Capítulo II
Porque te amo
A los once años ya tenía resuelto el tema de la homosexualidad. Desde mi más tierna infancia supe que, por más bella que pueda ser una mujer, mi órgano reproductor es absolutamente incapaz de reaccionar. Y vaya que lo intenté. Revistas, anuncios, cafés con piernas, pornografía, pero nada de nada.
Tuve el infortunio de nacer en una familia conservadora, por lo que la noticia no les emocionó demasiado. De blasfemo y pecador no me bajaron.
Trataba de no darle demasiada importancia al asunto, porque la orientación sexual es sólo una parte de una persona. Digo, soy Elle Lawliet, no "el marica de papel" como me señalaban en clase. Ciertamente me lo decían porque mi rostro es pálido, no por debilidad física, puesto que desde pequeño fui a clases de Capoeira y era el prodigio de mi academia.
Sin embargo, al parecer a las personas les importa demasiado que me prenda más un bulto abajo que dos arriba.
Era como si una atmósfera de rechazo estuviera envuelta en torno a mi cuerpo. Debía fingir a diario que el hecho de que me ignorasen en casa me era irrelevante, y lo mismo sucedía en el salón de clases. A veces, durante las jornadas, era tal mi tristeza, que me escabullía por los pasillos hacia el baño para poder llorar. No obstante, cuando me desbordaba el sufrimiento, cuando la agonía me consumía por dentro, levantaba la vista, y ahí estaba Light, acariciándome el cabello, diciéndome que todo estaría bien, secando mis lágrimas porque desde que descubrió mi tendencia a llorar por todo, se compró un sachet de pañuelos desechables.
Light es tres años mayor que yo, y, a pesar de que nos conocimos en el colegio, él actualmente va a la universidad. Cuando el tiempo se lo permitía, partía para recogerme y nos íbamos para su casa. Sus padres, al contrario de los míos, respetaban nuestra relación.
Él me protegía de todos. Al contrario de mí, Light era bastante popular. El galán misterioso de la clase. Atlético, atractivo, brillante. Suspiraban todas las chicas cuando le veían pasar, y bueno, a mí también me ocurría lo mismo. Light tiene ese tipo de belleza que no puedes dejar de observar, es como si te hipnotizara.
Hay algo que es necesario saber. Sí, mi atracción era hacia los hombres, sin embargo, él no me "atraía", él me calentaba, me flechaba y me estremecía con cada movimiento. Su imagen fue una obsesión incrustada en los rincones más laberinticos de mi cabeza, un amor platónico por plantearlo de otra manera.
Light era absolutamente gay, no obstante, estaba claro que el único que se había percatado de ello era yo. Seguramente porque no tendía a hablar demasiado, además de con un chico que se llamaba Mikami, que ambos eran las lumbreras del colegio.
Cuando Light se enteró de mi homosexualidad, comenzamos a toparnos mucho por los pasillos, a veces lo notaba observándome, y, con discreción, me guiñaba un ojo o me dedicaba sonrisas que me hacían temblar de pies a cabeza. El chico que no le daba bola prácticamente a nadie, me buscaba entre la gente. Sin embargo, no hablábamos, lo que intercambiábamos no pasaba de ser un coqueteo secreto entre ambos.
Para ser franco, no me enamoré de esa sonrisa cordial y frívola que le dedicaba a los demás, más bien fue de una sonrisa que decía "te voy a dar tan fuerte que hasta los muertos se van a enterar".
Sentía una química tan fuerte por él, que bien podía estar tomando un jugo de piña a la hora del receso pensando en la anatomía de las mariposas, que tan sólo con verle la sombra ya se me cruzaba en la mente una sesión de sexo intensa y desbordante.
Quise ir más allá, la idea de estar con Light desviaba de mi cabeza cualquier problema o tristeza presente.
Un día de verano, cuando coincidimos en un pasillo, tocaron el timbre. Decidí pasar por su lado y tuve la osadía de tocar levemente su entrepierna sin que nadie se diese cuenta. Como me estaba observando cuando eso ocurrió, pudo haberlo evitado, pero no lo hizo.
Fue tanto el ardor que sentí en la mano al tocarle, que me fui corriendo al baño, quitándome la ropa con premura y ansiedad. Me dispuse a darme una ducha aprovechando que todos debían entrar a clases, quería masturbarme, quería tocarme con esa sensación que todavía embargaba mi ser.
Cerré la puerta de la ducha sin seguro, y abrí la regadera, dejando que el agua caliente deslizara de mi melena hacia los tobillos. Sentí la erección creciendo cada vez que evocaba su rostro en mi mente, y con la mano comencé a acariciarme de adelante hacia atrás, dejando la cabeza de mi pene al descubierto.
De un momento a otro, escuché la puerta de mi cubículo abrirse, dejando entrar a alguien que inmediatamente cerró la puerta con pestillo tras de sí. Se me hizo un nudo en la garganta, sin dar la vuelta lo había reconocido, era su perfume.
Nunca habíamos intercambiado una frase antes, todo lo que habíamos experimentado había sido corpóreo o gesticular.
Sentí la humedad de sus labios recorrer mi nuca mientras jalaba de mi cabello hacia atrás. Sus brazos envolvieron mi cintura, restregando su erección, besando la curvatura de mi cuello. Le escuché reír tras mi oreja cuando solté un gemido ante sus caricias, una mano recorriendo mi erección y la otra masajeando mis pezones.
El sonrojo invadió mi rostro por completo cuando, en un movimiento ágil, me volteó, haciendo que quedásemos de frente. La efervescencia por la que atravesó mi cuerpo al ver su cabello húmedo por el agua de la regadera, mientras me acorralaba con sus brazos a la pared son absolutamente inexplicables, el lenguaje jamás podrá nunca abarcar la sensación tan primitiva e intensa que estaba experimentando.
—Gracias por el regalito, Elle. Ahora conocerás el mío —murmuró segundos antes de introducir su lengua a mi boca, mordisqueándome los labios con ansiedad y seducción.
***
—¿Puedo saber qué te hace tanta gracia? —preguntó Light al ver mi sonrisa luego de haber estado extenuante horas en silencio—, ¿por qué la sonrisa?, o, mejor dicho, ¿por quién? —podía distinguir claramente la hostilidad en su tono, pero estaba tan a gusto con el recuerdo que hice caso omiso de él.
—En ti, en nosotros —contesté, con la imagen inserta de nuestro encuentro bajo la regadera de la escuela.
—¡Mientes, maldita sea, mientes! —gritó levantándose de la silla, botándola por la brusquedad con la que lo había hecho.
—Pero Light, ya te dije...
—¡Matsuda de mierda!, ¡si te vuelve a poner las manos encima lo voy a matar, juro que lo voy a matar!
—¡Fue un cuaderno, le presté un simple cuaderno, amor! —reclamé torturado y afligido, todavía Light no se decidía a soltar mis amarres—. Ya te lo dije, yo te amo a ti, eres el único para mí... ya sácame de aquí...
—Eres un hipócrita, estás tratando de engañarme para que te desate, ¿no es así? Quieres abandonarme, ¡quieres dejarme! —sentenció por el desequilibrio que le había provocado la suposición que creó acerca de mis pensamientos. No alcancé a dar una justificación antes de que azotara su mano contra mi mejilla, dejándome una sensación de ardor y un dolor punzante en el rostro.
—¿Por qué, Light? —le pregunto antes de que la amargura se deslizara por mi cara, sollozando con la nueva herida que esto me ocasionó—, ¿por qué me haces esto? Si sabes que lo eres todo para mí, todo... —admito jadeando, sintiendo un profundo agujero emergiendo de mi pecho.
—¿De qué hablas? —inquiere, ladeando la cabeza—. Tranquilo. Esto sólo durará unos años, es para que te desintoxiques del resto, no los necesitas, sólo me necesitas a mí. Allí afuera está lleno de personas malas, yo soy quien te va a cuidar mejor, porque te amo, te amo, mi amor.
Presiono mis labios intentando aguantar el llanto, mientras Light se aproxima para secarme las lágrimas de angustia que él mismo ha provocado.
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Déjame ir (Death Note/Yaoi)
FanficPareciera que entre más te amo, menos me amo a mí mismo.