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Me apetece tan poco ir a sacar fotos a un tío con su coche después del trabajo (mientras el mío sigue en el puto taller) como tirarme por un barranco. Pero me apetece ganar doscientos mil wones más que respirar ahora mismo. Es decir, que si muero, al menos tendría ese dinero en mi cuenta bancaria y, aunque palmaría, no sería pobre. Me parece un buen epitafio: «Tenía doscientos mil wones en su cuenta bancaria, así que murió, pero lo hizo siendo un poco más rica».

Por eso, aunque solo sea por el epitafio que acabo de pensar, intento ser un poco más positiva frente a mi trabajo de hoy. Es difícil, porque como no tengo coche, Minnie viene a buscarme al trabajo... en Uber. Mi amiga tiene vehículo propio (bastante mejor que el mío), pero hoy debe ser que no le apetece conducir o algo. Aun así, cuando saca medio cuerpo del Uber y alza el brazo para que vaya a su encuentro, me subo con ella. Voy cargada con la mochilita de la cámara, que pesa bastante, así que la dejo de forma dramática en el asiento que hay entre ambas, antes de que el conductor arranque sin decir nada.

«Adoro el asocialismo de algunos conductores de Uber».

—Espero que lo pagues tú —le digo a mi amiga como saludo. Minnie sonríe brillantemente antes de teclear algo en su móvil.

—Ya está pagado, boba —me espeta mientras sigue tecleando—. Es que luego me iré con Suga, no quiero dejar tirado el coche en medio del polígono.

Analizo la nueva información que me acaba de soltar mi amiga de golpe, porque eso me lleva a plantear varias preguntas que suelto a bocajarro.

—¿En el polígono? ¿Para qué coño vamos allí? Es un sitio del todo antiestético para sacar fotos. Y otra cosita que creo que se te ha pasado mencionar... ¿Cómo me vuelvo yo a casa?

—Te puedes gastar parte del dinero en un Uber o bien que te lleve uno de los amigos de Suga; seguro que no tienen problema.

«¿Perdona?».

—¿Perdona? ¿Amigos? En el contrato solo ponía que iba a sacar foto a tu noviete, el que tiene palillos en lugar de patas.

—¡Un respeto! —se queja antes de volver al móvil. Ya puede estar haciendo sexting con él para que le preste tanta atención—. No firmaste ningún contrato, y te va a pagar una pasta, así que a apechugar. No los he visto nunca, pero he oído rumores de que están como un tren.

—¿Y te has cogido al más tirillas o qué?

—¡Rinnie! —vuelve a quejarse. Ni siquiera me mira, porque sigue centrada en su móvil—. Ya verás como en persona te gana más. ¿No decías que tenía unas fotos de mierda? Seguro que con tus excelentes habilidades como fotógrafa consigues sacarle todo el atractivo que tiene.

—No hago milagros —Minnie está a punto de lanzarme el teléfono a la cara, pero parece que le importa más el aparatito que yo, porque vuelve a cogerlo con ambas manos para teclear—. ¿Estás hablando con él?

—Sep. Ya está allí, así que le he dicho que vamos y que luego necesitas chófer.

—Me niego a ir con un desconocido; antes me pago el Uber.

—En Uber también vas con desconocidos. Venga, te estoy ahorrando una pasta —responde, de nuevo sin levantar la vista del móvil.

Al final acabo bufando y dándole la razón. Quiero ser doscientos mil wons más rica, no menos, así que el dinero del supuesto Uber me vendrá bien.

Como Minnie tiene la fantástica capacidad de mantener dos conversaciones a la vez (o más) sin trabarse o equivocarse de conversación, puede perfectamente hablar con Suga y preguntarme a mí por el trabajo el resto del camino. No le pienso dar las gracias porque entonces se lo creerá todavía más, pero creo que sabe que lo haría, porque mirar el móvil en el coche siempre me marea mucho, y así al menos no me aburro de camino al polígono.

Outlawed - jjk, knjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora