Té de Hashi

Semillas de tristeza

Naruto no me pertenece, ni las imágenes que estoy usando.
Solo quiero entretener.
Ya lo había publicado pero decidí volver a escribirlo porque no me acabó de convencer.
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El monte Hokague no siempre fue la representación plástica del poder que el jefe de Konoha usaría para mantener la paz de la villa. No era el rostro de Hashirama que te recordaba que todo lo ve y todo lo sabe.
No, antes solo era un pedazo de roca dónde dos niños se reunían a entrenar y soñar con un futuro mejor.

Cuándo uno de esos niños abría su alma y sacaba a la luz sus más secretas y dulces fantasías, nunca imaginó que si se volvían realidad se tornarían en pesadillas.

Llevaba tiempo desde que Madara sintió que todos podían disfrutar de la felicidad del sueño que tejió con Hashirama...Todos menos él. Era como si todos lo hubieran vetado de esa felicidad y ni siquiera podía entender el porqué.

Primero sacrificó el orgullo de su hermano y de él al aceptar el tratado de paz al dejar que Hashirama salvara a su hermano. Izuna raramente le dirige la palabra ahora.

Luego buscó dentro de su corazón un nombre para la villa, se involucró en la construcción de cada edificio que pudo y dió parte de sus ahorros para contratar campesinos para poder mantenerla. Pero la gente ni siquiera pueden verlo a la cara, le temen y murmuran a sus espaldas.

Izuna realmente pensó que iba a morir de septicemia. Así que lo había forzado a tomar sus ojos. Cuándo el clan se enteró del intercambio de sus hermanos, no les importó que Hashirama lograra reparar e implantar sus ojos en las cuencas de su hermano. Sólo temieron el nuevo poder que estos habían adquirido.
No lo pudieron comprender así que solo decidieron dejarse embargar por el miedo y la envidia.
Lo que se tradujo en un odio casi generalizado del clan por su jefe; y la constante búsqueda de los ancianos por quitarle su puesto y exiliarlo del clan.