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A las siete de la mañana, el sol se encontraba en lo alto y el castillo iba cobrando su funcionamiento habitual. Taehyung subía las escaleras de manera delicada hasta el segundo piso, después de haberse despedido de su esposo en su despacho. Habían desayunado juntos muy temprano, pero terminaron tarde por discutir ciertos temas del reino, en especial uno que tenía al peligris demasiado entusiasmado. Estaba contento de que su trabajo esté dando frutos, cuando se concretara el proyecto, celebrara como se debe.

Al estar cerca de la puerta de su huésped pudo divisar a Jeon Jungkook, su mejor guardia y amigo. Jungkook conoció el castillo mucho antes que él. Los padres del chiquillo trabajaron de sirvientes para los de Yoongi, no sabía más que eso, tampoco había querido ahondar tanto en ese tema, porque sería, de forma indirecta, recordarle a su esposo sobre sus padres.

— Buenos días Jungkook —

— Buenos días majestad —- hizo una inclinación leve en señal de respeto. Ya hubieron bastantes ocasiones en las cuales se le había recalcado que en un ambiente apartado de los demás no eran necesarios tantos tratos elegantes, pero los seguía haciendo. Qué más daba.

— ¿Sabes si Jimin ya despertó? —

— Hasta el momento no he oído nada, majestad —

Taehyung asintió con la cabeza para luego intentar abrir la puerta, pero solo coloco la mano en el pomo.

— ¿Ya desayunaste? — lanzó al aire.

— No, majestad —

— Bien, desayunaras con nosotros — rompió un poco con el patrón de su cara para poder mostrar una amplia sonrisa cuadrada.

— No tengo permitido sentarme a la mesa con la realeza, majestad —

— Oh, cállate Jungkook, Yoongi no se enojara porque te invité a compartir el pan — Terminado de decir eso, se adentro a la habitación.

El espacio estaba en completo silencio, algunas mantas de la cama llegaban a tocar el suelo y se escuchaba una leve respiración. Poco a poco, los contornos de la habitación se volvían más nítidos a medida que los rayos del sol luchaban por abrirse paso entre las sombras. Los susurros leves de la brisa acariciaban las cortinas, creando un ambiente sereno y sosegado. Era dificil que los rayos del sol que pudiera atravesar la pesada cortina color negro, asi que, su alteza real se acerco para abrirlas de par en par. Fue tan claro el cambio de luz que hasta sus ojos no evitaron arder un poco. Se acercó a la cama del muchacho rubio y lo movió de manera delicada.

— Park Jimin, ya despierta — El chico se removió de manera perezosa entre las sábanas — Vamos, hay una primavera hermosa esperándonos afuera —

Finalmente, después de las súplicas, los ojos de Jimin parpadearon lentamente, como si estuvieran despertando de un largo sueño. Las sombras cedieron ante la claridad gradual y, poco a poco, la silueta de una figura comenzó a emerger ante el rubio. La mente somnolienta se esforzaba por comprender lo que veían los ojos recién despertados.

Los latidos de su corazón comenzaron a acelerarse, y sus pensamientos se juntaron en su mente. Casi cae de la cama al darse cuenta que era la pareja del rey quien lo estaba despertando. Intentó levantarse de manera rápida y torpe, para hacer reverencia aun estando en la cama.

— Oh, no, no ,no. No son necesarias las reverencias — negaba Taehyung con las manos y la cabeza.

Aunque la sorpresa y el desconcierto se reflejaban en el rostro de Jimin, también había una sensación de asombro y gratitud por todo lo acontecido el día anterior.

Los ojos de Jimin se posaron en las exquisitas vestimentas que modelaba el rey Taehyung. La opulencia y el lujo de las telas y adornos se revelaban en cada detalle. Las prendas eran un despliegue de riqueza y sofisticación, con colores intensos y tejidos que parecían tener vida propia. Nada comparado con su vestimenta color café, que ni siquiera era su color natural, estaba así por el uso constante. Eso lo hizo sentir avergonzado, volviendo a esconderse entre las mantas.

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