Capítulo II

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A veces la envidiaba por tener su hermoso pelo castaño rizado naturalmente, que siempre deslumbraba por su brillo y el corte Bob chic, tan característico en mi madre. Además de sus curvas perfectas que hacían notar sus rasgos latinoamericanos -esa fue la principal razón por la que mi papá cayó a primera vista-. Se conocieron en Columbia University en Nueva York, mientras ella hacía su Máster en Filosofía (con veintisiete años) y él terminaba su MBA en Business (con veintinueve años). Mi madre que ya había hecho varias amigas, era bastante popular por su belleza "excéntrica" entre tantas chicas delgadas y rubias, y papá era el típico "sexy brain" rubio, alto, delgado- pero bien tonificado -lo cual lamentablemente no se conserva con los años- y de ojos verdes que todas las chicas buscaban. Por eso mismo tuvieron una gran conexión desde el día uno, eran muy sociables y cayeron mucho más el uno por el otro cuando se dieron cuenta de su química, y de lo bien que se llevaban.
Estuvieron en "algo" unos 4 meses hasta que papá terminó su curso y debía volver a Denver, Colorado (su ciudad natal) en donde planeaba continuar la empresa de su familia. Así es, mi Grandpa y Nana tenían una empresa de seguros bien codiciada y mi padre paneaba continuarla -digamos que por ello siempre vivió muy bien-, al contrario de mi madre que aún le quedaba un año de estudio y después planeaba ser profesora en una universidad en Chile (su país). Al contrario de mi padre ella se había esforzado muchos años para obtener becas y préstamos para poder financiarse sus estudios, ya que el Tata había muerto cuando ella era pequeña y mi Abu limpiaba baños de universidades y centros comerciales para ganarse la vida, mantener la casa y a su hermana que asistía al colegio. Así que es bastante impresionante que, al provenir de ambientes tan distintos, tuvieran tan buena química. La ventaja estaba en que ambos eran sociables y eso los hacía personas muy abiertas, por eso no les costaba aceptar las realidades de los demás y se enamoraron perdidamente el uno del otro al poco tiempo.
Al contrario de lo que piensan, mis abuelos paternos aceptaron muy bien a mi madre y se ofrecieron incluso a pagar sus estudios con tal de hacer feliz a su hijo, pero mi madre con todo su orgullo se negó y les comentó que ya le estaban llegando ofertas de trabajo de las mejores universidades de su país, así que no necesitaría ayuda. A pesar de ello mis padres siguieron saliendo a la distancia durante un año, hasta que mi padre le contó la noticia que cambiaría para siempre sus vidas. Se había esforzado para lograr que la empresa se volviera internacional y planeaba abrir una sucursal en Chile pues había logrado que varias empresas se afiliaran con la suya. Fue entonces cuando después de otro largo año en donde mi padre visitaba constantemente a mi madre en Chile, con la excusa de ver cómo iban los preparativos de la nueva sucursal, le propuso matrimonio. Después de dos años de haberse casado y establecer sus vidas juntos, llegué yo. Mi vida siempre fue acomodada y logré vivir en los mejores barrios del país, gracias a los ingresos de mis padres -más bien gracias a todos sus esfuerzos-. Pero ahí es cuando te das cuenta que a pesar de tener un montón de cosas materiales, uno puede ser bien infeliz en la vida. Si no fuera porque tengo a mis padres me sentiría vacía y totalmente miserable.

Como siempre el viaje de vuelta de la escuela era lo más fome del mundo. Simplemente me colocaba mis audífonos y me ponía a escuchar The Weeknd a todo volumen para no escuchar los pensamientos de las otras personas que brotaban a mí como si me estuvieran gritando. Ese es el por qué odio los lugares con mucha gente. Aunque no me esfuerce por escucharlos, los pensamientos siempre llegan. "Ojalá existiera una forma de bloquearlos", me decía.

Mis pensamientos de vuelta del horrible y rutinario último día de clases (para mí), fueron interrumpidos cuando el chofer de la micro abrió las puertas avisándome que debía descender. Se preguntarán porqué debía viajar en trasporte público, si mis padres tenían todos los recursos para comprarme un auto y ya tenía licencia. Bueno simplemente era porque ellos no me quieren dejar tener auto, porque decían que debía ver la realidad de las otras personas y que el transporte público era el mejor lugar para ello. Además, que mi licencia era por si acaso una emergencia ocurría y debía conducir. No los culpo por querer mostrarme el mundo y otras realidades, pero sería bonito poder experimentarlo como todos los demás, sin voces molestas a tu alrededor.

CelestineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora