Pequeña
Emma Hamilton
Los minutos pasaban y otra vez, como casi todos los días, llegaba tarde al instituto. Que desastre.
Mientras caminaba por los extensos pasillos de la cárcel con mis audífonos puestos, recordaba todo lo que había pasado en Chicago. Toda la mierda que había hecho, no puedo permitir que se repita, no puedo.
-Te ves dormida, ¿recién te despiertas?-dijo en tono burlón Derek, un nuevo amigo que había hecho en el instituto.
-Ja ja que gracioso de tu parte. Si, me desperté hace un rato, me quedé dormida otra vez. No es mi culpa tener el sueño profundo.
-Yo creo que es porque te quedaste stlakeando a Zac anoche traviesa-mladita Megan, como me conoce-o no es así?
-Solo un ratito. Me quedé leyendo nuestra pequeña y deprimente conversación.
-Al menos hablaron, ¿Sigue con esa tal Mía?
-No se ni siquiera si son novios la verdad. Sus hermanos, los mellis, que van a mi grupo de baile me dijeron que solo tenían "onda".
Mía tenía 17 casi 18, y los mellis mi edad. Y si, estábamos todos en el mismo grupo, ya que el rango de edad para estar ahí es entre 12 y 17 años.
A decir verdad, ya estaba perdiendo el interés en Zac. Después de haberme puesto ese like, se lo devolví, y el a mí otra vez, y luego yo de nuevo. Al rato me mandó un mensaje diciendo "te daría más likes pero no tienes más fotos", a lo que yo respondí con un "tienes razón, y tú al contrario jajaj" y me clavó el visto. Una gran decepción.
Ya era 1ero de septiembre. El 24 teníamos nuestra primera presentación en el Teatro Gershwin. Muero de miedo, nunca me presenté antes a pesar de bailar hace tiempo. Las coreografías están quedando geniales. Este viernes habrá un ensayo general, una tarde en dónde todos los grupos se juntan a ensayar a la vez, y cada uno va presentado su coreografía. Las nuestras no están completas, pero casi.
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-Recuerda llevar el vestuario-gritó Harper, mi hermana menor.
-Graciass lo estaba por olvidar, ¿no quieres venir a ver la clase?
-No gracias, estoy dibujando, me voy a presentar en un concurso.
-Wow genial, avísale a mamá que me voy por favor, besos.
Me puse mi jogger negro Adidas, junto con mis zapatillas blancas Air Force y mi buzo militar Nike; tome las bolsas con los vestuarios y me fui.
Este ensayo lo íbamos a probar con el vestuario puesto, para ver si nos resultaba cómodo y por si lo necesitábamos ajustar.
El de reggaeton juvenil para las mujeres se basaba en una remera pupera cuadrille y un pantalón negro brillante suelto (parece hecho con una bolsa de basura), y para los chicos, este mismo pantalón pero con una remera larga de red negra con líneas blancas.
El de hip hop juvenil era unisex, un pantalón gris dividido en dos partes conectadas con cadenas, una remera o top blanco con un buzo negro cortado a la altura de los hombros. Los dos vestuarios con cualquier par de zapatillas blancas.--
-¡Apúrate! ¡Ya nos toca!
-¡Pero no hay lugar en el baño para cambiarme profe!
-Ve al de hombres, no pasa nada.
Mierda.
-¿Hola?-grité mientras golpeaba la entrada del baño de hombres.
Esta bien. Voy a entrar. Parece que no hay nadie. Espero.
-Hey, este es el baño de hombres, por si no sabías-escucho que alguien dice detrás de mi. No sé quién es, tampoco puedo girarme a averiguarlo, no tengo remera.
-Em, lo siento tengo que cambiarme, y no había lugar en el otro-dije mientras forcejeaba con el pantalón de cadenas, es muy difícil de poner.
-Déjame ayudarte-soltó el extraño.
Sus manos grandes y heladas comenzaron a tocar mi cintura mientras acomodaba las cadenas suavemente. Subió sus manos dando pequeños toques en mi espalda descubierta hasta llegar a mi cabello despeinado. Siento cosquillas. Giro lentamente y efectivamente, era Zac.
-Ve, te toca, pequeña-dijo suavemente.
ME PUSO UN APODO, ME PUSO UN APODO.
-Eh, gracias, adiós.-dije mientras salía corriendo del lugar, iba a estallar de emoción. Pero, ¿pequeña? ni que el fuera tan grande, solo me lleva 5 años.
Mierda. Creo que no perdí el interés en él para nada.
Corro al salón, en el cual ya se escucha Reggaeton de J Balvin, mierda, es mi coreo.
--Y aquí está otra vez, la tonta, olvidándose todo.
-Ma, iré más tarde, debo volver a DC. Olvidé mi vestuario-le dije al teléfono.
-Típico. Apresúrate, es tarde. Te espero, besos.
Abrí la puerta, la cual por sorpresa estaba abierta, aleluya. Entré cuidadosamente en puntitas, y estaba todo en silencio, exepto por un salón: el grande. Alguien debe haberse quedado ensayando hasta tarde, como sea, no me importa. O si?
-Otra vez nos cruzamos, pequeña. ¿Me estás siguiendo?-dijo en tono burlón.
Zac. Maldito y atractivo Zac.
-Olvidé mi vestuario. No te hagas ilusiones-hacerme la difícil es lo mio-y deja de decirme así, no soy pequeña.
-Pequeña, tú no me vas a decir lo que tengo que hacer, recuerda que soy mayor.
-Mayor pero no muy maduro, en cambio, yo si lo soy.
En cuestión de segundos, lo tenía sobre mí, acorralandome contra la pared de luces neon. Sus brazos me tenían atrapada y su pecho se apretaba contra el mío cada vez más. Mi respiración agitada se mezclaba con la suya. Mi corazón estaba por estallar.
-No te hagas la grandecita, pequeña, cuida tus palabras. O habrá consecuencias-susurraba en mi oido mientras pasaba sus dedos suavemente por mi mentón-y deja de ponerme likes. Conmigo solo funciona cara a cara. Por suerte, tu tienes una muy bonita.
Se alejo rápidamente y se fue sin más. Creo que me voy a desmayar.
(fotos de los vestuarios arriba)
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Ilegal
RomanceEmma Hamilton era solo una niña de 15 años, pero con mucha rebeldía, demasiada, se podría decir. El alcohol, sexo y drogas no son la excepción. Zac Matthews, un joven de 20, era todo un galán, y no le importaba nada, al menos, no hasta conocerla a e...