¿Dónde estoy?

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Carlie abrió los ojos, sin saber dónde se encontraba, sentía un gran dolor en la parte baja de sus piernas, cerca de sus tobillos. Al intentar levantarse sin ningún resultado la cabeza le empezó a dar vueltas, y en ese instante se dio cuenta de lo mal que se encontraba y que estaba atada con alguna especie de esposas a los tobillos. Se sentía asustada además de totalmente desorientada, no lograba recordar nada de lo sucedido ni cómo había llegado a ese lugar en donde sólo podía ver oscuridad.

Luego de unos segundos en los cuales analizaba la situación decide usar su voz para pedir ayuda, pero cuando lo intenta se encuentra incapaz de hacerlo, no podía producir ningún sonido. En ese instante se empieza a desesperar, intentando en vano soltarse los tobillos y por lo cual ahora estaba buscando otra opción que estuviera en sus manos para escapar. Así duró unos cuantos minutos, hasta que escucha un sonido proveniente de lo lejos y decide detenerse por miedo a lo que podría ser. Unos instantes después se abre una puerta de la que emana una luz incandescente, que deja cegada a Carlie.

Escucha unos pasos firmes que se acercan cada vez más.

Luego, siente unas manos, grandes y pesadas, las cuales recorren la parte superior de su cuello hasta llegar a su boca. Ella no sabía cómo reaccionar a tal acción, solo quería gritar, pero no podía. Poco a poco las manos se dirigieron hacia sus mejillas pellizcando fuertemente. La muchacha muy asustada logró reaccionar a tan fuerte dolor que le provocaba eso, y así pudo mover sus brazos para quitarse las manos de encima.

Carlie ya se estaba acostumbrando a la luz que entraba por aquella puerta, pudiendo distinguir mejor. Por lo tanto observó el cuerpo que se encontraba al frente de ella; era un hombre alto y fuerte, con los ojos más cautivadores y extrañamente hermosos que la muchacha había visto en sus 17 años de vida; unos ojos que producía destellos de todos los colores imaginables. Ella, al ver éstos se quedó pasmada, eran tan impactantes que no podía dejar de verlos.

El hombre que se encontraba a unos pasos de ella, sólo sonreía y le devolvía la mirada mientras movía su cabeza el señal de afirmación, a lo que ella pensó -parece psicópata- además, no podía dejar de sentir un intenso miedo a lo que estaba pasando.

Después de unos segundos, que para la muchacha se sintieron como horas, el hombre quitó la vista del rostro de Carlie y los dirigió hasta la parte inferior de sus piernas, en donde se encontraban las esposas que estaban sujetas a ella. Luego de mirarlas por un corto tiempo caminó unos pasos acercándose cada vez más a ellas. Cuando ya no podía avanzar más se agachó, para tomar una de las esposas, dirigió sus manos hacia uno de sus bolsillos traseros de los jeans azul que traía, y extrajo de allí una pequeña llave, que introdujo en la cerradura de las esposas, abriéndola inmediatamente. Éste realizó el mismo procedimiento en la otra pierna.

Después de que el hombre misterioso la dejara libre, Carlie se colocó rápidamente en posición fetal acariciándose suavemente los tobillos. En su cara se podía ver la expresión de terror, dolor y miedo que tenía.

Mientras que el hombre tenía una expresión de felicidad en su cara.

Éste se movió quedando de nuevo al frente de donde había quedado la muchacha, luego la miró y ella hizo lo mismo, se sentía muy intimidada aunque no podía concentrarse en cómo podía salir de ese lugar ya que los ojos de él no dejaban de brillar y mostrar colores hermosos, eran incomprensibles, ya que cada movimiento hacía que tornaran de un color diferente, algo que ella jamás pudo pensar que existiría.

Aquel extraño que tenía un tiempo ya mirándola sin decir ninguna palabra se dignó a producir un extraño sonido con sus labios; un tipo de silbido muy agudo que se penetraba en lo profundo del tímpano y aturdió.

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⏰ Última actualización: Jul 13, 2020 ⏰

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Carlie y los guardianes del Olimpo mágicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora