Capítulo 5. Somos diferentes

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Los días transcurrieron incómoda e inquietamente. Sana, acompañada de Dahyun, Jihyo y Jungkook alimentaban y cuidaban a la rubia. Además, Sana se encargaba de proporcionarle ropa y duchas, tomándolas junto a la rubia. Mientras que Dahyun y Jihyo se encargaban de llevarle desayuno, comida y cena. Claro, sin que Jimin se enterase, todo era cauteloso y cuidadoso, pues aún lo mantenían en secreto.

Por las noches, antes de dormir, Sana y Dahyun se encerraban en la habitación dos horas antes a lo normal. Durante esas dos horas, añadiéndole otras dos, se la pasaban leyendo el viejo y gigantesco libro. De vez en cuando, Dahyun se tomaba un descanso, dejando a su hermana la lectura completa. Por otro lado, Sana estaba tan maravillada con cada texto que leía, cada rincón, cada imagen. Sin embargo, para ella era difícil comprender absolutamente todo lo que leía, pues, a su criterio, algunas cosas no tenían nada de sentido.

Cada duda que a ésta le surgía, no dudaba en pedirle ayuda a la rubia, que amablemente la resolvía.

Cada página, cada rincón, era algo nuevo para ella. Estaba tan fascinada pero tan confundida.
Jeongyeon, la rubia, le resolvía una que otra duda proveniente de la peli naranja. Ya que, estaba al tanto de toda información proveniente del gran y pesado libro.

Para ese entonces, Sana ya estaba tan acostumbrada a la información que sabía la chica, sin embargo, sentía que si le pedía que contase todo, la abrumaría. Y era algo que quería evitar a toda costa. Quería que la chica se sintiera cómoda, como si esa fuera su casa. Sana de alguna manera, la sentía como alguien muy cercana, una persona muy frágil que debía cuidar con todo su ser. Por ende, solamente dejaba que fuese libre, claro, siempre y cuando Jimin no estuviese cerca o simplemente punto fijo para ser descubierta, eso le atormentaba.

El día había transcurrido tranquilamente, nada fuera de lo habitual.

—¡Sana! —. Era Jihyo, quien hablaba por detrás de la puerta—. Jimin y yo iremos al Reino Lee, ¡volveremos en dos tres días! —dijo finalmente.

Sana sin preguntar nada, siguió leyendo y observando el libro. Solamente podía pensar en que finalmente la chica podría salir a jugar y divertirse, sin tener que esconderse. Ella sin duda aprovecharía el tiempo para que saliese a conocer la pradera, quien sabe, quizás después del desayuno irían junto a Jungkook y Dahyun a dar un paseo.

Finalmente el zapateo de Jihyo comenzó a alejarse, para que después, la peli naranja saliera de la habitación y mirase por la ventana como sus dos primos se alejaban con sus caballos.

—¡Por fin! —. Gritó. La peli naranja no tardó en saltar y gritar de alegría, mientras corría hacia la puerta que daba entrada a su habitación.

—¡Jeongyeon! Hoy desayunaremos abajo —. Dijo entusiasmada. La rubia le miraba confundida, no decía absolutamente. Sin embargo, finalmente optó por sentarse sobre la cama para después, dedicarle una serena y cálida sonrisa. A lo que la peli naranja no tardó en sonrojarse, estaba tan plasmada en su tierno rostro.

Finalmente, despertó escandalosa mente a su hermana, Dahyun, para después, dirigirse al pequeño ático y tocar la puerta con fuerza, despertando a un Jungkook mal humorado.

—¡Jimin y Jihyo volverán el domingo! —dijo alegremente. No tardó en tomar el brazo de Jeongyeon y bajar las escaleras rápidamente, casi arrastrándola. Con su hermana y amigo siguiéndole.

Finalmente, comenzaron a preparar el desayuno. Sana quería lucirse, por ende, comenzó a dar todo de sí para realizar unos esponjosos panqueques, seguidos de unos huevos revueltos para finalmente, acompañarlos con tocino y un jugo orgánico, además de incorporar fresas como un extra.

—¡Delicioso! —. Jungkook y Dahyun dijeron al unísono.

Los cuatro ya estaban finalmente digiriendo la comida. Sana estaba atenta a cualquier expresión proveniente de la rubia, que solamente irradiaba felicidad. Estaba tan orgullosa de hacerla feliz.

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