Capítulo I

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Capítulo I

Bienvenido al Sótano



Elle


—Light... ya... por favor... —murmuré consumido por el agobio de estar en la misma posición durante un aproximado de dos días—, basta de esto... —rogué con suavidad, intentando mover mis acalambradas muñecas, enardecidas por la fricción de la cuerda sobre ellas.

Light, que se encontraba ordenando la habitación mientras yo permanecía situado en la silla, me observó con fijeza, dejando caer la escoba que mantenía en las manos. El ruido que hizo al caer me pareció escandaloso, producto del extenuante silencio instalado en el cuarto. Su mirada me hizo sentir profundamente inquieto, sobre todo luego de verlo expandir sus cuencas del disgusto.

Percibí mi circulación cardiovascular acrecentando con cada paso que Light dirigía hacia mí.

—Va a ser que no, ¿entiendes? —dictaminó con aplomo, curvando la espalda para que nuestros rostros quedasen a la misma altura. Su boca sonrió, pero sus ojos no acompañaron el gesto. Intenté tragar, sin embargo, mi ausencia de saliva me hizo sentir escozor en la garganta.

—No puedes tenerme aquí para siempre... —musité con la voz oscilante y entrecortada—. ¿Qué esperas de mí? —mascullé nuevamente encorvando la espalda, fijando la vista en el suelo.

—Cariño, pero si esto lo has provocado tú —sentenció sonriendo, como si mi conducta lo hubiese defraudado—. No deberías haber estado coqueteado con otro en primer lugar —comentó respirando con pesadez, extendiendo su mano a mi rostro, deslizando con temblor los dedos sobre mi mejilla. Sentí la adrenalina incrementando mis pulsaciones. Conocía a Light lo suficiente como para saber que estaba a punto de sufrir un ataque de histeria

—Estás equivocado, eso no... —expuse atormentado, levantando la vista intentando enfrentarlo.

—¿No es cierto? —enarcó una ceja mientras presionaba sus labios, enderezando la espalda poco a poco—, ¿me estás diciendo a la cara que miento?, ¡Me estás diciendo a la cara que miento! —incliné la cabeza, atemorizado, sintiendo que mi corazón incrementaba sus latidos a cada momento que transcurría en silencio.

—No, no... es sólo que —las palabras quedaron aprisionadas en mi garganta al ver que empuñó las manos con tanta fuerza que sus nudillos palidecieron en un segundo.

—¡Eres un maldito traidor! —bramó raspando la voz enfurecido, enseñándome los dientes y sus tensionadas mandíbulas, al tiempo que pateaba arrebatadamente la escoba que yacía en el suelo—, ¡te lo he dado todo!, ¡pero para ti nada es suficiente!, ¡nada!

—Pero si yo sólo te amo a ti...únicamente hablé con él porque necesitaba un favor —me apresuré a contestar, intentando aquietar sus delirios.

—¡Cállate ya! —las venas alrededor de sus iris comenzaron a hincharse, y humedecerse mientras hablaba—. ¡No puedo creer tu crueldad, el que te hayas aprovechado así de mi amor por ti! —clamó dirigiéndose hacia donde estaba, situando los dedos sobre mis hombros con extrema dureza. Solté un quejido de dolor al sentirlos perforando mis clavículas.

—¡Le presté unos apuntes porque dijo que había faltado la clase anterior, nada más! —grité al sentir el ardor en mi piel producto del roce.

—¡Eres un falso, un traidor! —recriminó zarandeándome, con sus mejillas enrojecidas y rebosadas por las lágrimas.

—Por favor, por favor, para —supliqué al advertir sus uñas rasgarme la piel. Chillé con fuerza, él se detuvo al notar la sangre manchar mi camiseta.

Desencajó los dedos de mi piel, soltándome con brusquedad. Su cuerpo comenzó a temblar mientras observaba sus manos mancilladas por mi herida. Vi sus mejillas palidecer por el impacto, era algo que le ocurría luego de cada arrebato.

—No, no, no, no —repitió mirando frenéticamente en todas direcciones—. Elle, mi amor, lo siento, lo siento mucho, yo no quería, yo no, no, no, no —las lágrimas empezaron a desprenderse de sus ojos mientras gimoteaba de espanto ante el resultado de sus propios actos.

—Light, no... —murmuré, sintiendo una aguda punzada en el pecho, me provoca tanto dolor verle así—. Mi amor, tranquilo, estoy bien...—le aseguro sonriendo con voz suave.

Él tiene razón, me lo ha dado todo en la vida, se ha dedicado a mi cada minuto. Debí haber sido menos amable con mi compañero, nunca quise hacerlo sentir celoso.

—Mi amor, yo, yo —se acercó hacia mí gateando por el suelo, hasta situarse entre mis piernas— te lo voy a compensar, lo juro —con las manos tiritando, quitó mi cinturón mientras me bajaba el cierre, acariciando con sus mejillas mi bóxer, besándolo con delicadeza.

Traté de dominar la erección creciente dentro de mi ropa interior, pero no pude. Aunque mi razón dice a gritos que esto no es correcto, el calor que emerge de mi pecho al sentir su ternura y arrepentimiento me embriagan completamente. Suspiré con excitación cuando posicionó sus labios sobre la cabeza de mi pene, deslizando la lengua en movimientos circulares mientras extendía una mano tras mi espalda y entrelazaba nuestros dedos.

—Te amo —le escuché murmurar. Su dulzura derretía mi pecho. No me gusta hacerlo enojar, me encanta cuando me cuida, cuando me consiente y me protege.

—Ah... —gemí al verlo jugueteando con mi erección, como su saliva chorreaba caliente por la comisura de sus labios.

El dolor nunca ha sido un impedimento para que Light y yo tengamos sexo. Cuando nuestra relación comenzó él me amarraba a la cama, me asfixiaba con las manos mientras me embestía, siempre me gustó mezclar el dolor y el placer. Entonces, aunque esta pueda ser una situación de riesgo, mi cuerpo no la reconoce como tal.

—¿Te gusta? —preguntó roncamente, succionando, escurriéndose sobre mi miembro, incrementando la velocidad del movimiento. Jadeé con bullicio, dejando que mis gemidos inundasen la habitación—. Te gusta, te encanta, ¿no es así?

Asentí deseando poder liberar mis manos para introducir los dedos en su cabello, y hacerlo ir más profundo. Comencé a ladear las caderas queriendo sentir que tocaba el fondo de su garganta.

—Sí me encanta, mi amor, sí me encanta —recalco aumentando la viveza de mis movimientos. Arqueé la espalda al sentir ese hormigueo en mi endurecida erección, me iba a correr, estaba llegando.

—Y es mío, Elle, tu pene es mío —aseveró segundos antes de que explotase y me viniese dentro de su boca.

—Por supuesto que sí —esclarecí con la voz entrecortada y sintiendo un alboroto placentero en mis pulsaciones. Lamió sus labios, tragándose todo lo que expulsé por sus caricias.

—Me contenta oírte decir eso, Elle —enunció con una sonrisa. Todavía hincado, subió mi bóxer y mi pantalón con suma delicadeza.

—Entonces, ¿ya podemos ir a comer algo? —propongo esperando que esta situación quede como un juego o una broma extrema. Light ladeó la cabeza, como si estuviese confundido.

—¿De qué estás hablando? —sonrió—. Si esta será tu casa, mi amor

—¿Qué...? —pregunto, desorientado, tanto por la información como por su tranquilidad para transmitirla.

—Que estarás aquí, mi amor. Ya no quiero que te expongas —dice con calma, levantándose del suelo—. Aquí te mantendré a salvo de todos. Bienvenido al sótano.

Déjame ir (Death Note/Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora