Capítulo 3

215 21 0
                                    

Luz y lágrimas

Heriberto estaba siendo presionado por el pecado.  No quería que nadie se enterara de su aventura con Sara  y parecía estar adormecido en cuanto a Dios.

Estudiaba su palabra y preparaba sus sermones con toda pasión.  El domingo el pastor ya estaba listo para predicar, sus hijas en primera fila y su hijo liderando la alabanza. Todo estaba preparado.

Solo faltaba un pequeño "detallito" de parte de Dios..

Heriberto - una voz conocida sonó a su espalda.

¡Miriam! ¿Que haces aquí?

Si no quieres que me quede , me iré por la misma puerta por dónde entré. Solo vine a decirte: Que hoy hace veinte años, me convertí en la mujer más feliz del mundo al convertirme en tu esposa y.. y, ¡aún te amo!

Bien, ya dije lo que vine a decir. ¡Me voy!

Heriberto se quedó pasmado.  Miriam se había arreglado el cabello y lucia muy bonita y había  venido hasta la iglesia para recordarle su aniversario de bodas y como regalo le había dicho que aún lo amaba.

Era verdad que discutian mucho.  Pero también era cierto que Miriam era su mujer y ella nunca le había negado ese derecho.

Se sintió mareado y con nauseas. Busco una silla y sentó un momento..

Pastor,  ¿¡Se siente bien!? - un ujier que entró a la oficina, lo vio palidecer y sentarse en una silla como si se fuera a descomponer.

Las palabras no salían de su boca. No le podia responder al ujier..

Él estaba considerando abandonarla para irse con Sara. Y al escuchar a su esposa, esa impresión en su alma, contricto su espíritu y se dió cuenta que estaba a punto de dejarlo todo por otra mujer, por un pecado, por un error..


No entendía que había motivado a Miriam a venir hasta la iglesia vestida tan bonita y arreglada, como a él le gustaba y decirle que lo seguía amando.  Pero  eso lo puso en jaque en cuanto a su decisión.

Él seguía amando a Miriam, ella era su esposa y su mujer..

Y había estado a su lado por veinte años y durante esos veinte años de relación ella había sido su compañera en todo..

Comprendió que se había equivocado y esta vez.. ¡en grande!

Tenía que predicar y no sabía como empezar.  Sara estaría en primera fila sonriendo como siempre. Y sus hijas al otro extremo también en primera fila mirandolo. 

Se sentía ahogado.  Dios  estaba antes que todos ellos y Dios sabía a cien se acierta lo que había hecho en su casa.

Pastor.. ¿Esta bien?  ¡esta sudando frío! ¿Quiere que llame al doctor?

No.. no...Ahh .. Dame un minuto. Dile a Luther que cante unas alabanzas más, que ya casi salgo..

¿¡Esta seguro pastor!?  Se ve muy pálido..

Sí, sí, ¡no te preocupes! Solo fue un golpe de calor.  Dame  unos minutos y estaré bien..

Como usted diga pastor.  Tome este  vaso de agua, eso lo ayudará..

Gracias.. Ve y dile a Luther que..

No se preocupe pastor, ¡allá voy! - el ujier se fue y él  no tenía idea que hacer..

No quería que su esposa se enterara sobre lo de Sara y temía que Sara se lo dijera a alguien por despecho cuando terminara  su relación con ella.


¿Como voy a hacer Señor? Primeramente, ¡te fallé a ti! Y lo hice en tu casa.  ¿¡Como pude caer tan bajo!? Oh Dios..¡Dios! ¡perdóname! ¡Me arrepiento de lo que hice!

Y de lo que he hecho... ¡Miriam tenía  razón!  Me he escondido en la iglesia para no enfrentar mis responsabilidades como padre. He aconsejado a otros a hacer lo que yo no hago..

He olvidado a mi esposa, la he descuidado y ni siquiera me acuerdo del cumpleaños de mis hijos.. ¡Ella tiene razón! He sido un mal esposo y un mal padre.. oh Señor.. ¿¡Que voy a hacer ahora!?

Estaba ofuscado y con un nudo en la garganta. Por primera vez en años oía en su interior la voz del Espíritu Santo, llevándolo al reconocimiento de sus pecados..

No podía pararse de la silla, cada vez que lo intentaba sus piernas flaqueaban..

Una voz  de mujer se oyó en la esquina de la puerta de la oficina pastoral que le dijo: ¿Quieres que te acompañe?

¡Miriam! - exclamó al verla.  No sabía que reacción tener. Y temía que ella ya lo supiera..

Miriam yo..

Sino quieres..

No..

¡Entoces me voy!

¡No! - dijo levantándose de la silla.  ¡No me refería a eso! Solo qué.. ¿¡Porque viniste Miriam!?

Porque te amo Heriberto, y aunque hemos discutido muchas veces por cosas que importan y otras que no, yo te sigo amando y sigo siendo tu esposa.  Se que me pediste que me alejara y lo he hecho. Pero quiero que me permitas volver.

Pero..

Si es por Sara.. Heriberto.. ¡ya lo sé!

¡Oh Miriam! ¡No sé  que decirte! Lo único que se me ocurre ahora es: ¡Perdóname! ¡perdóname Miriam!

Tomando el rostro de su esposa entre sus manos, secaba sus lágrimas.

¡Mi amor esto también fue mi culpa! - le decía Miriam.  Yo te culpaba a ti de todo, mientras en medio de mi enojo y de mi frustración te perdía de vista . ¡Me equivoque! y  ¡casi te pierdo! y esta iglesia casi pierde a su pastor..

Oh Miriam, ¡cuanto lo lamento! - Sus lágrimas caían por sus mejillas al ver el rostro triste de su esposa..

Su arrepentimiento era genuino.  Con ella y con su Dios..


La vasija perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora