María Luisa Gómez Sanabria está hecha un lío. Es su primer día del resto de su vida. Bueno, no porque fuera un bebé recién nacido si no porque era su primer día haciendo aquello a lo que esperaba dedicarse de ahora en adelante. O al menos eso pretendía si lograba sobrevivir al menos los próximos 4 años en el hospital. Francamente, no esperaba llegar tan lejos pero la vida tenía otros planes para ella, y contra todo pronóstico se encontraba en su nuevo hogar, el Hospital Central de Madrid.
"Dra. Gómez que le acabo de decir?" una fuerte voz femenina la despierta de su pensamientos.
No había estando prestando ni una pizca de atención a lo que le estaban diciendo. Conocía el hospital como si fuera la palma de su mano, no le había parecido imprescindible. Entrando en pánico, la joven rubia mira de reojo a su compañera de al lado en busca de una pista sin mucho éxito. Sintiendo el silencio caer sobre ella, Luisita intenta codear suavemente a la misma compañera para llamar su atención. La maniobra resulta poco discreta pues no sólo llama la atención de su compañera si no la de todos los ojos en la habitación.
¡Joder, joder, joder! Dí algo Luisita.
"Ehhh...doctoraa...." Luisa alarga sus palabras lo más que puede, agitando su mano izquierda en el aire lentamente. En su emoción, dentro de todas las cosas que casualmente no había escuchado incluía el nombre de su tutora.
"Martínez," completa por ella la mujer frente a ella fríamente.
La Dra. Martínez es una mujer castaña, de altura promedio y unos penetrantes ojos cafés ...mismos que le estaban clavando dagas con la mirada detrás de un par de gruesas gafas negras.
"Claro, Dra. Martínez," hace una mueca nerviosa involuntariamente, "me temo que no lo he pillado,doctora..." finalmente confiesa torpemente con cierta vergüenza la rubia.
Esa mirada la estaba fulminando al poderoso estilo de Manolita Sanabria. La hacía sentir como una cría a la que regaña su madre.
Una súbita carcajada interrumpe la tensa situación. No sabe qué de lo que dijo pudiera ser tan gracioso pero un hombre de cabello rizado a la derecha de la doctora Martínez no podía parar de reír. Luisita suspira por lo bajo en alivio.
"Perdón, perdón," se excusó el hombre, sin una gota de disculpa en su voz, "deberías ver tu cara Cris."
Luisi supone Cris es el nombre de la Dra. Martínez, y que el hombre pretendía hablar por lo bajo, pero su voz no había pasado de ser percibida por nadie en la habitación. Incluso escuchó uno que otras risas disimuladas detrás de ella.
Ignorando al hombre a su lado por completo, la Dra. Martínez se dirige a la rubia en un tono grave, "Dra. Gómez."
Luisa traga saliva y se endereza instantáneamente.
"Como le decía a tus compañeros, la indisciplina no es tolerada en este hospital, y es lo más importante, si lo que buscan es acabar su residencia. ¿Queda claro?"
"Sí, doctora."
Trataba de repasar lo que le había recalcado su abuelo no hace más de unos días atrás.
Charrita, el medio hospitalario no es muy diferente al de un régimen. Si te preguntan algo no existe otra respuesta que no sea 'sí, doctor'/'no doctor', si lo que quieres es no tener problemas. Que te lo digo yo, por tu bien, charrita.
"Ni siquiera las nietas de eminencias como el Dr. Pelayo Gómez, ¿entendido?"
Esas palabras la hacen cabrear, pero suspira profundamente y se aprieta la réplica en los labios. ¡Qué insinuar que deseaba trato especial por ser nieta de su abuelo! ¿Qué culpa tiene ella de que él fuera una eminencia? Ella era Luisita Gómez Sanabria, a secas y ya estaba.
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Limerencia
RomanceEs el primer día del resto de su vida para Luisita Gómez Sanabria. ¿Quién iba a pensar que su vocación asistencial la llevaría a seguir los pasos de su abuelo y estudiar medicina? !Y especializarse en uno de los mejores hospitales de Madrid! ¡Qué va...