[𝕊𝕒𝕘𝕒 𝔸𝕖𝕥é𝕣𝕟𝕦𝕞 II]
[TERMINADA]
Después de lo que ocurrió en '𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐓𝐮𝐬 𝐄𝐬𝐩𝐢𝐧𝐚𝐬', Rose, continuo con su vida junto a Iris y su familia. Sin embargo, dejo atrás una secuencia de hechos, que generaran consecuencias catastrófi...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
'A veces no importa ni mi opinión... Imagínate la tuya.'
—Rose Razack.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Muchos me atacaron con preguntas. Me cuestionaron. Incluso desde el más allá me dijeron que buscara aquello que amaba. Si, cuando Bárbara se fue, de nuevo, no corrí a buscarla. Nunca di una explicación del por qué no lo hice. Solo me quede donde estaba. Continúe mi camino sin desviarme, perdone a Iris y entonces, cuestionaron mi amor.
La verdad, es que el día que reaccione, fue un día en que me vi en el espejo y comencé a llorar. Me ofrecí una disculpa, por olvidarme del amor más importante. El amor propio. No quede incompleta con su partida, siempre he estado completa. No necesito de Bárbara para ser yo. Puedo vivir sin ella, como lo he hecho todos estos años sin saber de su existencia. Porque no es mi otra mitad, no es mi media naranja. Yo ya existía antes de ella y seguiré existiendo. Soy el amor de mi vida.
Y cuando recordé eso, estuve preparada para volverla a ver. Mirarla a los ojos y decirle:
Jugaba con sus manos de una forma constante. Incluso de pie delante de su ventana no dejo de jugar con ellas, quitaba las prendas que hace un momento se colocó dejándolas a un lado para detener sus dedos libres en su juego nervioso. Acaricio sus nudillos con el pulgar, mirando con ansiedad la entrada de su casa esperando que un algo divino hiciera acto de presencia.
Tu tiempo termino.
Chasqueo molesta al recordar lo que dijo. La forma en que la saco de la habitación como un perro. Golpeo con su puño el marco de madera de su ventana. Si cerraba sus ojos, despejaba su enfado y zozobra por saber lo que ocurrió después de irse, lograba sentir el tacto de Artemisa. Sus manos. El olor de su perfume. El susurro de su voz como el del viento acariciando su rostro, suave, fresco, deseando hablar con ella por horas sin importar de qué, pero sintiendo que entiende todo lo que hay en tu ser. Una mujer así no puede ser de este planeta.