Sansa comenzó a pasar los días al lado de la cama de Tyrion, John decidió quedarse a apoyar a su hermana en las cosas de Invernalia hasta que la situación con Tyrion mejorara. Finalmente a las dos semanas de estar el Lannister con ella la fiebre remitió pero el hombre no despertó hasta entrada la noche.
Tyrion parpadeo varias veces y sintió la boca pastosa y con un sabor desagradable. Cuando por fin entendió que estaba en Invernalia trato de sentarse en la cama y fue cuando la vio. Tenía su cabello esparramado por la colcha de la cama y estaba semi sentada en una silla a su lado, no le veía la cara ya que su pelirrojo cabello se lo tapaba. Un brazo se extendía hacia donde él, y un libro yacía abandonado debajo de su mano. Con cuidado Tyrion se sentó en la cama y le apartó el cabello de la cara para ver su rostro con ojeras tener un sueño tranquilo. Con delicadeza comenzó a acariciarle la cara para despertarla.
- Sansa. – Llamó él suavemente. – No puedes dormir así, te dolerá el cuello. – Ella se retorció entre sueños. – Vamos Milady, despierta. Te he extrañado tanto.
Sansa finalmente abrió los ojos perezosamente, cuando vio a Tyrion sonriéndole se levantó de golpe.
- ¡Despertaste!
- Sí. – dijo él sonriendo. - ¿Cuánto tiempo...dormí?
- Un mes y medio. – dijo ella sentándose en la cama para estar más cerca de él.
- ¿Has estado un mes y medio cuidándome?
- Sólo las últimas dos semanas. John te trajo a Invernalia porque no despertabas.
- Claro, el hombre sabía que iba a mejorar si me cuidaba la mujer más bella del Norte, que un poco de nabos peludos no me ayudarían.
Sansa rió suavemente y se le quedo mirando, de pronto una lagrima solitaria bajo por su mejilla. Tyrion alzo una mano y le seco el camino húmedo que había dejado la lágrima con delicadeza.
- Oy, reina. No llores. – dijo él.
- Pensé que estaría sola de nuevo.
- Nunca antes nadie había llorado por temor a perderme. – susurro él atrayendo a la pelirroja a su pecho. – Creo que esta es una señal.
- ¿Una señal?
- Sí. De que de aquí soy. – dijo él besándole la coronilla. – Creo que esto que estoy sintiendo es amor.
- ¿Crees? – dijo ella incorporándose.
- Bueno, más bien... estoy muy seguro. – contestó él, como vio que ella se inclinaba hacia su rostro. – No, no, no, he estado dormido por un mes y medio, tengo que tener un aliento asqueroso. – Sansa se desvió y lo beso en la frente. – Reina, ¿Tú quieres a esta aberración de la naturaleza?
- No eres una aberración.
- No contestaste a la pregunta.
- Claro que te quiero. Nuestra historia no es la mejor, pero ha sido lo mejor para nosotros.
Se quedaron un momento mirándose fijamente cuando un sonido los interrumpió. Sansa arqueo una ceja.
- Tengo hambre. – contestó él sonriendo como perrito apaleado.
- Se me olvidaba. Estoy en dulce espera.
- ¿Cómo olvidaste eso?
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Cuando la comitiva que estaba en Invernalia volvió a Desembarco del Rey hubo un revuelo enorme, la Mano del Rey no había vuelto. Bram solo sonrió cuando Sir Davos se lo dijo. Le fue entregado el broche de la Mano del Rey y una carta.
- No parece sorprendido Milord. – dijo Brianne.
- En lo mínimo. – dijo él abriendo el sobre y comenzando a leer el pergamino.
A Bram;
Recuerdo cuando te vi a ti y a tus hermanos por primera vez en Invernalia, eran todos niños inocentes y felices. Sansa era la perfecta hija de su madre, feliz y servicial. Yo tenía 27 años y no me di cuenta de lo que tenía al frente, a la mejor familia de todo Poniente. Caí en el juego que orquestaba mi padre y termine casándome con la más dulce de las niñas Stark. Intenté protegerla pero no pude y nuestros caminos se separaron. He de decir que nunca tuve la esperanza de volverla a ver, hasta que la encontré, en Invernalia, fuerte y valiente, y tan rota. Ambos estamos tan rotos. Nuestra relación fue mejorando y poco a poco me di cuenta que no quiero separarme de ella. Hemos decidido estar juntos. Nunca la voy a forzar de ninguna manera a hacer nada de lo que ella no quiera, por lo que renunció a ser la Mano del Rey, para vivir con su hermana en Invernalia. Sir Davos, es la mejor opción para este puesto.
Espero que no te ofenda mi renuncia pero estoy seguro que vos ya sabías de esto, desde antes de enviarme al norte con Sansa. También estoy seguro que ya sabes que Sansa esta en dulce espera y ella ya me dijo quién será este niño. La próxima vez intenta ser más sutil. Pronto te mandaremos un retrato de tu sobrino.
Tyrion Lannister
- ¿Milord? – preguntó Brianne cuando lo vio sonreír.
- Sir Davos. – llamó él tendiéndole el broche que el hombre tomó con sorpresa. – No te preocupes harás un magnífico trabajo.
- Gracias, Alteza.
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Tyrion daba vueltas en el pasillo frente a la puerta de su habitación. No podía quedarse tranquilo mientras aquello estaba aconteciendo, tenía miedo. Miedo de que el niño que estaba pariendo Sansa fuera como él y matara a su madre. Hacía horas había sido echado del cuarto por la comadrona y ahora se removía nervioso en el pasillo, nadie pudo apartarlo de ahí. Y las horas pasaban mientras escuchaba jadeos y maldiciones. De pronto una figura le corto el paso.
- ¡Joder! – exclamó él viendo a la morena que tenía al frente. - ¡Arya! No todos estamos tan jóvenes como para soportar tus apariciones de la nada.
- Recibí la carta que decía del embarazo de Sansa. – dijo en toda respuesta ella sonriendo. – Creo que llegue tarde.
- No has llegado tarde. Pasa, tú puedes pasar. Yo debo de quedarme aquí.
Arya entro a la habitación y Tyrion pudo ver la cama siendo bloqueada por la matrona. Pasaron algunas horas más y el sol comenzó a colarse por una ventana. De pronto escuchó un llanto y su corazón se detuvo. Había nacido. Sintió las palmas humedecerse y sin pensárselo entro en la habitación, la matrona intento detenerlo con argumentos que no escucho y él llego a la cama donde Sansa tenía un pequeño bulto en sus brazos. Arya estaba a su lado mirando embelesada a su sobrino.
- ¿Estás bien?
- Sí. – contestó ella sonriéndole.
- ¿Es...como yo?
- Un poco. – dijo ella apartando la manta en la que tenía al bebé y mostrándoselo. – Me parece que tiene el cabello dorado-rojizo.
Tyrion se sentó en la cama y Sansa le puso el bebé en sus brazos, con manos temblorosas él examinó al bebé, contó los dedos de sus pies y luego de sus manos, reviso su espalda y luego miro detenidamente sus ojos. Era normal. Y era la bebé más bella que habían visto sus ojos.
- Es perfecta.
- Me gusta el nombre de Catelyn Joanna.
- A mí también.
- Catelyn Joanna Lannister Stark. – dijo Arya sonriendo.
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Redención (Game of Thrones)
RomanceSansa y Tyrion siempre han tenido un pendiente en su vida. Un asunto sin concluir. Palabras que siempre tuvieron que ser dichas y nunca fueron pronunciadas. "De mis maridos fuiste el mejor" "Tu no eras un príncipe, simplemente eras Tyrion"