¡ dos !

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Los ojos de Allen estaban posados en aquél rubio que recién se había unido a la empresa. Su cabello se veía suave y caía delicadamente a los costados de su rostro. Allen parecía embobado mirándolo, faltaba que abriese un poquito la boca y la saliva comenzase a caer para que Woobin se burlase de por vida de él.

—¡Allen! Pobre Serim, va a pensar que querés comertelo.

—No tendría problema, pero todavía no —el más grande de edad rió bajo la mirada seria y asqueada de su mejor amigo.

Ató lo cordones de sus zapatos y esperó parado a Woobin, mirando como su amigo se tomaba todo su tiempo para guardar los libros en su mochila y tomar su botellita de jugo.

—¿Cuándo vas a empezar a traer agua y miel? Siempre traes ese jugo de pomelo y ya te dijeron miles de veces que te hace mal a la garganta —Allen reprochó al castaño, quien solo lo miró y llevó la botella a su boca para tomar un largo trago.

—Si como miel, pero en casa, y agua tomo cuando tengo sed; y no tengo sed cuando canto.

El pelinegro rodó los ojos y se dirigió a la clase de baile.

—Va a darte sed mientras entrenemos.

—Entonces vas a compartirme un poquito de tu agua —exclamó Woobin, pasando un brazo por sobre los hombros de su amigo y lanzó una dulce carcajada.



Allen entró corriendo a la sala, esperando encontrarse con las únicas personas que solía ver allí en esos momentos; todavía faltaban diez minutos para que la clase comenzase.

—¡Minhee! ¡Taeyoung! —gritó al momento que bajó la vista y apoyó sus manos en sus rodillas para tomar aire— No saben lo que pasó hoy, hay un chico nuevo y —levantó los ojos y no pudo hacer nada más que guardar el insulto que estaba a punto de soltar— ¡Ay! ¡Por tus pecas!

—¿Allen? —Seongmin se acercó a él y colocó una mano en la frente del mayor— ¿Estás bien? Te pusiste pálido como si hubieses visto un fantasma.

El pelinegro apenas fue capaz de decir algo, aquél chico nuevo llamado Serim estaba en la misma clase de baile que él. ¿Qué hacía ahí? Se dirigió a su lugar luego de asegurarle a Seongmin que estaba bien y no tenía fiebre ni había visto a un fantasma, aunque la segunda opción era la que más se acercaba a la realidad.

Se sentó al lado de Minhee y Taeyoung, quienes casualmente se encontraban hablando entre susurros de algo que, probablemente, solo sabían, o debían saber ellos.

—Hola, el bebé del grupo llamando a sus amigos —saludó el mayor agitando su mano frente a los dos pares de ojos.

—¡Allen! —Minhee lo tomó entre sus manos y lo estrechó como si de un muñeco se tratase— ¿Qué pasó cuando entraste?

—Seongmin pensó que ibas a desmayarte y salió corriendo en tu búsqueda —Taeyoung rió a carcajadas solo.

Allen volvió su atención a Minhee y habló más bajito que de costumbre, borrando su expresión sonriente, cambiándola a una preocupada.

—Es que quería contarles del chico nuevo, suponiendo que solo ustedes estaban acá, y resulta que el chico del que les quería hablar también estaba acá. Me muero, Minhee. Ayuda.

Allen comenzó a toser con sus manos en el pecho, ganándose miradas confundidas de los dos menores y una llena de miedo de Seongmin. Una vez hubo terminado, se recostó sobre Taeyoung y dejó caer sus brazos a los costados de su cuerpo y sacó la lengua exageradamente.

—¡Minhee y Taeyoung! —Seongmin gritó y se acercó al pequeño Allen— ¿Pueden cuidar mejor a Allen? Son un peligro. Mirenlo, pobrecito.

Woobin se acercó y dejó caer la mitad de la botella de agua de Taeyoung sobre la ropa de su mejor amigo.

—¿Quién fue el descarado que me mojó todo? —gritó levantándose a la velocidad luz y señalando su remera.

—Está vivo y gritando, no te preocupes —el castaño dio una palmada en la espalda de Seongmin y dejó la sala.



Allen había conseguido reemplazar su remera mojada por un buzo súper grande de Minhee, quien rió al verlo con aquella prenda que tenía escrito en inglés "Amo a mi abuelita". Ese, definitivamente, no era el día de Allen Ma, y pensaba que ya nada malo podría pasarle.

El profesor entró, dejando la sala en un incómodo y repentino silencio. Allen sintió el frío de tener el pecho húmedo, Taeyoung y Seongmin dejaron de pelearse sobre quién cuidaba mejor a Allen, Minhee dejó de hacer bromas con Hyeongjun —que había llegado unos minutos tarde— , y Woobin dejó de tomar su jugo de pomelo. El único que parecía no estar en sintonía con lo que pasaba era el desconcentrado  Serim.

—Hoy recibimos un nuevo alumno. Fue lo suficientemente bueno para llegar a esta clase con una recomendación, así que espero todos estén a su altura —posó su vista en Serim—, y viceversa.

Los ojos de toda la clase estaban posados en aquél chico rubio nuevo, en especial los de Allen.

—Bien, ¿podrías presentarte? —el profesor miró a Serim con una sonrisa más parecida a una mueca.

El rubio se adelantó unos pasos y comenzó a hablar. Sentía que el cuerpo le temblaba aunque no estaba bailando y la lengua se le trababa por los nervios.

—Soy Serim... Park Serim y... no sé, me gustan las personas con lunares.

Todos, hasta el profesor, lanzaron una risa entre dientes.

—Bien, chico de los lunares, empecemos con la clase. ¿Te gustaría mostrarnos tu talento?

Park asintió cabizbajo, y se colocó en el medio de la sala para comenzar a bailar. Su cuerpo se movía suave al principio, siguiendo una melodía que Allen no pudo reconocer. Pero cuando la canción se volvió brusca y rápida, igual lo hicieron los movimientos de Serim. Cortantes como un cuchillo y exactos, perfectamente exactos. Bailaba como un dios. Su cabello brincaba, y sus ojos se cerraban para sentir mejor el ritmo. Era arte. Arte en su estado puro, y a Allen le encantaba.




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