Domingo

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Prologo

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El departamento de Teruki, o como ellos lo llamaban, "Tierra neutral"

A Teruki le encantaba tener gente en su casa. Era un buen anfitrión, incluso había ofrecido las llaves a sus más cercanos (Edano, Shou) para que pudiesen simplemente llegar si querían (o si él lo requería). Podían sólo entrar y acomodarse. Nunca le molestó - después de todo, es su casa, puede hacer lo que quiera.
Así que cuando el grupo de espers lo propuso, por supuesto, ese fin de semana ofreció su casa para juntarse, como siempre. Conversar, almorzar, pasar un rato juntos, quizás salir a la ciudad en algún momento. Así que, ahí se encontraban los cinco. Bueno, cuatro. Takenaka no se había presentado. Maleducado.

Hablando del diablo, maleducado o no, caminaba a casa de Hanazawa: elegantemente tarde, doblando en la esquina de la panadería. Cansado, ni siquiera se sentía con ganas de salir; sin embargo, el respiro le haría bien. Lo que los chicos sabían (porque Mob sabía)  es que había faltado a clases dos días, y llegado tarde los otros tres. Y ninguno de esos días había pasado tiempo con el "club de telépatas", mucho menos en tenis.
Lo que no sabían era por qué, porque Momozo era algo reservado, por no decir malhumorado. Obviamente, ese, junto con toda clase de teorías, había sido el principal tema de conversación durante el día, al menos hasta que Momozo llamó a la puerta, porque ni bien Teruki lo recibió y lo dejó pasar, él se aventó a un sofá. Entonces, el tema principal pasó a ser la pregunta en cuestión, a manos de Shou: descarado oficial del grupo.

–Y ¿Por qué tan cansado? Traes cara de muerto. –Takenaka le dedicó una mirada indignada, con una ceja levantada–. Más de la usual, digo. –Teruki rio bajo su mano, y Momozo solo gruñó.

–Estuve trabajando –se cruzó de brazos, todavía acostado en el sofá. Aunque eso no impidió que viese de pronto a los cuatro sobre él, espiando e interesados en oír lo que decía. En tener el cotilleo. En serio, ¿los cuatro? Ritsu, esperaba más de ti–. ¿Qué? Mi papá se quedó sin trabajo –ahorró el "otra vez": no quería causar lastima. Sólo ventilar un poco–. Así que estoy ayudando por mientras.

–¿Qué haces? –Mob interrumpió, genuina curiosidad. Podría pedirle a Reigen que lo tome, después de todo Momozo tenía algo de percepción y... qué mala idea, Reigen no paga bien.

–Lo que pueda. En serio, tomaría lo que sea... –asintió, sabiendo los pensamientos, por supuesto. Y acto seguido se dirigió a Hanazawa y Suzuki, los apellidos solos bastaban para saber por qué–. ¿Cuál de ustedes niños ricos me pagaría porque se la chupe?

Teruki fingió tomar en serio la oferta y pensar, preparando alguna burla, pero Shou fue más rápido en darle un buen remate al el chiste.

–No, gracias –negó con la cabeza y rápidamente uno de sus brazos acercó a Shigeo–. Mob aquí lo haría por deporte.

–¡Shou!

–Mh... Es verdad.

–¡Hermano!

Y con ese pie, empezó una nueva discusión, con un Ritsu escandalizado que era ahora el centro de atención y de burlas.
Por suerte para Takenaka, quien suspiro y los dejó ser. Mejor así. Un trabajo no estaba de más, pero no quería a nadie tomándose en serio la propuesta de prostituirse. No notó que Teruki se le quedó mirando un poco más, antes de volver al juego con los demás.

El tema se perdió cuando lo cambiaron por otro, y luego por otro. Conversaciones, bromas, juegos. No más ni menos de lo que se podría esperar con cinco adolescentes en una casa, en el medio de la ciudad, y sin supervisión paternal. Bueno, cuatro y uno básicamente dormido. Por supuesto, no fue gratis, se llevó la mayor parte de las bromas por no estar despierto. Aunque lo peor era el desorden, que el dueño de casa muy a mala gana intentaba mantener al mínimo.

–Uhg...Alguno debería ayudar... ¡Podría pagarte Takenaka!

–Otro día, ahora tengo sueño...

Entre esto y aquello, el día pasó completo, simple y divertido. Hasta que finalmente, cada quien se retiró hacia su lugar particular: Shou tomando un auto (caro por supuesto), los Kageyama hacia su estación de tren. Momozo tenía casi la misma dirección, pero cuando apenas estaba por irse, pasando por la puerta, fue detenido –Takenaka.

–¿Si? –se volteó, Teruki se veía muy tranquilo contra la puerta jugando con sus llaves.

–Era en serio.

–No voy a acostarme contigo por dinero –fue lo primero que le vino a la cabeza. Pero Teruki respondió con una de esas risitas.

–Necesito alguien que limpie la casa –aclaró. Momozo todavía desconfiaba.

–¿No tienes una mucama? Me sorprendería.

–No me gustan –Takenaka levantó una ceja, dándole espacio a explicarse, o seguir la propuesta–. Mira, sólo... Es cosa mía. No me gustan. ¿Pero limpiar? ¿Planchar? ¡Qué pereza! –se quejó. Había más, parecía hasta estar ofendido ante la idea de una mucama en su casa. Y eso que abría muy rápido la puerta para los demás.

–Si es en serio... –Momozo interrumpió su queja–. Podría venir antes de clases. O después, quizás sea mejor. Puedo venir caminando desde Sal y ahorrar el viaje.

–Te pagaría el viaje de igual forma, pero si, mejor por la tarde–asintió con toda seriedad–. No pienso levantarme temprano. Necesito mi sueño de belleza –y de misma forma se fue toda la seriedad.

Se miraron unos momentos. Momozo lo consideró. Y luego de reconsiderarlo, esta vez de en serio, asintió, agradeciendo también por la oportunidad. Y aunque Teruki también agradeció, Momozo lo consideró solo falsa cortesía.

Terminaron un acuerdo, y empezaría su semana.

Una semana en☆teru☆aDonde viven las historias. Descúbrelo ahora