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Habían pasado dos semanas, mismas en las que se había dedicado a idear un nuevo plan de ataque para poder matar al símbolo de la paz.

A pesar de que en sí, no era como si su rutina hubiese cambiado, sí lo hizo su piel, oh vaya que lo había hecho, las cremas hidratantes que le había aplicado la rubia realmente ayudaban, ¿acaso tenían una especia de quirk que las potenciaba? El efecto había sido en muy poco tiempo.

Bueno, lo importante es que se sentía a gusto, en un inicio no le importaba su apariencia y sigue con el mismo ideal, pero por lo menos de esa forma no se ganaría las miradas de gente curiosa que mirara su desgastada piel.

Aunque no todo era positivo, cierto pensamiento lo atormentaba, aunque bueno, este tenía nombre y apellido.

Izuku Midoriya.

Y no es por tener algún tipo de interés en él o verlo como un posible aliado, no, nada por el estilo, lo sigue considerando un chico inmaduro e incluso estúpido, que tiene el potencial para volverse un influyente en el bajo mundo y que aún así, prefiere combatir al lado de esos héroes hipócritas.

La razón incluso era más obvia: Que lo hubiese reconocido.

¿Por qué no le hizo caso a Kurogiri? Este mismo le dijo que era mala idea el pedirle "consejos" a un futuro héroe, siendo él uno de los villanos más buscados.

Cuanto se arrepentía de haberlo conocido en aquel centro comercial.

Kurogiri al percatarse de la molestia de su protegido, le calmó mostrándole que realmente nadie lo buscaba, no por lo menos más de lo que lo venían haciendo de hace un tiempo.

Y es que, los seguían buscando, era obvio, pero sus crímenes habían bajado ese último tiempo, pues preferían idear mejor sus estrategias de ataque y buscar más aliados, de forma que pudiesen obtener una victoria asegurada.

En cuanto al pecoso, sería un gran inconveniente que delatara haberlo visto en ese lugar, de seguro ya no los dejarían tranquilos y al estar la cafetería ubicada en un lugar relativamente cerca de su guarida, sería peligroso y hastioso el tener que salir, estando rodeado de policías en todo el sector.

Otra cosa que carcomía de cierta forma su mente, era el rico sabor de aquel dulce, a él no le gustaba lo dulce, increíblemente aquel le había llamado la atención.

Tanto así, que se replanteó volver al lugar en busca de uno nuevo, claro que sería bastante arriesgado, no quería que su identidad fuera descubierta, menos tomando en cuenta que el pecoso y la castaña trabajaban ahí, mismos que sabían cómo lucía Tomura Shigaraki.

—¿En qué piensas tanto, Tomuchan~? —indagó la rubia, tomando asiento junto a él en el bar.

—Deja de joder y mejor ayuda a pensar en cuales son las mejores vías de escape.

—Oh~ estás bastante serio~ ¿enojado otra vez?

Suspiró y prefirió salir del bar, justificando que saldría a despejarse debido a toda la molestia que le causaban sus compañeros.

Pero, ¿a dónde iba? Y teniendo tan poco dinero en el bolsillo.

Estaba solo, con una capucha complementando uno de los nuevos vestuarios que lo hacía portar la rubia.

Aparte de su piel, también había comenzado a cuidar su cabello, claro que nuevamente Toga tuvo que ver, le obligaba a bañarse, pues él detestaba hacerlo, solo una pérdida de tiempo, aparte de obligarle a peinarlo —indicándole que si quería mantener su cabello medianamente largo, debía darle su debido cuidado— y atarlo en una coleta baja.

❝𝑪𝒍𝒂𝒏𝒅𝒆𝒔𝒕𝒊𝒏𝒐❞ /ShigadekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora