometiendo. Tal vez moriría en un lugar sin nadie que me ayude, tal vez estoy soñando y mañana estaré frente al altar a punto de casarme con mi prometida...

Entonces apareció.

Lo último que vi fueron unos ojos azules preocupados, mirando a espera que reaccione. El dolor que siento en mi cuerpo, sin embargo, me termina por ganar, siendo quizás esa persona la que me agarra para llevarme quién sabe a dónde...

Gabriel Agreste ha sido mi padre desde siempre, y ha cambiado con la muerte de mamá hace apenas 4 años. Sólo espero que intente perdonarme sobre mi decisión, porque yo no estaba dispuesto a regresar.

"Cuando encuentres la carta, por favor, padre, perdóname por querer estar lejos de París."

(...)

Parecía como si hubiese viajado a otro planeta. Estaba tan ajeno a lo que sentía... y es que..., ¿qué me había ocurrido?

Lo último que recordaba eran unos ojos azules que me veían preocupados. Luego, fue sólo oscuridad. No sé dónde estoy..., no sé porque no puedo abrir mis ojos..., y mi cuerpo está demasiado pesado. De seguro estoy muerto.

Entonces comencé a ver un lugar, era como si todo se aclarase de repente. Estaba en un campo, con el césped más verde jamás visto y el sol tan brillante como nunca. El viento estaba fresco, y, sin embargo, no tenía frío. Vi un árbol a lo lejos, cerca de una pequeña colina. Caminé directo hacia ella donde pude ver a una chica que estaba leyendo tranquilamente. Intenté llamarla, pero no podía decir nada, la voz no me salía. Era como si la hubiese perdido.

¿Qué rayos me pasaba?

Fue cuando vi sus ojos. Azules, eran azules. Como un par de bellos zafiros, ese es el azul que recuerdo.

Ella me miraba expectante, sosteniendo un libro con sus pálidas manos. Su cabello negro como la noche se movía ligeramente con el viento, dándole el aspecto de ser un ángel que esperaba por mí. Su seriedad, no obstante, me hacía dudar de si pedirle ayuda o no.

—Deberías despertar —escuché su voz, casi como un susurro para el mundo, pero bastante claro para mí—. Despierta.

Abrí los ojos de golpe, respirando agitadamente. Había sido un sueño, un sueño que se sintió real.

Entonces me di cuenta que estaba recostado en una cama de una habitación que mantenía las ventanas abiertas donde pude fijarme que era de día y que estaba en un bosque. Al intentar moverme, me quejé en voz alta: me duele todo.

Miré mi cuerpo. No llevaba la camisa puesta, como reemplazo estaba vendado en todo el pecho, abdomen y pude darme cuenta que mi cabeza también lo estaba. Malédiction...

La puerta, es entonces, es abierta para dejar pasar a una joven. Pero no cualquier joven, sino que era aquella chica de ojos azules que había visto en mi reciente sueño...

¿Qué hace aquí? ¿qué hago yo aquí? 


************************************************************************************************

Siento si fue corto, pero aquí hay un vistazo de la segunda historia ;)

Ya pronto subiré los otros capítulos.

El Susurro de tu Voz 🐞Adrinette [A.I #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora