— ¡Pensé que nunca vendrías, Irene! — Reclamó Adara con los brazos cruzados y sus labios pintados de un rojo suave abultados. — Vamos con el tiempo justo, por favor camina rápido.
La morena estaba esperándola cerca de unos ventanales de camino al aula a la que debían ir y los rayos que entraban por el cristal hacían que el cabello castaño claro pareciera un tipo de aura celestial, recordándole a Irene las palabras de Theodore antes de irse.
"Parece una kalon." Había dicho él. "Es más, si no fuera porque tengo el registro de los Irid en esta región, pensaría que es una."
Y al ver la belleza de la chica en ese pequeño instante, Irene no podía tener un pensamiento diferente. No lo había considerado hasta ese momento, si era honesta. Después de todo, los kalon pertenecían a la clase física y poseían un poder de atracción bastante... hipnotizante. Sin embargo, era imposible que Adara se tratara de una Irid.
Tenía un par de maneras de confirmarlo, pero no creía que Adara quisiera levantar su blusa en medio campus.
— Lo siento, Ad. — Dijo terminando de acercarse trotando con una sonrisa de disculpa. — Ese viejo siempre habla de más. Es un grano en el trasero.
— ¿Viejo? — Pregunto Adara con el ceño fruncido, relajando los brazos para empezar a caminar juntas. — No se ve tan mayor.
— Sólo le digo así por molestarlo. — Contestó Irene un poco más tranquila. — Se le tensan las bolas cada vez que lo hago.
— ¿Cómo...? — Cuestiono la chica, pero a medio palabra negó con la cabeza con una risa tranquila y serena. — ¿Sabes qué? No me digas. Mejor dime cómo conoces a un profesor tan... fascinante. — Las mejillas de ella se tiñeron furiosamente e Irene no pudo evitar una carcajada, porque en realidad no era tan común que ella hablara de alguien. Menos un profesor.
— ¿Fascinante? — Preguntó con rastros de risa tiñendo su voz. — ¿Qué tienes? ¿Ochenta años? Sólo di que está caliente y ya.
— ¡Irene!
— Sabes que tengo razón. — Aseguró confiada en el momento en que divisaron la puerta de la clase.
No la culpaba. Theodore parecía un buen partido para cualquiera, era alto, su piel era suave y nívea y tenía una bonita sonrisa. Además, la ligera barba de color caramelo que adornaba su mentón lo hacía lucir varonil, a pesar de que sus rasgos eran gentiles. Y bueno, también estaban sus intrigantes ojos casi amarillos, característicos de su categoría, que mucha gente confundía con miel pura y real.
En fin, él solía ser muy amable, pero era una lástima que el hombre fuera un perverso.
Ambas suspiraron con alivio al notar que de suerte la profesora no había llegado y algunos campos del fondo estaban desocupados. Rápidamente se movieron hacía allí, ya que preferían esos asientos; sin embargo, Irene estaba indagadora y mientras se sentaban, miró a su amiga con curiosidad.
— Pensé que le tenías una clase de pánico a las personas mayores que tú, Ad.
— Directa al grano, ¿verdad? — Cuestionó Adara con una mueca ante la observación. — No les tengo pánico... simplemente me intimidan. No sé, no quiero hablar de eso.
— Entiendo. De todos modos, no creo que sea alguien bueno para ti. No lo recomiendo.
— ¿Y eso por qué? — Su mirada se veía ligeramente ofendida, como si Irene pensara que ella no podría con él e Irene simplemente suspiró porque no tenía ni idea de que la estaba tratando de proteger. — ¿Ustedes... los dos... están juntos?
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Mirada amatista
RomanceIrene Rizzo es una dulce chica perteneciente a una raza diferente de los seres humanos llamada Irid, los cuales son individuos dotados de una apariencia similar a la de los humanos y dones asombrosos. Ella es una psyk, una clase que posee la caracte...