Déjame ser tu jefa (Adaptación camren)

Capitulo 13

Solo se quedaron dos días en la estación de esquí, y un día en París, antes de que Camila volara a Alemania para la siguiente parada en su viaje de coronación, dejando a Lauren para volver a Suecia y su vida mientras esperaba la próxima reunión. Pasarían otras tres semanas, en Grecia, finalmente decidieron hacerlo, y Camila ya estaba planeando con anticipación, tratando de pensar en formas de expresar su falso romance para las cámaras que estarían al acecho. Ella solo llamó a Lauren una vez durante las tres semanas, solo para asegurarse de que todo iba de acuerdo con el plan, y luego de algunos incómodos minutos de acuerdo con las cosas en cortesía forzada, Lauren colgó. Al finalizar el resto de la gira en Alemania del Este, Camila aterrizó en Santorini para disfrutar del cálido calor del Mediterráneo a finales del verano. Ya había pasado dos días en Atenas, reuniéndose con todos los funcionarios, antes de volar a la isla para reunirse con Lauren.

Cuando salía del jet privado, se encontró con los flashes de la cámara que esperaban en la pista de aterrizaje, y les sonrió y saludó mientras bajaba los escalones, disfrutando del calor del sol que la golpeaba. Lauren la estaba esperando en su hotel en una ciudad costera llamada Oia. Camila se acomodó rápidamente en el auto que esperaba, y se dirigieron hacia la ciudad, mirando por la ventana mientras la vista pasaba, con Camila sonriendo alegremente y señalando todo lo nuevo a Dinah y Laura. Le tomó un tiempo llegar al pueblo, y Camila se sorprendió por la belleza del pueblo. Era un bullicioso laberinto fotogénico de pequeñas tiendas, restaurantes y cafés, con vistas espectaculares de la caldera que la ciudad se alzaba en lo alto, y el resto de la isla. La mayoría de los edificios eran de un blanco deslumbrante, con algunos otros de color pastel, y toda la ciudad estaba acentuada en un azul brillante que solo era rivalizado por el agua debajo de ellos. Las librerías, los museos y las tiendas pasaron volando mientras conducían por el laberinto de calles, dirigiéndose hacia el hotel.

Muy pronto, estaban saliendo del edificio blanco, y Camila sonrió alegremente, respirando hondo y oliendo la sal del mar mientras la suave brisa crujía en su cabello. La próxima semana podría ser relajante, siempre y cuando Lauren estuviera en su mejor comportamiento, que no era exactamente lo que decía, y Camila sintió que su felicidad vacilaba ligeramente, sabiendo que algo iba a salir mal. Nunca fue fácil cuando se trataba de Lauren. Al entrar en el cegador hotel blanco, Camila fue recibida por varios miembros del personal, quienes le sonrieron ampliamente y le dieron la bienvenida. Lauren no estaba por ninguna parte y, mientras Lyra hablaba con la persona que estaba detrás del escritorio, Camila miró alrededor del vestíbulo. Unos momentos más tarde, uno de los miembros del personal se apresuraba a mostrarla a su habitación, y Camila caminó un poco por delante del hombre, siguiendo sus instrucciones hasta que llegaron a una puerta. Vió a Héctor cerca y le dirigió una sonrisa confusa, mientras su propio grupo comenzó a dispersarse.

Entregándole una tarjeta con una leve reverencia, el hombre hizo un gesto hacia la habitación, y una vez que Lyra le hizo una propina al gesto de Camila, él se echó atrás y le dió las gracias y sonrió ampliamente. Camila miró a su alrededor otra vez, mirando como todos se dirigían a sus propias habitaciones, excepto Becky, que estaba de pie junto a la puerta. Camila frunció el ceño ligeramente, girándose hacia Héctor.

"¿Esta es mi habitación o la de Lauren?"

Se aclaró la garganta y se movió ligeramente, "son ambas cosas, Su Majestad. Lady Laura hizo que el asistente de Su Alteza, Jess, reservara una habitación para ustedes dos... para compartir".

Camila reprimió un sonido de sorpresa, giró la cabeza para mirar la espalda de su tía y captó la sonrisa de disculpa de Dinah cuando se dió cuenta de lo que había sucedido. Camila sabía que Dinah no lo habría sabido, porque confiaba en que su hermana le diría. Con un suspiro, Camila deslizó la tarjeta en la cerradura y escuchó un clic audible, antes de que la abriera y entrara.