Capítulo 2: Coincidir

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El camino a su piso le pasa como un flash frente a sus ojos. Las tres calles más cortas que había recorrido en su vida. Apenas le abre la puerta a su apartamento cuando se gira a mirar a su acompañante. Ella le quita el aliento. Abre la boca para ofrecerle una bebida como había dicho pero las palabras no le salen. Su corazón en un arrebatado crescendo. Es la otra mujer la que acorta sus distancias y sella sus labios con los suyos en un beso. Luisa cierra los ojos instintivamente al sentir el suave roce de sus firmes labios. El beso inicia suave como una caricia en la mitad de su sala. Y fue aumentando en intensidad conforme se sentía empujar poco a poco contra una pared. Le sostenía la cara con ambas manos delicadamente, completamente opuesto a la ferocidad con que le comía la boca. Una de sus piernas se empujaba entre las suyas, y siente cada centímetro de su cadera presionar contra la suya mientras la empujaba contra la pared. La morena le muerde suavemente su labio inferior y se escucha gemir. Siente la humedad de su lengua escurrirse entre sus labios partidos hasta encontrar la suya. Siente una de las manos de la desconocida tocar su cintura debajo de su blusa, y casi se deja caer al suelo. Uñas recorren su espalda, mientras besos húmedos y sonoros recorren sobre la carne de gallina a flor de piel de su cuello.

La mujer de cabello oscuro se separa brevemente de ella para susurrarle en el oído, "¿Te gustaría –"

Luisita la interrumpe con otro beso, atrapando su labio inferior entre los suyos. Esta mujer no se iba a salir con la suya así sin más. Habría tiempo para todo, si su habitación estaba a sólo unos pasos.

**

Amelia Ledesma abre ojos cansinos lentamente. Las mañanas nunca han sido su fuerte, mucho menos después de ocuparse tanto como se había ocupado la noche anterior. Lo primero que llama su atención es lo blanco del techo y lo vacío de las paredes, su piel desnuda contra suaves sábanas carmín y el leve olor a tabaco en la habitación. Gira su cabeza a su derecha para encontrarse con una mujer rubia y menuda, que no podía ser mucho menor que ella, sentada a su lado con móvil en mano, y cejas fruncidas en concentración. A diferencia de ella, ya se encontraba vestida con la camisa del día anterior, con sólo tres botones abrochados, el más cercano a sus senos mal abotonado al haberse saltado uno de ellos. No puede evitar sonreír, casi contra su voluntad.

"Hola guapa," le suelta desde su lugar en la cama.

Al lado de ella la rubia se congela sobre su celular y Amelia la observa morderse el labio inferior.

"¡Buenos días!" su voz es risueña pero apenas si la observa de reojo desde la pantalla de su móvil.

Amelia le alza una ceja. Genial, otra adicta a redes sociales...

La escucha suspirar a su lado, se gira hacia ella con un semblante inusualmente amigable, "Estaba pensando, ¿te apetecería desayunar churritos o cruasanes? Le he dado varias vueltas en mi cabeza, pero no me he podido decidir." 

Le enseña su móvil, cuya pantalla tenía abierta una aplicación de comida a domicilio.

Amelia frunce sus labios. No, ese no era su estilo. ¿Por qué no podían las bolleras tener sexo casual, y ya?

Amelia se sienta sobre la cama. La sábanas, que antes había estado abrazando su cuerpo resbalaron, revelando sus senos desnudos. Los labios de su acompañante adquieren una forma adorable forma de 'oh', antes de verla girar la cara, su mano aún extendida con su móvil en su dirección. Parecía ignorar el hecho que acababan de follar no hace más de unas horas atrás y que ya le había visto desnuda. La morena se masajea una ceja con dos dedos discretamente. Esa acción casi le hace reconsiderar su postura, que era una mujer con debilidades, pero no.

Decidida, Amelia le da la espalda y empieza a levantar su ropa del suelo. Amelia Ledesma no se involucra sentimentalmente en sus escapadas, simplemente no podía ser, y ya está. Al menos había optado por un vestido el día previo, y vestirse no le iba a tomar más de unos segundos.

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